Lluís Companys(centro) en Sabadell, en 1937
Memoria histórica
Cataluña tergiversa la memoria histórica y exalta a Companys, responsable del asesinato de 26.600 personas
El 15 de octubre se ha convertido en un día sectario que ignora a las víctimas de la represión republicana
Hace 85 años, el 15 de octubre de 1936, el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Lluís Companys, fue fusilado a las 6,30 horas en el foso de Santa Elena del castillo de Montjuïc.
Sin embargo, al contrario de lo que ha querido vender el nacionalismo, no le fusilaron por ser presidente ni porque hubiera una persecución contra Cataluña, sino que le condenaron por haber mandado fusilar a los militares que se levantaron en armas el 19 de julio de 1936 en Barcelona.
Al respecto, Francesc Cambó es claro en su memorias, al escribir que: «[Companys] el 6 de octubre del 34 había cometido igual delito que los militares… y fue indultado. En 1936 él hizo fusilar a todos los militares revolucionarios».
El lugar del fusilamiento no fue elegido al azar. Durante el período de dominio republicano de Barcelona, el castillo fue utilizado como centro de detención y se estima que alrededor de 250 personas fueron ejecutadas allí por el gobierno republicano, principalmente por acusaciones de traición y espionaje. Hay menciones de hasta 62 fusilamientos en un solo día en agosto de 1938.
Revisionismo histórico
Teniendo en cuenta el revisionismo histórico que se ha aplicado en España, gracias a José Luis Rodríguez Zapatero, el 15 de octubre se celebra en Cataluña el Día en memoria de las víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista. Es un hecho diferencial, pues en toda España se celebra el 31 de octubre el Día de Recuerdo y Homenaje a todas las Víctimas del Golpe militar, la Guerra y la Dictadura.
Esta conmemoración, lejos de ser un ejercicio unánime de reconciliación nacional, ha suscitado una profunda controversia. Para una parte significativa de la sociedad y la esfera política, esta conmemoración oficial no representa la clausura serena de un capítulo doloroso, sino la reapertura instrumentalizada de las heridas del pasado.
En el centro, Francesc Macià y Lluís Companys, fundadores de ERC
La designación del 15 de octubre para conmemorar estos hechos es objeto de intensas críticas por parte de aquellos que ven en esta conmemoración, y en la Ley de Memoria Democrática catalana en general, un ejercicio de instrumentalización política que rompe la convivencia y establece una memoria ideológica y excluyente.
El principal reproche a la conmemoración del 15 de octubre es su evidente sesgo político y nacionalista. Al ligar el Día de Recuerdo a la figura de Lluís Companys, la Generalitat opta por un símbolo que, aunque trágico, prioriza el sufrimiento de una víctima institucional y nacionalista sobre el dolor universal de la población civil y de todas las víctimas.
Esta elección desplaza el foco del recuerdo de las miles de personas anónimas, de diversa ideología, en la cual podemos incluir a liberales, socialistas y comunistas, que fueron fusiladas o reprimidas, y lo centra en la narrativa del ataque a la autonomía y la identidad catalana.
Esto convierte el día no en una jornada de recuerdo democrático amplio, sino en una plataforma para la reivindicación política contemporánea. Una memoria verdaderamente inclusiva, según esta crítica, debería haber optado por una fecha desvinculada de figuras políticas concretas y más representativa del sufrimiento colectivo.
Las víctimas de Companys
Esta conmemoración sesgada, solo a favor de un bando, provoca el olvido deliberado y selectivo de las víctimas de la violencia ejercida por el bando republicano y sus facciones durante la Guerra Civil en Cataluña. Durante el período de la guerra, la retaguardia catalana experimentó una intensa violencia revolucionaria y anticlerical, que resultó en miles de asesinatos, especialmente de religiosos, conservadores y personas vinculadas a la derecha.
La ley y la celebración de este día, se centra en las víctimas de la represión de la dictadura franquista, ignorando, o minimizando hasta la invisibilidad, a las víctimas de las checas, los asesinatos a manos de la FAI o el POUM, y la persecución religiosa. Recordemos que, solo en la retaguardia catalana, se asesinó a 26.606 personas por el simple hecho de no formar parte del poder establecido por los anarcosindicalistas, comunistas y miembros del Gobierno de la Generalitat de Cataluña.
Al no condenar con el mismo vigor y no honrar con el mismo reconocimiento a todas las víctimas, la Generalitat incurre en lo que sus detractores denominan una memoria parcial o memoria única, perpetuando la división social e impidiendo la verdadera reconciliación.
Lluís Companys, realizando un mensaje por radio, en 1936
La principal virtud de la Transición fue el consenso articulado en torno a la Ley de Amnistía de 1977, que buscó una borrón y cuenta nueva para hacer posible la democracia. La reactivación del debate histórico y la creación de un día de recuerdo con un marcado sesgo ideológico es un intento de reabrir heridas que la mayoría de los ciudadanos, de acuerdo con el espíritu de la Transición, consideraban cerradas.
Con lo cual, la celebración de este día, el 15 de octubre, no es un acto de reconciliación, sino de exaltación hacia un personaje, Lluís Companys, a quien debían haber juzgado por genocida, al ser el responsable de la muerte de 26.606 personas en Cataluña. A esto debemos añadir lo que explicaba Cambó.
En definitiva, este miércoles supone un día sectario, que ignora a todas las víctimas, desafía el consenso de la Transición, y solo pretende instrumentalizar la figura de un genocida llamado Lluís Companys.