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18 de mayo de 2024

El presidente Pedro Sánchez y el primer ministro belga, Alexander de Croo, visitan un kibutz en Israel.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez visita un kibutz en Israel el pasado mes de noviembreDPA / Europa Press

El Gobierno abre una crisis diplomática con Argentina tras acumular fracasos desde Bruselas a Tel Aviv

El Ejecutivo de Pedro Sánchez encadena, uno tras otro, escándalos internacionales. Desde que líder de los socialistas aterrizó en la Moncloa ha puesto en marcha una política exterior en la que toma decisiones unilateralmente, sin dar cuenta en las Cortes ni tener presente a la oposición y al resto de los partidos políticos. Por ejemplo, en marzo de 2022 Sánchez decidió cambiar la postura histórica española respecto al Sáhara Occidental, y pasó a apoyar que la comarca del Magreb sea una región autónoma de Marruecos.
El artículo 97 de la Constitución Española dictamina que el Gobierno «dirige» la política «exterior». No obstante, la tradición democrática –hasta la llegada de Sánchez– tenía por costumbre que los los asuntos más relevantes a nivel internacional fuesen una cuestión de Estado, y, consecuentemente, se informara sobre ellos al resto de poderes y autoridades.

Puente contra Milei

El pasado viernes el ministro de Transportes, Óscar Puente, acusó al presidente de Argentina, Javier Milei, de «consumir sustancias». Tras ello, la oficina del jefe del Ejecutivo argentino publicó redes sociales un comunicado oficial en el que «repudiaba» las «calumnias e injurias formuladas» por Puente.
El documento también expresaba que «el Gobierno de Pedro Sánchez tiene problemas más importantes de los que ocuparse, como las acusaciones de corrupción que caen sobre su esposa, asunto que lo llevó incluso a evaluar su renuncia. Por el bien del Reino de España esperamos que la justicia actúe con celeridad para esclarecer semejante escándalo de corrupción que afecta directamente la estabilidad de su Nación y, por consiguiente, las relaciones con nuestros país».
«Los argentinos elegimos cambiar el modelo que nos trajo miseria y decadencia. El mismo modelo que aplica el Partido Socialista Obrero Español en su país. Esperamos que el pueblo español pronto vuelva a elegir en libertad», zanjó el comunicado.
Con gran celeridad, en la mañana del sábado el Ministerio de Asuntos Exteriores, que encabeza José Manuel Albares, publicó una breve nota en la que se asegura –sin mencionar las declaraciones de Puente– que «el Gobierno de España rechaza rotundamente los términos infundados del comunicado emitido por la Oficina del Presidente de la República Argentina, que no se corresponden con las relaciones de dos países y pueblos hermanos».
El titular de Transportes rehusó pedir perdón o rectificar sus palabras, sino que acudió a 'X', su foro de cabecera, para cargar contra el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo; que le reprochó que hubiera creado «una crisis política con la República de Argentina». «Que entre apoyar a su gobierno o a Milei iba a elegir a Milei no cotizaba. Ya pide que le hagan un sitio en el mitin con Abascal el 18 de mayo. Es imposible distinguirle ya de la extrema derecha», escribió Puente.
El ministro de Transportes, Óscar Puente

El ministro de Transportes, Óscar Puente

Sánchez y Palestina

A finales del primer trimestre del año, Sánchez se propuso conseguir apoyos –especialmente de los países europeos– para el reconocimiento del Estado de Palestina. De esta manera, en abril realizó una gira por Oriente Próximo, con la que se trasladó a Jordania, Arabia Saudí y Catar para «abordar» el conflicto palestino-israelí.
Además, antes de su parón para «reflexionar» si le merecía la pena seguir en la Moncloa, visitó Polonia, Noruega, Irlanda, Eslovenia y Bruselas; mientras que en marzo firmó junto a Irlanda, Malta y Eslovenia una declaración conjunta comprometiéndose a reconocer a Palestina «cuando sea el momento». En este contexto se produjo el ataque de Irán a Israel, y el el ministro de la Diáspora del país semita, Amichai Chikli, definió al presidente español como un «cero absoluto».
Sus desavenencias con la nación que lidera Benjamín Netanyahu ya se generaron el año pasado. Tras el atentado de Hamás en territorio israelí, Sánchez visitó uno de los kibutz atacados. Sin embargo, pocos días después el jefe del Gobierno español expresó, respecto a Israel, que «las imágenes que estamos viendo y el número creciente, sobre todo de niños y niñas que están muriendo, tengo francas dudas de que estén cumpliendo con ese derecho internacional humanitario». Ello provocó que el país llamara a consultas a su embajadora por las «vergonzosas» declaraciones de Sánchez.
Así las cosas, tal y como publicó El Debate, el presidente del Gobierno suspendió en abril sus contactos con el resto de los países del entorno de España para reconocer el Estado palestino, habiendo tan solo cosechado el apoyo de Irlanda, y sin que España haya concretado en el Congreso la conocida como solución de los dos Estados.

El Gobierno en Europa

En diciembre de 2023 Sánchez acudió a la sede de Estrasburgo del Parlamento Europeo para defender sus políticas, arremeter contra la derecha, y alabar la ley de amnistía. «Vox está recuperando los nombres en las calles de España de personas vinculadas con la dictadura franquista. ¿Ese sería también su plan para Alemania, devolver a las calles y plazas de Berlín los nombres de los líderes del III Reich?», le espetó a Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo.
Después de estas palabras, el líder de los 'populares' europeos afirmó en una entrevista en el diario El Mundo que «lo que ha hecho Pedro Sánchez en el debate lo descalifica para cualquier cargo europeo internacional en el futuro». «No le consiento ni una lección sobre la etapa más oscura de la historia de Alemania», añadió.
De hecho, durante la presidencia española del Consejo de la Unión Europea –que concluyó el 31 de diciembre– Sánchez fracasó en su intento de llevar las lenguas cooficiales de nuestro país a las instituciones comunitarias, medida a la que se ha comprometido con sus socios nacionalistas y separatistas; y que no ha sido bien recibida en Bruselas.
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