Luis Miguel Moreno durante un turno como Policía Nacional
El policía Nacional que renuncia a su plaza y quiere presentarse a Eurovisión
Renunciar a una plaza como subinspector de la Policía Nacional no es algo que se vea a menudo. Hacerlo después de 20 años de carrera, en pleno ascenso profesional, con estabilidad y respeto institucional, es aún más inusual. Pero eso es exactamente lo que ha hecho Luis Miguel Moreno. Desde el 1 de junio, dejó de ser policía. No pidió una excedencia. No se guardó una red de seguridad. Renunció. Y lo hizo, según explica a El Debate, con una claridad mental abrumadora: «Si me dejaba una vía de retorno, ¿Qué mensaje le estaría enviando al universo? Esto no es un salto al vacío. Mi red soy yo».
Del uniforme al escenario
Moreno insiste en que tanto su etapa como policía como su nueva etapa como músico nacen de la misma raíz: servir a los demás. «Yo siempre he estado al servicio. Lo que busco con la música es elevar la vibración del lugar donde estoy, que la gente se sienta mejor después de escucharme. Eso también es vocación», asegura.
La policía fue su camino durante más de dos décadas. Entró en la academia tras una etapa de incertidumbre en la universidad, cuando estudiaba Derecho «porque era de letras puras y no sabía muy bien qué hacer». La oposición fue el encaje perfecto: disciplina, deporte, servicio. «Me encantó durante años. Estuve en la élite judicial, en unidades de delincuencia violenta. He vivido lo más duro de esta profesión», relata. «Hay casos donde sabes quién es el asesino, pero no puedes demostrarlo. Y te lo llevas a casa. Esa energía te endurece. Y si no sabes gestionarla, te acaba pasando factura», recuerda.
Luis Miguel Moreno, el subinspector de Policía que renunció a su carrera por la música
Su implicación no fue solo operativa. También lideró un sindicato policial a nivel nacional, enfrentándose a estructuras que consideraba injustas. «Intentando cambiar el mundo, el mundo no cambió. Pero yo sí cambié. Y desde esa nueva mirada, el mundo es otro», reflexiona. Hoy, dice, ha abandonado el conflicto como herramienta. «Sigo ayudando, pero desde otro lugar. Más luminoso. Menos confrontativo».
Una pulsión artística de toda la vida
Mucho antes de enfundarse el uniforme, Luis Miguel ya sabía lo que era un escenario. De niño, lo apodaban el pequeño Caruso por su afición a cantar ópera. Fue finalista de concursos de playback en fiestas de Hogueras, de karaoke en televisión, y más tarde probó suerte en el mundo del monólogo con un personaje propio, que huía del sarcasmo y apostaba por el humor amable.
Pero el verdadero clic ocurrió cuando organizó un espectáculo propio, donde cantaba e improvisaba. «Ahí sentí una realización que no había experimentado nunca. Me di cuenta de que tenía algo especial, algo que no podía dejar como simple hobby».
Durante años, mantuvo viva su faceta artística, pero sin tomar la decisión de apostar por ella por completo. Hasta ahora.
Sin red, pero con un plan
Moreno tiene claro que su decisión no es un salto inconsciente. «Tengo un colchón hasta final de año. Sé que tengo que generar ingresos con mi música y lo voy a hacer. Porque me va la vida en ello», afirma.
En este momento, trabaja en múltiples frentes: terminar su disco, diseñar un show sólido para una gira, buscar patrocinadores que le permitan llevar al escenario la propuesta que imagina, y escribir un libro que recoja todo este proceso. «No hay prisa. Estoy dejando que la vida me lleve. Lo importante es el enfoque. Estoy completamente centrado en esto, sin distracciones».
Luis Miguel Moreno, durante una actuación en un pub de Alicante
Uno de sus objetivos más concretos es presentarse al Benidorm Fest, el certamen que elige al representante español en Eurovisión. «Ya tengo la canción: Tómame. Pregunté a mis seguidores si querían que me presentara con ella y dijeron que sí. Vamos a tope».
La canción, como todas las suyas, es de autoría propia. Letra y melodía llevan su firma. La producción corre a cargo de José Rodríguez, productor alicantino con el que ha formado una alianza creativa. «Nos conocimos cuando fue mi profesor de producción musical. Yo componía con guitarra, pero necesitaba alguien que diera forma profesional a mis ideas. Fue una sinergia automática. Él es un técnico exquisito, yo traigo la creatividad, y juntos sacamos temas que beben del pop electrónico de los 80 y 90, que me encanta».
Entre el vértigo ajeno y la fe propia
Enfrentar la incomprensión también ha sido parte del proceso. Su familia no termina de entenderlo. «Pero no les pido que me entiendan. Solo que me respeten. Por primera vez, llevo las riendas de mi vida». Entre sus compañeros de la Policía, la reacción ha sido dispar: «Muchos me apoyan y admiran el valor de dar este paso. Otros me ven como un loco. Pero no me afecta. Ya he aprendido que lo que los demás piensan de ti solo te afecta si tú se lo permites».
Sabe que hay quien lo sigue solo para ver si fracasa. Pero también hay quien le sigue para inspirarse. «Hay muchas personas que desearían tener la libertad que yo tengo ahora. Y yo la estoy aprovechando al máximo. El éxito ya está en el proceso. Lo demás llegará».
Un camino sin vuelta atrás
Luismi Moreno no ha dejado una carrera. Ha transformado su vida. Lo ha hecho sin nostalgia, con decisión y fe absoluta en que su talento -potenciado con disciplina, trabajo y una visión clara- le llevará donde quiere estar. Lo más cerca de momento: el Benidorm Fest. Pero su horizonte es mucho más amplio.
«No sé en qué forma llegará el éxito. Pero sé que va a llegar. Porque estoy poniendo todo. Y cuando lo haces, el universo responde», asegura el ya expolicía.