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Ana Martín
Ana Martín

Sánchez envía a López a una misión suicida contra Ayuso porque tiene un plan

No es tan ingenuo como para pensar que, en dos años y medio, el PSOE estará en condiciones de ganar a la presidenta madrileña. Ni siquiera de sumar una mayoría alternativa. ¿Entonces?

Madrid Actualizada 04:30

Óscar López, durante la presentación de su candidatura

Óscar López, durante la presentación de su candidaturaEFE

Su eslogan fue «puro cambio». En la presentación de su candidatura, allá por marzo de 2011, posaba sonriente a su derecha la hoy ministra de Igualdad, Ana Redondo. Decía que no venía a empatar porque se había jugado «demasiadas cosas» en el ámbito político y personal. Y, en efecto, no empató. El entonces presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, le ganó por casi 22 puntos y 24 escaños. «Inventó la democracia y Herrera lo machacó», rememora con sorna un miembro de aquel comité de campaña del PPCyL.

Ni siquiera aguantó toda la legislatura en la oposición, su reino no era de ese mundo: le esperaban más altas responsabilidades como secretario de Organización del PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba y como portavoz del partido en el Senado.

Más de 13 años después de aquel desembarco frustrado, Óscar López presentó el jueves su candidatura para liderar el PSOE de Madrid con el mismo reclamo, el del cambio, pero el colmillo mucho más afilado de lo que lo tenía entonces. Ya dejó algunos destellos durante comparecencia para anunciarlo: «Madrid se ha convertido en el epicentro de un modelo de la peor política. La política de la corrupción, la crispación, el insulto, el bulo y la mentira. La política de Isabel Díaz Ayuso y el PP de Madrid». Eso para empezar.

El historial del PSOE de Madrid es desastroso. El único socialista que ha llegado a presidir la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, ya ni siquiera es militante del PSOE, puesto que su partido lo expulsó. Precisamente esta semana, un juzgado de Madrid desestimó la demanda de Leguina contra Ferraz por tal decisión. «Desde que se fue Leguina, desde el tamayazo, no levantamos cabeza en Madrid», reconoció José Bono tras la derrota de 2007. Y 17 años después siguen sin levantarla. Llegados a este punto, cabe preguntarse si tiene remedio el PSOE-M y si, de aquí a tres años, los populares madrileños volverán a decir aquello de «que pase el siguiente».

Isabel Díaz Ayuso, con Joaquín Leguina

Isabel Díaz Ayuso saluda a Joaquín LeguinaEFE

La designación de López tiene más trasfondo del que parece. Pedro Sánchez no es tan ingenuo como para pensar que, en dos años y medio, el PSOE estará en condiciones de disputar el Gobierno de la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso, cuando actualmente esta goza de una cómoda mayoría absoluta y la friolera de 43 escaños más que el PSOE. El PSOE-M ni siquiera es segunda fuerza, sino que fue el tercer partido más votado en mayo de 2023, por detrás de Más Madrid (aunque empatados a escaños). Ni tampoco es tan cándido como para pensar, siquiera, que la izquierda pueda sumar una mayoría alternativa.

Sánchez pretende taponar la mayor vía de agua que tiene el PSOE en toda España

Lo que realmente pretende el presidente es movilizar a la izquierda y reducir la enorme brecha en la Comunidad de Madrid. «Hay un votante progresista que no se siente identificado con Ayuso», explicó él mismo el viernes en una conversación informal con periodistas en el Congreso. Pretende, en definitiva, taponar la mayor vía de agua que tiene el PSOE en toda España, y que puede llevar a pique el barco de Sánchez en las próximas elecciones generales. En las europeas del pasado mes de junio, el PP sacó al PSOE en la Comunidad de Madrid casi 200.000 de los 700.000 votos que los populares sacaron de ventaja a nivel nacional. Es decir, casi la tercera parte. Y la derrota del PSOE habría sido mayor no haber sido por los 17 puntos que el PSC sacó al PP en Cataluña.

En muchas de las encuestas que se vienen publicando desde septiembre, Sánchez no está en condiciones de sumar 176 escaños ni siquiera con todas las fuerzas independentistas. En parte, por su propio desgaste; en parte, por el desplome de Sumar; en parte, por la vuelta de Podemos, que conlleva la división de la izquierda en tres. Y eso es una multitud. Así que como para no ser vital atacar directamente el granero madrileño del PP, circunscripción que reparte 37 escaños en las generales. En las últimas, seis de los 17 escaños de ventaja que Alberto Núñez Feijóo sacó a Pedro Sánchez en toda España salieron de las urnas madrileñas. En la Comunidad de Madrid, la papeleta del PP obtuvo 450.000 votos más que la del PSOE. En las anteriores elecciones, las de noviembre de 2019, socialistas y populares —entonces con Pablo Casado al frente— empataron a 10 escaños.

La artillería pesada

La noticia no es que Pedro Sánchez haya decidido ir a la guerra contra la presidenta madrileña, puesto que ambos llevan años de fuego cruzado y a ninguno de los dos incomoda. Podría decirse incluso que se retroalimentan. La noticia es que esta vez el presidente del Gobierno ha sacado la artillería pesada. A López no le hacen falta consignas porque él las ha dictado durante años desde la sala de máquinas de la Moncloa, como jefe de Gabinete de Sánchez que fue, así que se las sabe al dedillo.

El ministro para la Transformación Digital y futuro líder del PSOE-M no posee escaño en la Asamblea de Madrid para confrontar semanalmente con Ayuso, pero ni falta que le hace. Para eso tiene la sala de prensa de la Moncloa y los púlpitos del Congreso y el Senado, desde donde ya es muy habitual que el presidente y los ministros lancen diatribas contra Ayuso y el Gobierno madrileño. E incluso pidan su dimisión reiteradamente. «¿Preocupados? Si es que él no nos importa lo más mínimo», responde un alto cargo del PP de Madrid. De momento, la estrategia de Ayuso ha sido el no hacer aprecio como mayor desprecio. En la Puerta del Sol, sede de la Presidencia madrileña, creen que López será otro experimento fallido de Sánchez, otro intento en vano de acabar con su némesis.

Y no sería el primero. A comienzos de 2021, Sánchez trató de embarcar a la entonces líder de Cs, Inés Arrimadas, en una moción de censura contra Ayuso. Ella reaccionó con un adelanto electoral que fue la tumba del PSOE de Madrid y de Pablo Iglesias.

Después intentaron hacerla caer por las muertes en las residencias de la Comunidad de Madrid por el coronavirus. Hasta la fecha, los juzgados madrileños han archivado decenas de querellas de la oposición y de familiares de víctimas contra el Gobierno madrileño, al no haber quedado acreditado delito alguno en los protocolos de derivación de pacientes a los hospitales.

En el otoño de 2022, la izquierda aprovechó un conflicto laboral entre la Consejería de Sanidad y los sindicatos del ramo —con convocatoria de huelga indefinida incluida— para desatar una nueva marea blanca contra Ayuso. Meses después, la presidenta madrileña fue reelegida con mayoría absoluta. Y hasta hoy.

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