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08 de mayo de 2024

Manifestación para recordar a Lorenzo

Manifestación para recordar a LorenzoEFE

El crimen de Halloween

¿Quién mató a Lorenzo la noche de Halloween? Dos años, una máscara, un arma y ningún detenido

La familia del joven asegura estar descontenta con la investigación y creen que el crimen quedará impune

La noche de Halloween de hace dos años (2021) sirvió para que un asesino se pasease por las calles de Toledo sin que nadie reparase en él: cara cubierta con una mascara al estilo de la del personaje Jason, en la película Viernes 13, y catana real en la mano. Nadie reparó en él porque desde hace años en España la gente se disfraza la Noche de Todos los Santos.
Era una madrugada fría en Toledo. Lorenzo y un amigo salieron a tomar el aire un momento. Estaban en el barrio más al este de la ciudad manchega: Polígono de Santa María de Benquerencia. Los dos estaban en el Parque Lineal, a 50 metros de su casa, cuando un tipo con una máscara roja y una catana se les acercó. No pronunció palabra, pero ellos sintieron que les quería atracar. Lorenzo sacó un billete de diez euros del bolsillo e hizo ademán de entregárselo. Su asesino no lo cogió. Directamente le descargó el filo de su arma contra el cuello.
Lorenzo murió allí. Su amigo se llevó un tajo en una oreja y el horrible recuerdo que le perseguirá siempre: ver el crimen y no poder hacer nada por ayudar. Fue cuestión de segundos, porque el asesino corrió enloquecido tras haberse cobrado una vida. La Policía llegó al lugar pocos minutos después, en cuanto les llamaron pidiendo ayuda. Sin embargo, para la familia no actuaron bien. Niko, primo de la víctima, muy afectado, censura que los agentes no cubrieran con una carpa la escena del crimen. «Empezó a llover y el agua se llevó todas las pruebas que había allí».
No le falta razón: el agua destruye los escenarios del crimen. Si el propio asesino se hubiese cortado, no es inhabitual en crímenes en los que se usan armas blancas, su sangre y, por tanto, su ADN, habría sido barrido por la lluvia. Han pasado dos años y los grilletes siguen vacíos, sin muñecas que envolver. No hay sospechosos ni pruebas.
La investigación tiró de potenciales testigos, de cámaras de seguridad, de posicionamientos de teléfonos... sin resultado. La familia se debate desde entonces entre la convicción de que detendrán al asesino y la desesperanza de que jamás lo harán: «No le van a encontrar, eso creo yo», asegura Niko. «El asesino no es de su entorno (lo que lo hace mucho más difícil). Esto ha sido un psicópata que atacó a mi primo. Ese asesino salió a matar esa noche y lo hizo. Nos lo quitó y le echamos mucho de menos».
Los encargados de las pesquisas siguieron la pista de su atuendo: máscara roja y catana. No les llevó a ningún sitio. Por eso hace medio año, publicaron las imágenes de ambos objetos, en la confianza de que alguien las reconociese y les pudiese echar una mano. Están convencidos que en el entorno del asesino alguien las ha visto y siguen pidiendo colaboración ciudadana para resolver el caso. Ya ocurrió algo así con el «asesino de los ojos muertos»: fue una llamada de un conocido la que permitió identificar al asesino.
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