Imagen de archivo de un hombre disfrazado como un fantasma
Leyendas de Cataluña
El fantasma catalán que no pudo descansar hasta que su fortuna se repartió entre los pobres
Una leyenda de Fogars de la Selva que adquiere tintes de fábula
Esta leyenda tiene su origen en el municipio de Fogars de la Selva, en la comarca del Bages (Barcelona). Se cuenta que había un caballero anciano que había vivido toda su vida obsesionado con sus posesiones, en especial con sus monedas de oro.
Jamás había compartido nada, hasta el punto de querer conservarlas incluso después de su muerte. Para ello, el caballero cavó un agujero, al lado de la tumba que tenía construida para el momento de su muerte, con el fin de esconder allí su preciado tesoro una vez fallecido.
Una noche el caballero salió al bosque para esconder sus monedas de oro, pero debido a su estado de salud y el extremo frío que hacía, cayó enfermo. Murió a los pocos días. No tenía descendencia directa, aunque era el padrino de una niña llamada Bepa, a la que un día por su cumpleaños le regaló una moneda de oro. Esta, tras su muerte, heredó la vivienda y tierras de este.
A pesar de que se habló mucho sobre el tesoro del anciano caballero, nadie nunca pudo encontrarlo. Cada luna nueva a medianoche, desde que murió el caballero, se escuchaba el sonido de cadenas proveniente de la tumba del viejo, dándole la población el nombre de Clot de l’Infern («hoyo del infierno»).
Un día el espectro del anciano fallecido se le apareció a Bepa y le dijo que gracias a la moneda que le dio en su día no fue al infierno, pero había sido condenado a vagar por el Inframundo hasta que su tesoro fuese repartido entre los pobres. Con la ayuda de Bepa, el tesoro fue encontrado y repartido, lo que permitió al anciano caballero descansar en paz.