Cayuco en el que se produjeron los hechos
El 'cayuco de los horrores' que vino de África: hambre, santería y desesperación
Más de medio centenar de inmigrantes fueron asesinados y arrojados al mar el pasado mes de agosto
¿Qué lleva a una persona a arrojar a otra a la que no conoce por la borda de una embarcación sabiendo que no va a sobrevivir o, lo que es peor, queriendo que no sobreviva?
Cuando el cayuco llegó al puerto de Arguineguín (Gran Canaria) parecía que todo iba normal, incluso que iba bien puesto que los 248 inmigrantes que abarrotaban la embarcación fueron encontrados por un mercante a la deriva a más de 400 kilómetros de distancia del archipiélago canario.
Incluso los rostros entre asustados y confusos que encontraron los agentes de Salvamento Marítimo cuando llegaron hasta el cayuco no llamó la atención. Al fin y al cabo, llevaban muchos días de navegación, 11, y buena parte de ellos sin alimentos ni agua.
La única circunstancia que llamaba la atención es que, con sus 248 ocupantes, se convertía en el cayuco con mayor número de inmigrantes que llegaba este año a las Islas Canarias.
Presuntos asesinos en serie
Sin embargo, cuando esos inmigrantes fueron siendo distribuidos entre distintos centros de acogida del archipiélago, esas miradas de miedo e incertidumbre se transformaron casi en terror. Cuando algunos de ellos comenzaron a narrar en secreto lo que habían vivido en esos 11 días de navegación, los que le atendían comenzaron a comprender: estaban conviviendo con unos auténticos presuntos asesinos en serie.
Explicaron que de la costa de Senegal partieron a mitades del mes de agosto más de 300 personas de distintas nacionalidades. Pero, sin embargo, a Arguineguín sólo llegaron 248. Entre 50 y 70, según los diferentes testimonios habían muerto por el camino. Más bien, habían sido asesinados.
Todo comenzó en torno a la semana de haber partido. El cayuco se estropeó y quedó a la deriva. Había que racionar los pocos alimentos y la escasa agua que les quedaba. Así que los patrones del cayuco, también inmigrantes, todos ellos senegaleses, comenzaron a acusar a algunos otros de cometer robos y malgastar el agua. Comenzaron las peleas.
Algunos se cayeron al agua y allí se quedaron sin nadie que les ayudase. Otros, directamente fueron arrojados vivos a la fuerza.
Brujería
Pero, posteriormente, cuando las acusaciones ya no valían y la desesperación de no ver signo de vida en ninguno de los cuatro puntos cardinales, los patrones comenzaron a excusarse en un motivo muy arraigado en la cultura del África Occidental: la brujería.
En unos casos, inmigrantes comenzaron a debilitarse y caer enfermos por la escasez de alimento y agua. A veces deliraban y esto era motivo suficiente para acusarles de brujería y tirarles al mar. Otras veces, los empujaban directamente porque sí. En otros casos, los menos, inmigrantes directamente morían de pura debilidad, de hambre o de sed. Y también en estos casos eran arrojados al mar.
Así se fue sucediendo día a día durante los cinco días que la embarcación permaneció a la deriva hasta que un carguero mercante los localizó en medio del mar, al oeste de Dajla, frente al Sáhara Occidental, a más de 400 kilómetros del archipiélago canario.
El carguero avisó a Marruecos pero el país alauita les advirtió, como suele ser habitual, de que no podían acudir en su auxilio. Así que alertaron a Salvamento Marítimo de Canarias y éstos les pidieron que permanecieran a su lado hasta que llegaran ellos, varias horas más tarde.
Hasta allí llegaron los auxilios españoles que en ningún momento imaginaron lo que se había vivido en ese 'cayuco de los horrores'. Diecinueve de ellos fueron detenidos por los presuntos crímenes.
Antecedentes vampíricos
No es la primera vez que los patrones de cayucos emplean la excusa de la santería o la brujería para cometer sus fechorías. No en vano, son tradiciones muy arraigadas en las culturas africanas.
Así en noviembre del año pasado, cuatro inmigrantes fueron torturados y asesinados acusados de ser vampiros. Todo se debió a que una de las víctimas habló algo ininteligible en sueños: «Era el lenguaje del vampiro», según sus asesinos. Su hermano y un amigo trataron de interceder, pero lejos de calmar las cosas, terminaron también maniatados, muertos y arrojados al mar.