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Sánchez condena al PSOE a una lenta agonía: «Queda apretar los dientes y aguantar»

En el partido han asumido que Sánchez los hundirá a todos con él, y los primeros que van a pagar son los territorios. Sabe que, si convoca ahora elecciones generales, la derecha lo arrollaría

Madrid

Pedro Sánchez el miércoles en la Moncloa, recibiendo al presidente de Palestina

Pedro Sánchez el miércoles en la Moncloa, recibiendo al presidente de PalestinaEFE

La madrugada del 29 de mayo de 2023, en pleno shock por el hundimiento del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas, tres altos cargos socialistas cogieron un taxi desde Ferraz hasta la Moncloa para reunirse con Pedro Sánchez. El presidente iba a contarles su idea de adelantar las elecciones generales, en un intento desesperado por sobrevivir a la ola.

El primer ocupante del vehículo era Santos Cerdán. Dos años y medio después, el exsecretario de Organización del PSOE se esconde en la localidad navarra de Milagro después de pasar cinco meses en prisión provisional, acusado de liderar una trama de contratos amañados a favor de Acciona por los que recibía suculentas mordidas vía Servinabar.

La segunda era la vicepresidenta María Jesús Montero, hoy cercada por su responsabilidad política -como poco- en el nombramiento del expresidente de la SEPI detenido el miércoles, Vicente Fernández, y por su papel en el escándalo de las denuncias por acoso silenciadas dentro del PSOE. Fernández es ahora para ella «este señor», del que no tiene «ni idea» de lo que estaba haciendo.

María Jesús Montero y Santos Cerdán

María Jesús Montero y Santos CerdánEva Ercolanese/ PSOE

El tercero era el ministro Félix Bolaños, el último de Filipinas; el hombre que el jueves salió del Pleno del Congreso vanagloriándose de que el Ejecutivo había logrado la convalidación de tres reales decretos leyes y aprobar la Ley de atención a la clientela. Cuando, fuera del hemiciclo, el PSOE vivía su Apocalipsis en medio de un clima de pesimismo, incredulidad, nerviosismo y resignación, que de todo ello están experimentando los socialistas en esta semana negra. Otra más. Este jueves, los diputados de la bancada del PSOE salían de la Carrera de San Jerónimo como ánimas en pena.

En realidad, la UCO ya levantó acta del hundimiento del sanchismo el 20 de junio en la sede de Ferraz, cuando sus agentes entraron en el despacho de Cerdán para clonar sus cuentas de correo electrónico y registrarlo todo. Aquellos días llegó a circular la teoría de que el presidente estaba pensando dimitir y designar a un sustituto que aguantara hasta 2027. Fueron momentos críticos para Sánchez. Y resultó que los socios acudieron en su rescate en un Pleno de julio, en el que Gabriel Rufián pronunció la famosa frase: «Si esto se queda aquí, en tres listos que se repartieron cuatro mordidas, usted se tiene que quedar».

Los socialistas creyeron haber dejado el peligro atrás, pero no podían estar más equivocados. En las tres últimas semanas, las bombas han estallado una detrás de otra: la condena al fiscal general del Estado, el encarcelamiento de José Luis Ábalos y su suspensión como diputado, el estallido del me too del PSOE, la detención de Leire Díez, de Antxón Alonso y del expresidente de la SEPI, los registros en empresas públicas (SEPI, Correos, Enusa, Mercasa…) y en los ministerios de Hacienda y de Transición Ecológica.

El presidente sabe que, si convoca ahora elecciones generales, la derecha lo arrollará

¿Hay salida? «Queda apretar los dientes y aguantar», resume un colaborador del presidente. En el PSOE han asumido que Sánchez los hundirá a todos con él, y los primeros que van a pagar son los territorios: Extremadura, Aragón, Castilla y León y Andalucía. El presidente sabe que, si convoca ahora elecciones, la derecha lo arrollará. Lo que tal vez no esté calibrando lo suficiente es el desgaste de esos meses de prórroga.

En abril de 2011, su ahora asesor áulico y entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero anunció que no sería el candidato en las elecciones de finales de ese año. Su popularidad estaba en mínimos por la crisis económica y sufría fuertes presiones de sus barones territoriales, porque el mes siguiente había elecciones municipales y autonómicas y las perspectivas del PSOE eran pésimas (luego se confirmaron). Zapatero intentó poner un torniquete a la hemorragia dando un paso al lado, aunque de poco sirvió. La bofetada se la llevó en noviembre Alfredo Pérez Rubalcaba. El PSOE cayó a su peor resultado hasta la fecha, 110 escaños.

Los más, pronostican una lenta agonía; los menos, aún confían en la legendaria capacidad del presidente de sobreponerse

Ahora, nadie -o casi nadie- en el PSOE contempla la posibilidad de que Sánchez dé un paso al lado, ni mucho menos un paso atrás. Ni siquiera por generosidad hacia las siglas del partido. Los más, pronostican una lenta agonía; los menos, aún confían en la legendaria capacidad del presidente de sobreponerse a la adversidad, en alguno de sus giros de guion.

(Foto de ARCHIVO)
Decenas de personas durante una concentración en la calle de Ferraz en apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Una concentración en la calle de Ferraz en apoyo al presidente, en abril de 2024Europa Press

El PSOE es hoy cautivo de aquel al que entregó todo el poder. Aquel al que los socialistas suplicaron que se quedara el 27 de abril de 2024, el día de la exaltación sanchista en Ferraz; cuando amagó con dimitir y el partido entró en pánico ante la perspectiva de un futuro sin su César. «Estamos haciendo todo lo posible», señaló aquella mañana Patxi López a las puertas de la sede socialista.

No obstante, entre tanto aspaviento ya se oye de fondo el despertar de la célula durmiente del postsanchismo. No a raíz de la corrupción, sino del feminismo impostado. Sánchez intentó desactivar esa célula tras las elecciones municipales y autonómicas de 2023, cuando casi todos en el PSOE pronosticaban la derrota en las generales. Cortó las cabezas de jóvenes dirigentes como Felipe Sicilia, Laura Berja, Andrea Fernández, Omar Anguita… pero no pudo con la abeja reina: Adriana Lastra, que había sido defenestrada el mes de julio anterior y se había marchado a Asturias, logró ser la número uno en la candidatura por Asturias en contra del criterio de Cerdán. Quería estar de vuelta en Madrid si el 23 de julio Sánchez caía. No cayó. Pero pasará. La duda es cuándo.

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