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27 de abril de 2024

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, tiene trabajo por delante si quiere recuperar los ingresos por turismo de su región.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, tiene trabajo por delante si quiere recuperar los ingresos por turismo de su regiónEuropa Press

El laberinto catalán

El independentismo boicotea a Aragonès

El manifiesto de la Diada presentado por la ANC es una enmienda a la totalidad a su política: «la mayoría independentista en el Parlament no se puede malbaratar en mesas de diálogo»

El próximo domingo es 11 de septiembre, la Diada. Entre 2012 y 2017 las macromanifestaciones convocadas por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Ómnium Cultural, con el apoyo entusiasta del Gobierno catalán y sus medios de comunicación, generaron un clima de falsa unanimidad social y de que era posible conseguir la independencia pasando por encima de las instituciones y la legislación.
Crear una cadena humana que cruzaba Cataluña de norte a sur o convocar a decenas de miles de personas para abarrotar la Diagonal de Barcelona fueron hitos de organización y movilización que animaban a unos y asustaban al resto de catalanes no independentistas, que asistían entre atónitos y asustados, desde sus casas, al gran despliegue y movilización del independentismo.
Esos tiempos son cosa del pasado. Eran años en los que ERC y CiU, luego CDC y posteriormente Junts, junto a la CUP, se daban la mano, aunque fuera por interés, y acudían unidos a estas manifestaciones. La animadversión que sienten unos por otros y lucha por el poder que vienen librando neo convergentes y republicanos vivía cada 11 de septiembre unos días de tregua, sus líderes recibían un baño de masas y cogían fuerzas para seguir con su desafío antidemocrático.
Desde 2017 las manifestaciones de la Diada han ido a menos y su formato ha cambiado. Si en el pasado fueron festivas y sin incidentes, poco a poco el tono se ha vuelto más agrio y la asistencia ha ido menguando. Tras la celebración del falso referéndum del 1 de octubre de 2017 y la posterior sentencia del Tribunal Supremo que condenó a los líderes políticos independentistas por sedición y malversación, las manifestaciones se volvieron violentas, y Cataluña vivió unos otoños de disturbios de los que ahora, tras los indultos concedidos por el Gobierno de Sánchez, casi nadie quiere acordarse. Sobre los que la sociedad catalana parece vivir una amnesia colectiva.
La Diada de este año, en la que se cumplen diez años del procés, que empezó en 2012 cuando Artur Mas dio el giro independentista a su partido para tapar los escándalos de corrupción que le acechaban a él y a su partido por el saqueo del Palau de la Música, es la que menor intensidad y mayor división presenta de todas las celebradas en la última década.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha confirmado este viernes que no asistirá a la manifestación del día 11 organizada por la ANC, Ómnium y la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) a la que, paradójicamente, pertenecen todos los municipios gobernados por ERC.

Temor a ser abucheado

El motivo por el que el presidente autonómico no acudirá a la marcha, que este año discurrirá por el Paralelo y el frente marítimo de Barcelona, es que teme ser abucheado por los asistentes.
El lema de la convocatoria de este año es «Tornem-hi per vènçer, independencia» (volvamos para vencer, independencia), en una clara alusión a repetir la declaración unilateral de independencia de octubre de 2017 llevada a cabo por el gobierno Puigdemont-Junqueras. El manifiesto de la Diada presentado por la ANC es una enmienda a la totalidad a la política de Pere Aragonès, dado que en el mismo se afirma que «la mayoría independentista en el Parlament no se puede malbaratar en mesas de diálogo» cuando el Gobierno catalán ha apostado todo a conseguir concesiones del Gobierno central en la llamada mesa de diálogo. El manifiesto asimismo habla de «300 años de intensa represión política y judicial» y propone «dejar de esperar a los partidos», así como afirma que «se ha acabado esperar algo de los partidos políticos».

Colón, símbolo del colonialismo español

La presidenta de la ANC, Dolors Feliu, ha declarado que si Aragonès no asiste a la manifestación «consideraré que no está implicado en el proyecto por la independencia». Asimismo, Feliu cree que el recorrido de la manifestación de este año es muy adecuado, dado que pasa por delante del monumento a Colón y de Capitanía a los que la líder de la ANC considera «símbolos del colonialismo español en Cataluña».
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