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03 de mayo de 2024

Ana Martín
Ana Martín

El relevo de Calviño se convierte en una operación de alto riesgo para Sánchez

El nuevo ministro de Economía, o ministra, deberá hacer de contrapeso de Yolanda Díaz, y ésa no es una tarea fácil. Tanto misterio tiene en vilo a los socialistas

Madrid Actualizada 04:30

Nadia Calviño y Yolanda Díaz en el Congreso

Nadia Calviño y Yolanda Díaz en el CongresoEFE

Pedro Sánchez se autorregalará por Navidad un nuevo ministro de Economía. O ministra. La sustitución de Nadia Calviño fue uno de los temas estrella de la copa navideña que el presidente compartió con los periodistas en la Moncloa el pasado martes. Sánchez apenas soltó prenda. Solo afirmó que ya tenía tomada la decisión y que la hará efectiva a finales de 2023 o en los primeros días de 2024.
No quiso desvelar si el elegido ya lo sabe, ni si se trata de un hombre o una mujer. Y menos aún si el futuro ministro será el actual titular de Trasformación Digital, José Luis Escrivá, aunque en los últimos días ha perdido fuelle en las encuestas. «Si os doy demasiadas pistas vais a saber quién es», se escabulló el presidente, enigmático.
En las últimas quinielas despuntan los que fueran secretarios de Estado de Economía con Elena Salgado y Pedro Solbes, José Manuel Campa y David Vegara, respectivamente; el economista Ángel Ubide; el secretario general de Asuntos Económicos en la Moncloa, Manuel de la Rocha; y hasta María Jesús Montero, como ha venido informando El Debate.
Tanto misterio tiene en vilo a los ministros, al PSOE y a Sumar, porque Sánchez ha de elegir no solo al nuevo responsable de Economía de Gobierno. Ha de elegir, sobre todo, a la persona que se encargará de hacer de contrapeso de Yolanda Díaz, que es una negociadora pertinaz y quiere siempre salirse con la suya. Su relevo se ha convertido, así pues, en una operación de alto riesgo.
Una mala elección del presidente podría alterar el equilibro en los ministerios que componen el área económica del Ejecutivo. Y también afectar a los acuerdos parlamentarios que sirven de respirador para el Gobierno, puesto que Calviño ha estado más cerca de las posiciones del PNV y de Junts en muchos casos que de las de ERC y Bildu.

El carácter de Calviño

Para hacer de contrapeso de la también ministra de Trabajo hay que tener auctoritas y carácter. Mucho carácter. El fuerte carácter de Calviño es legendario en el Consejo de Ministros y entre los socialistas. Durante estos años, varios de sus colaboradores más estrechos han hecho el petate y huido del Ministerio y de su dueña: tres directores de Comunicación, dos jefas de Gabinete, varios secretarios de Estado y directores generales… y hasta un director del INE, Juan Manuel Rodríguez Poo, que fue invitado a irse después de que el Gobierno criticara abiertamente sus mediciones del IPC.
Durante los últimos casi tres años, Calviño y Díaz han librado sonadas batallas. En el transcurso de una de las más encarnizadas Calviño llegó a amenazar a Sánchez con dimitir, cuando en plena pandemia el PSOE pactó con Bildu derogar íntegramente la reforma laboral, que era también la postura de la titular de Trabajo.

Ambas libran su última batalla por el impuesto temporal a las energéticas y a la banca

De hecho, estos días disputan la última. El próximo miércoles, el Consejo de Ministros aprobará un nuevo decreto anticrisis para prorrogar algunas de las medidas del anterior, que decaen el 31 de diciembre. La pugna es por el impuesto temporal y extraordinario a las energéticas y los bancos.
En el acuerdo de coalición que Sánchez y Díaz firmaron el pasado 24 de octubre, ambos se comprometían a mantenerlos más allá del año 2023: «Revisaremos los gravámenes sobre la banca y las empresas energéticas con el objetivo de readaptarlos y mantenerlos una vez que expire su periodo de aplicación actual, para que ambos sectores sigan contribuyendo a la justicia fiscal y al sostenimiento del Estado de bienestar». Estos días, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo le ha recordado a su aún compañera, en latín, que lo pactado obliga: «Le diría a la señora Nadia Calviño pacta sunt servanda».
La semana que ahora acaba ambas desenfundaron sus espadas por penúltima vez, a cuenta del subsidio de desempleo. La líder de Sumar presumió en la SER de que el pulso lo ganó ella, al aumentar la prestación de 480 a 570 euros en los primeros seis meses y «ensancharla» a otros colectivos. En esa entrevista, cuando le preguntaron si echará de menos a la futura presidenta del Banco Europeo de Inversiones, Díaz contestó que en estos años ha mantenido «debates intensísimos y apasionados» con Calviño y que le tiene un «enorme aprecio».
El miércoles, Sánchez aprovechó su comparecencia ante el Pleno del Congreso para despedirse de su número dos. «Tu liderazgo ha sido clave en los logros de este Gobierno. Has aportado rigor, brillantez y audacia a la política económica del Ejecutivo. Por ello te vamos a estar eternamente agradecidos», le dijo. Todas las miradas se dirigieron entonces a Díaz, sentada a su lado, que aplaudió como la que más a la vicepresidenta saliente. Como dice el refranero, a enemigo que huye, puente de plata.
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