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José Luis Villa

El santero

El discípulo adelantado de Zapatero que es Pedro Sánchez va a dejar, me temo, un erial de proporciones bíblicas en cualquier aspecto que contemplemos

Actualizada 03:56

La RAE nos define al santero como aquella persona que tributa a las imágenes un culto supersticioso, algo que le sucede a Pedro Sánchez con su veneración al impacto publicitario de las imágenes para encubrir la triste realidad de sus indignas acciones.

Pero no he elegido el título por este motivo, sino porque este personaje –definición que le cuadra más que el de persona por su impostura– se ha convertido, cada vez con más ahínco, en un híbrido de Sánchez y Zapatero (san/tero), con todo lo que eso supone para el que venga detrás, tanto en el aspecto económico, con la endiablada herencia que recibió Rajoy de déficit (8 %) y desempleo (más del 20 %), como en el institucional, con un Estatut propiciado por él en su conocido apoyo a Maragall de noviembre de 2003 en el Palau Sant Jordi ante 16.000 asistentes: «Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán». Ahí empezó el lamentable vodevil que desembocó en el 1-O. La lista de sus despropósitos sería interminable, pero ahí lo tenemos últimamente sacando pecho de sus grandes «logros» con un descaro insoportable.

Pues bien, el discípulo adelantado de Zapatero que es Pedro Sánchez, tanto en su estilo desahogado como en sus actuaciones infames –invito a ver el documental El autócrata censurado por el Gobierno de manera indirecta– va a dejar, me temo, un erial de proporciones bíblicas en cualquier aspecto que contemplemos, cuyo detalle está ampliamente reflejado estos días en cualquier publicación objetiva que se precie. Y lo más lamentable, como ya ha sucedido antes, es que al nuevo Gobierno le montarán la de Dios es Cristo los mismos que han propiciado esta pavorosa situación.

¡Porca miseria!

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