Pedro Sánchez y Salvador Illa, en una imagen de archivo
El laberinto catalán
La encrucijada catalana de Sánchez: ¿salvará a Illa o a María Jesús Montero?
El debate de política general en el parlamento catalán deja de manifestó la extrema debilidad del PSC
El debate de política general celebrado esta semana en el parlamento catalán no levanto pasiones, ni tuvo grandes audiencias, pero tampoco fue un paseo triunfal para Salvador Illa, que salió del mismo peor de lo que había entrado, y con los presupuestos más lejos de ser aprobados.
Entre Pedro Sánchez e Illa hay muchos parecidos, pero una gran diferencia: Sánchez ha renunciado a presentar presupuestos, pero Illa no. Sin embargo, el presidente autonómico catalán afronta su segundo año de mandato sin cuentas aprobadas.
Tras el debate en la Ciutadella, lo es seguro es que el 1 de enero no habrá presupuestos de la Generalitat aprobados, dado que el proceso parlamentario se prolonga entre tres y cuatro meses y a estas alturas de año el mismo ni ha empezado. Además, el citado debate ha dejado más nubarrones que un horizonte despajado.
El debate de política general se abrió con el anuncio de Illa de que mediante la colaboración público–privada se iban a construir en pocos años 214.000 viviendas en Cataluña. Sin embargo, cuando el plan se tuvo que concretar, los socios de investidura de Illa –esto es, la extrema izquierda de los Comunes-Sumar y los independentistas de ERC– tumbaron la propuesta. La medida estrella de Illa quedó en mero anuncio.
El debate empezó mal
En un tiempo en el que la política ha abandonado la gestión y se ha reducido a titulares quizás eso sea suficiente para el PSC, pero la realidad es que lo que tumbó la propuesta es la palabra «privado». Ni los neocomunistas de la flotilla ni los independentistas de izquierda están dispuestos a reconocer que el sector privado sea capaz de generar nada positivo.
El «no» al plan de vivienda de los socios de Yolanda Díaz en Cataluña y de los de Oriol Junqueras, que se durmió en la tribuna de invitados mientras intervenía el portavoz de su partido, fue sólo el colofón a un debate que empezó mal cuando la podemita Ione Belarra anunció el visto bueno de sus diputados tránsfugas al decreto de embargo de armas a Israel a cambio de retrasar hasta 2031 el inicio de las obras de la ampliación del aeropuerto de El Prat.
Sin duda, Belarra no ha sufrido las colas para acceder a la zona de embarque, ni ha visto con sus ojos el abandono de la T2 del aeropuerto barcelonés. Desde la Generalitat se afanaron todo lo que pudieron a desmentir la noticia, pero el daño ya estaba hecho. Para Sánchez lo que necesitan los catalanes es secundario en relación con lo que a él le conviene personalmente.
«No» al referéndum
Los problemas no terminaron aquí. Tras el debate en el parlamento regional, llegó el momento de las propuestas de resolución, donde Junts planteó el aval a la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
El PSC, no se sabe muy bien por qué, votó en contra y Junts amenazó con presentar sus quejas a Zapatero en la próxima reunión secreta de Ginebra entre el bolivariano expresidente del gobierno central, el prófugo expresidente de la Generalitat y el mediador salvadoreño.
El líder de Junts, Carles Puigdemont, en una imagen de archivo
¿Qué sucederá cuando ZP tenga que escuchar el lamento de Puigdemont? Con José Luis Ábalos fuera de juego, ¿a quién encargará Sánchez que llame a Illa para que «no le toque los cojones», como hacía con Fernández Vara y Lambán (DEP), o con García Page?
Presupuestos
Illa cuenta con 42 escaños y necesita 68 para aprobar un presupuesto. Desde que es presidente no ha logrado aprobar ninguno. Cuenta solo con sus propios escaños y los seis diputados de los Comunes, que siempre se quejan pero a la hora de la verdad nunca le fallan a los socialistas.
Estos son su uno fijo en la quiniela, pero les siguen faltando 20 escaños para tener presupuestos, y esos votos solo pueden llegar de ERC, que ha condicionado ese apoyo a que avance en Madrid la « financiación singular», o sea, la insolidaridad fiscal catalana que dejaría en bandeja la mayoría absoluta al PP de Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía en las próximas elecciones autonómicas, que se celebrarán durante el primer semestre del próximo año.
Sánchez tiene que elegir: Andalucía o Cataluña. Elegirá a la segunda porque, aunque en la comunidad el sur vive más gente, ya la tiene perdida, mientras que Cataluña es el último reducto socialista en España. El problema para Sánchez y para Illa es que, incluso si entrega la hacienda a la Generalitat, los presupuestos seguirán dependiendo de ERC, y para los de Junqueras y Gabriel Rufián apoyar a Sánchez en Madrid no tiene coste, pero hacerlo en Cataluña da alas a sus adversarios de Junts y Aliança Catalana.