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30 de abril de 2024

Feijóo, durante el cierre de campaña en La Coruña

Feijóo, durante el cierre de campaña en La CoruñaEFE

El termómetro de las encuestas

El 23-J mide el techo de Feijóo tras la campaña de la remontada fallida de Sánchez

El PP mantiene sus expectativas más cerca de los 150 que de los 160 escaños. Sánchez ha hecho una campaña a golpe de tracking, el voto útil amenaza con achicar a Vox y Sumar no ha cuajado

Al inicio de este curso político, el monclovismo decretó el fin del «efecto Feijóo», como quien decreta el fin de las mascarillas. Desde el equipo de Pedro Sánchez dijeron que la estela del líder de la oposición se estaba apagando, que los ocho puntos que llegó a sacar al presidente en julio y agosto habían sido el sueño de una noche de verano.
Los socialistas subestimaron al presidente del PP entonces y lo han seguido haciendo hasta el 10 de julio de 2023, cuando Sánchez cayó derrotado ante Feijóo en el cara a cara de Atresmedia. Dice Yolanda Díaz que el gran error de su socio ha sido no tomarse nunca lo suficientemente en serio a Feijóo, al que define como un político «sin escrúpulos».
Termina una campaña electoral que ha tenido en ese debate su gran punto de inflexión. Si no para mover mucho voto, sí al menos para determinar el estado de ánimo de populares y socialistas hasta este 21 de julio. Y en política hay una máxima: para ser ganador primero hay que parecerlo. Lo segundo es creérselo.
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo durante el debate cara a cara

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo durante el debate cara a cara

Los cuatro principales partidos se marcaron unos objetivos al comienzo de esta campaña. Solo las urnas dirán si los han cumplido, pero llegados al final de la carrera es momento de hacer balance.

El PP, plano

Las expectativas del PP no han mejorado apenas respecto a las que tenían hace dos semanas, y eso es significativo. Confiaban en que la campaña les sirviera para crecer a izquierda y derecha: con voto prestado de los votantes del PSOE para que Feijóo no tenga que depender de Vox y con voto útil de los votantes del Vox, especialmente en aquellas circunscripciones pequeñas donde el partido de Santiago Abascal tiene más difícil penetrar.
Sin embargo, según sus trackings internos siguen más cerca de los 150 escaños que de los 160. El sociólogo de cabecera del PP, Narciso Michavila, suele decir que no existe voto oculto. Sin embargo, en esta ocasión el voto por correo puede darles una grata sorpresa. Pero en el partido se respira un ambiente de contención. La euforia duró lo que duraron los efluvios del duelo televisivo.
La campaña de Feijóo ha sido hiperactiva. Ha protagonizado una media de dos mítines diarios y no ha dejado un palmo de terreno mediático por cubrir, con multitud de entrevistas. El candidato del PP ha explotado, como puntos fuertes, la dependencia de Sánchez de ERC, Bildu y el PNV y el antisanchismo en sí mismo. Feijóo sufrió un revés cuando afirmó en TVE que el Gobierno de Mariano Rajoy había subido siempre las pensiones conforme al IPC, cuando no fue así. Eso y la antiquísima foto con Marcial Dorado han sido sus dos principales debilidades.

El PSOE, espasmódico

El PSOE empezó la campaña queriendo creer en la remontada, después de que los pactos del PP con Vox en la Comunidad Valenciana, Extremadura y otras regiones despertaran al electorado de izquierdas. Pero el fracaso de Sánchez en el debate a dos pinchó el globo y hundió la moral de la tropa del PSOE. Ni José Luis Rodríguez Zapatero y su «universo infinito» han podido volver a levantarla.
El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, durante un mitin del PSOE

El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, durante un mitin del PSOEEFE

No obstante, los socialistas aseguran que el trasvase de esos votos fronterizos hacia el PP se frenó días atrás y que sus expectativas están mejor que hace 10 días. En ningún momento contemplan quedar por debajo de 110 escaños (ahora tienen 120). La campaña de Sánchez ha sido espasmódica: a golpe de tracking ha ido improvisando mítines y escorándose más a la izquierda o al centro según el día.

Vox, a la baja

En el caso de Vox, el partido de Abascal va haciéndose a la idea de que su resultado no será, en ningún caso, tan bueno como los 52 escaños de noviembre de 2019. Aunque confían en mantener el tercer puesto el domingo, y por ello luchó Abascal ante Yolanda Díaz en el debate a tres del miércoles. No obstante, el margen entre ambos se adivina pequeño.
Vox es la formación que ha mantenido una línea más recta durante la campaña, cuyo leitmotiv se resume en el minuto de oro de Abascal en ese combate televisivo contra el presidente y la vicepresidenta segunda: «No basta con echar a Pedro Sánchez. Solo Vox se atreve al cambio de rumbo necesario». E importante: en ningún momento Abascal y los suyos han querido poner un listón a partir del cual exigirán la entrada en el Gobierno, si los números dan.
Abascal se ha visto perjudicado por la machacona apelación al voto útil por parte de Feijóo, que puede hacer estragos en el resultado de Vox en las 29 circunscripciones que reparten cinco escaños o menos. Actualmente la formación tiene escaño en 16 de ellas. El partido de Abascal afirma que el bloqueo de la investidura de Fernando López Miras en Murcia no les está pasando factura, pero en el PP aseguran que sus sondeos dicen otra cosa.

Sumar, sin haber despegado

Por último, Sumar solo aspira a reeditar el Ejecutivo de coalición. Ni ellos apuestan por que mejorarán el resultado de Unidas Podemos en noviembre de 2019, cuando la candidatura encabezada por Pablo Iglesias obtuvo 35 escaños. Yolanda Díaz ha estado en penumbra toda la campaña, con únicamente tres destellos que le han dado algo de protagonismo: la polémica propuesta de una herencia universal para los jóvenes, la de salir una hora antes del trabajo y el debate del miércoles.
Las mujeres de izquierdas son la gran esperanza de la vicepresidenta segunda. Y su mayor preocupación no es el voto útil a Sánchez, sino la venganza de los en torno a 300.000 votantes de Podemos que le hicieron cruz y raya tras su veto a Irene Montero. Ahora mismo muchos de ellos están debatiéndose entre votar a Díaz con la nariz tapada, a Sánchez como mal menor o quedarse en casa.
Los partidos ya han hecho su parte. El domingo les toca a los ciudadanos.
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