Sergio Fidalgo sostiene un ejemplar de su libro 'La corte del emperador Junqueras'
Entrevista
Sergio Fidalgo, en la corte del emperador Junqueras: «Si los patriotas renunciamos al humor, somos tontos»
El periodista se pasa a la sátira política en un libro que imagina una Cataluña futura y ridícula sospechosamente parecida a la actual
En el año 2036, Cataluña es un imperio –aunque España sigue pagando la fiesta– y Oriol Junqueras es su emperador. Jordi Pujol ha sido elevado a los altares mediante chantaje, Carles Puigdemont sigue exiliado y una cohorte intercambiable de bufones y consellers rodean al líder de Esquerra Imperial de Cataluña.
Este es el paisaje que imagina el periodista Sergio Fidalgo en La corte del emperador Junqueras (Hildy), una sátira política en la que el director de El Catalán viaja al futuro para explicar el presente. «Es un libro de guerrilla, de trinchera… pero en el fondo creo que me he quedado corto», sonríe Fidalgo en conversación con El Debate.
— Ha escrito varios libros de análisis político, ¿qué le ha llevado a cambiar de registro?
— Es muy sencillo: hay un arma que el constitucionalismo no está usando pero que el separatismo lleva empleando desde hace años, que es el humor. No es casual que TV3 se haya convertido en una especie de soviet de humoristas de extrema, extrema izquierda: Jair Domínguez, Peyu, Toni Soler, los Óscar, la gente de La Sotana... Usan el humor como una política muy eficaz.
— Y con no poco predicamento, cabe decir.
— Sí, porque aunque sus mensajes sean dañinos, técnicamente son buenos humoristas. No son el mainstream de ERC o los socialistas, pero les dejan hacer porque son útiles. ¿Por qué se permite a Jair Domínguez decir «puta España» en Catalunya Ràdio? Porque el clima de desafección que crean gota a gota les funciona.
Han creado un sustrato de jóvenes que compran ese mensaje, y además lo hacen con nuestro presupuesto, porque están todos colocados en la CCMA y en el grupo Godó. Mientras, nosotros no tenemos nada. Por eso creo que el humor tenemos que empezar a usarlo en serio.
— Hasta ahora, desde el constitucionalismo sí se ha hecho mucha denuncia del humor nacionalista más denigrante.
— Bueno, yo mismo he escrito tres libros sobre TV3, quejándome sobre gags como el de la Virgen del Rocío o aquel de BricoHeroes donde decían que querían una felación de la Reina Letizia y la Princesa Leonor. Y eso hay que hacerlo, sobre todo cuando es dinero público. Nunca hay que parar de denunciar, pero también habrá que ofrecer una alternativa.
Sergio Fidalgo, autor de 'La corte del emperador Junqueras'
Obviamente esto es un libro muy modesto y que he hecho yo solo, no es un programa de televisión ni un podcast multitudinario, pero quiero que los nuestros –patriotas, constitucionalistas, llámale como quieras– empecemos a pensar que no podemos estar todo el día llorando. Que hemos de salir a campo abierto y empezar a batallar. Lo que quiero es que otros me sigan: si renunciamos al humor, estamos siendo tontos.
— ¿Tabarnia fue un precedente?
— Sí, pero Tabarnia fue una cosa desorganizada, mientras que estos humoristas de TV3 están organizados: se conocen, interactúan, se pasan trabajos... Lo de Tabarnia estuvo bien, fue una cosa divertida y muchos estuvimos ahí, pero quedó en nada: no se creó una estructura para que después eso siguiera avanzando. Nos hemos reído mucho de las «estructures d'Estat», pero lo han hecho. Nosotros no, por falta de medios y de voluntad.
— Vayamos al libro, que no es novela sino teatro.
— Es Arniches: un teatrillo, un entremés, en el que hay personajes ridículos que hacen cosas ridículas, que son nuestros queridos socialistas, nuestros queridos miembros de ERC y Junts... porque si miras lo que han hecho los últimos años, las ridiculeces son continuas. ¿El show de Houdini de Puigdemont en Barcelona? Un vodevil.
Hemos de perderles el respeto, porque ellos no se respetan a sí mismos. Recordemos que aquí ha habido gente que ha acudido a votar vestido de plátano. Gente que se ha metido en jaulas, o que se ponía jaulas en la cabeza. O que se amarraba a las farolas con cinta amarilla. Es complicado reírse de gente que llega a esos extremos.
— En el libro, Cataluña es un imperio…
— Bueno, el argumento es muy sencillo. Estamos en el futuro, en 2036. Un año antes se ha producido la Revolución de los Fuets: Pedro Sánchez sigue gobernando y Salvador Illa, con una coalición progresista, va a Madrid con longanizas en la mano. El presidente, ante la gran multitud catalana, de 200 personas —y porque sigue dependiendo del grupo separatista en el Congreso, que ahora se llama «Puta España, oé»—, concede la república a Cataluña. Sin embargo, Junqueras da un contragolpe de Estado y proclama el imperio catalán.
— Pero sin romper con España del todo.
— No, seguimos mandando diputados al Congreso, en el grupo que te decía, porque el lema de Junqueras es: «Lo mío es mío y lo tuyo, también». Y Junqueras monta su corte, con los personajes más ridículos que puedes imaginar, que son los mismos que hay ahora. Toni Comín es chambelán, Miguelita Samper es consejera de Empresa –tras el travestismo político, ahora hace travestismo real–, Nacho Vidal es consejero de Feminismos...
— ¿Por qué el protagonista es Junqueras y no Puigdemont, que muchos verían como la opción más lógica?
— Porque da más juego. Puigdemont en el fondo es un pobre hombre que estaba en Gerona y le tocó la lotería, pero Junqueras, que es historiador, se sentía predestinado a ser el sucesor de Macià o Companys. Y como Pere Aragonès le quitó el puesto por la inhabilitación, tiene esa deuda pendiente: por eso no se acaba de retirar. Es un personaje poliédrico, te lo puedes imaginar con un manto de armiño y un cetro.
— ¿Se ha planteado dar el salto e intentar llevar esta obra del papel a un teatro?
— Es complejo. Hay muchos personajes, hay conspiraciones... De todas maneras ojalá algún productor haga algo así, aunque no sea adaptando este texto. En España haría falta un Polònia para contrarrestar el de TV3. ¿Que ellos hacen humor para denigrar a España? Hagamos humor para defenderla.