Don Juan Carlos con Santiago Carrillo en su despacho del Palacio de La Zarzuela
Casa Real El Rey Juan Carlos, a Carrillo: «¡Don Santiago, se ve usted mucho mejor sin peluca que con ella!»
Don Juan Carlos relata en sus memorias su relación con el histórico líder del PCE
El Rey Juan Carlos dedica varias páginas de sus memorias a relatar cómo se legalizó el Partido Comunista de España y cómo se forjó su relación personal con el líder del PCE. «Recuerdo que, durante mi primer encuentro con Santiago Carrillo, exclamé: '¡Don Santiago, se ve usted mucho mejor sin peluca que con ella!', porque unos meses antes la policía de Madrid lo había detenido llevando una peluca».
Don Juan Carlos se refería a la detención del líder comunista ocurrida el 22 de diciembre de 1976 tras su entrada ilegal en España con una peluca que le hizo famoso.
«Para mostrarle mi respeto, lo llamaba 'don Santiago', un privilegio que seguí concediéndole, incluso cuando, después de años de amistad, él me dijo: 'Majestad, me puede tutear', sobre todo porque en España el tratamiento formal de 'usted' se ha vuelto bastante raro, pero yo siempre le respondía: 'Para mí siempre serás don Santiago'», añade Don Juan Carlos.
El Carrillo de la Transición
En su libro de memorias, el Rey evita comentar las acciones de Carrillo durante la Guerra Civil y los asesinatos masivos que se le atribuyen en las matanzas de Paracuellos. Don Juan Carlos solo se refiere exclusivamente a su actitud en la Transición: «Le agradecí calurosamente las muestras de patriotismo que había demostrado desde su regreso del exilio. No comentaré sobre su juventud ni sobre sus acciones durante la Guerra Civil. No estuve allí, y sigo convencido de que es difícil conocer la verdad. Solo puedo dar fe de su actitud tras la muerte de Franco».
En otro momento del libro, Don Juan Carlos recuerda que «en la primera rueda de prensa de Santiago Carrillo en Madrid, añadió la bandera roja comunista, con la hoz y el martillo, a la bandera española. Algunos activistas se sintieron ofendidos y les costó aceptar esta nueva línea política, pero la disciplina del partido se impuso».
«Debemos reconocer los sacrificios que ambas partes, históricamente opuestas, acordaron hacer por España. Todos les debemos mucho a su sabiduría y madurez. Acabábamos de superar uno de los momentos más complicados de la transición democrática. La campaña para las elecciones parlamentarias podía comenzar. Los enemigos irreconciliables de ayer se convertirían en adversarios políticos, como en todos los países democráticos».
Carrillo y la imagen de la Corona
El Rey Juan Carlos relata una curiosa anécdota protagonizada por Carrillo: «Forjamos una relación maravillosa. Era muy respetuoso con la Corona. Un día se quejó ante el jefe de la Casa del Rey porque el presidente francés, Giscard d'Estaing, había ofrecido una magnífica cena durante su visita oficial a Madrid, una cena que superaba con creces la recepción que habíamos organizado en el Palacio Real a su llegada».
«Él, hijo de un sindicalista, un tipógrafo, que se había alistado como capitán en las filas republicanas y había dedicado su vida al comunismo, lo increpó, bastante agitado: «¡Es una vergüenza, se cena mejor en la mesa de un presidente francés que en la del Rey de España! Esto no debe repetirse. ¡El prestigio de nuestra monarquía está en juego!».
«Eran tiempos en que la extrema izquierda respetaba las instituciones del Estado -recuerda Don Juan Carlos-. No quiero sonar nostálgico ni repetitivo, pero lamento que se haya perdido cierto espíritu político, el llamado 'espíritu de transición' en detrimento de España y sus intereses».
Don Juan Carlos recuerda que algunas personas negaban el saludo a Carrillo y él procuraba que se superaran esas situaciones: «Algunos extremistas se negaban a estrecharle la mano. En recepciones oficiales, yo le tomaba del brazo a propósito para presentarle a los pocos disidentes, quienes se veían entonces obligados a adoptar una actitud cortés. Era necesario derribar barreras, dejar atrás los odios del pasado, para construir un futuro prometedor».