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19 de mayo de 2024

Los siete portavoces, al comienzo del debate

Los siete portavoces, al comienzo del debateEFE

Debate a siete

ERC, Bildu y el PNV suben sus exigencias a Sánchez y cargan de más razones al PP y Vox

  • Los portavoces del PSOE y Sumar acudían al debate con la intención de demostrar a la audiencia que el PP y Vox son un «tique electoral». Pero se encontraron con unos socios envalentonados

  • Comparador de programas electorales

Tiene todo el sentido que Pedro Sánchez se negara a que el debate a siete de este jueves en TVE lo protagonizaran los candidatos, como inicialmente quería el PP, en lugar de los portavoces parlamentarios. Porque, de haber aceptado, esta pregunta que Gabriel Rufián lanzó a Patxi López habría ido al mentón del presidente y no al portavoz socialista en el Congreso: «¿Cuál es su propuesta, señor López, para Cataluña? La nuestra es un referéndum».
En ese momento del debate el moderador, Xabier Fortes, cedió la palabra a López por alusiones. Y éste no quiso contestar en el momento, sino que pasó palabra. Prefirió esperar al final del bloque sobre Política Territorial, diseñar un plan de huida para zafarse de una pregunta que el socialista sabía que no debía responder. Y menos ante toda España.
Al cabo de unos minutos, López afirmó: «Los socialistas vamos a seguir buscando con política y diálogo soluciones compartidas». «¿Cuál?», insistió el portavoz de ERC. «La suya no», replicó López. «¿Cuál?», volvió a la carga el de Esquerra. Pero no hubo fórmula de sacarle de ahí. De Rufián fue otra de las grandes frases de la noche, cuando le recriminó a López que él y el resto de los socialistas insistan machaconamente en que Cataluña está mejor que en 2017. «No es cierto que la situación sea mejor, sino diferente», le corrigió. Y ahí agradeció a los socialistas que tuvieran la deferencia de indultar a nueve condenados del procés.

De la teoría a la práctica

Los portavoces del PSOE y Sumar acudían al debate con la intención de demostrar a la audiencia que el PP y Vox son un «tique electoral» -como los definió Aina Vidal- y un peligro para la democracia, pero les salió regular. Porque lo primero que se encontraron enfrente fueron tres socios, ERC, Bildu y el PNV, envalentonados; dispuesto a esquilmar a Sánchez si este tiene la más mínima oportunidad de gobernar.
Tres socios que, además, hablaron bien claro. «Podemos empezar a ponernos en pie para construir, esta vez sí, nuestra propia historia», aseguró el portavoz de Bildu, Oskar Matute. «Queremos el reconocimiento nacional, la bilateralidad y un árbitro neutral, porque el Tribunal Constitucional no lo es», sostuvo el del PNV, Aitor Esteban.
«Aquí están todos sus socios y todos llevan en su programa la autodeterminación y el referéndum. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar?», inquirió la popular Cuca Gamarra a Patxi López, en otra de esas preguntas que el socialista no quiso responder. Él estaba más preocupado en rebatir lo que había dicho Alberto Núñez Feijóo en el cara a cara de tres días antes; como queriendo vengar a Sánchez.
El portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, dio un buen golpe de efecto cuando sacó la lista de los 117 agresores sexuales y violadores excarcelados en aplicación de la ley del ‘solo sí es sí’. Y otro cuando lamentó que solo 26 años después del asesinato de Miguel Ángel Blanco «hoy estemos debatiendo con su brazo político». En un momento del debate, Matute se permitió ironizar con que Bildu es «el anatema del mal», «la marca del diablo».
Los cinco portavoces del bloque de izquierdas discutieron entre ellos por la ley de vivienda, la frustrada derogación de la ley de seguridad de ciudadana (que llaman “ley mordaza), la del ‘solo sí es sí’, la reforma laboral… es el sino de Frankenstein: una mala salud de hierro.
Por su parte, Espinosa de los Monteros obvió al PP y concentró sus esfuerzos en martillear al PSOE y sus socios, que le llamaron «fascista» no una ni dos veces, sino más. «Mire a su izquierda», respondió el portavoz de Vox a Rufián en una de ésas: a la izquierda de Rufián estaba el portavoz de Bildu.
Por el contrario, Cuca Gamarra sí arremetió contra el partido de Santiago Abascal en un par de ocasiones, para pedir una «mayoría contundente» a los españoles: «España no puede depender de los extremos (…). Necesitamos evitar los extremismos y bloqueos», señaló durante su minuto de oro.
La portavoz de Sumar aprovechó su minuto para proclamar: «Viva la vida y la alegría». Y López se trabó dos veces durante el suyo, y eso que su misión era básicamente repetir el eslogan de campaña de los socialistas: «Adelante».
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