
Un sacerdote tocado con la boina roja carlista.
Crónicas castizas
El cura navarro contrabandista de pilotos ingleses de la RAF
Hubo un capellán de requetés y párroco de Añorbe que había acumulado deudas por sus insensatas y reiteradas apuestas al frontón, hay gente para todo, y los espías ingleses le ofrecieron cubrir sus crecientes descubiertos financieros provocados por su adicción ludópata a cambio de contrabando humano de calidad
Durante la Segunda Guerra Mundial que arrasó Europa y alrededores, el general Francisco Franco, previsor él, ordenó la creación en su país de una organización vertebrada de carácter clandestino para preparar, por si fuera necesaria, la resistencia nacional en el caso de que los alemanes ocupasen España, o lo intentaran, para atacar a los ingleses en Gibraltar y quitarles a los piratas la llave del mar Mediterráneo o para que la Kriegsmarine de Karl Dönitz pudiera usar con total libertad los puertos de la península. Disipada esa amenaza de invasión cuando la maquinaria de guerra teutona viró hacia Rusia, la organización se dislocó y las diferentes familias políticas que la habían montado fueron cada una a lo suyo.
Pero he ahí que el servicio de inteligencia británico conecta con algunos carlistas, concretamente con Fermín Erize, capellán de requetés y párroco de Añorbe que había acumulado deudas por sus insensatas y reiteradas apuestas al frontón, hay gente para todo, y los ingleses le ofrecieron cubrir sus crecientes descubiertos financieros provocados por su adicción ludópata a cambio de favores de calidad. El sacerdote usaba para ello una red de maestras, antiguas «margaritas», así denominaban a las chicas de la Tradición, vamos, una trama de boinas blancas que se extendía por varios pueblos de la zona. Y con ella conseguía que pilotos en fuga de la Royal Air Force, la RAF británica, oportunamente derribados en Francia que habían cruzado a España de cualquier manera, llegasen al vecino Portugal para ser repatriados a su isla.
La Delegación Nacional de Información e Investigación del partido único FET y de las JONS descubre las actividades del Intelligence Service (IS) en Navarra y su complicidad con monárquicos tradicionalistas y las denuncia a las autoridades.
Cuando la Guardia Civil desmonta esta red a sueldo de los ingleses detuvieron a tres curas. Uno de ellos era Javier Solebre, cuyo hermano años antes se había trasladado a Libia, colonia italiana entonces, junto con otros tradicionalistas camuflados como turistas peruanos, donde los hombres de Mussolini entrenaban muchos requetés antes de la Guerra Civil española.
Con la rauda ocupación de Francia durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes agradecían la devolución de algunos franceses que huían a España desde Vichy y muchos de los cuales se hacían pasar, al menos lo intentaban, por canadienses francófonos de Quebec, de cuya existencia se sabía, pero pocos los conocían lo suficiente para poder distinguirlos e identificar si eran o no norteamericanos y así travestidos esos gabachos intentaban llegar al país luso y no acabar en el campo de concentración de Miranda de Ebro.
En aquellos trenes que cruzaban la nación viajaba un polaco que aunque había combatido en su día en las filas de los aliados, al llegar a Francia el hombre se disgustó por las demostraciones públicas de los envalentonados comunistas franceses y se vino a España. Al entrar en ella la alegría de perder de vista a los detestados estalinistas que habían ocupado por la fuerza su país, le llevó a cantar a voz en grito el himno de Montecasino. A los picoletos que iban en el vagón les pareció que eso que decía «czerwone maki», canción militar polaca sobre la toma del monasterio italiano de Montecasino protegido por los paracaidistas germanos, sonaba a maquis y lo de «Maqui» les pareció fatal a los guardias, barruntado y decidido al momento y a otra cosa mariposa: le echaron el guante sin atender a sus protestas de inocencia deteniéndole al instante, y pasó tiempo hasta que el veterano combatiente polonés pudo explicarse, porque en el Benemérito Instituto no abundaban los traductores de polaco, problemas derivados de la bíblica Torre de Babel que tanto aprecian los fabricantes de pinganillos.