En el país de las hadas
En Coruña todavía somos más bien moderados respecto a esa moda de poner villancicos a todo volumen en las calles del centro, pero esta semana ya me he tropezado con el cuento navideño de los Pogues en un par de tiendas
Se ha colado estos días en la lista de temas navideños que suenan a media voz en escaleras mecánicas, ascensores y otros artilugios de subir y bajar, el Fairytale of New York de los Pogues y Kirsty MacColl. Una canción cruda y hermosa, como todas las grandes composiciones de una banda que era una pura contradicción: fueron, desde Londres, el grupo más irlandés de aquellos días de plomo. El tema, para no descabalgarnos del lomo de las paradojas, es un cuento de hadas donde las hadas ni están ni se les espera. Habla más bien de una pareja de perdedores que se despellejan amorosamente mientras de fondo suenan las campanas de Navidad.
No sé si un grupo de fracasistas vocacionales como los Pogues pueden colgarse la medalla de un hit, pero el caso es que este fue su gran éxito. Me he acordado de la canción por uno de esos vídeos que te saltan aleatoriamente en el móvil cuando buscas otra cosa y por un artículo de Peláez en el que evocaba la grandeza punk y folk de este antivillancico.
En Coruña todavía somos más bien moderados respecto a esa moda de poner villancicos a todo volumen en las calles del centro —en Vigo la playlist del Burrito Sabanero y sus variantes te sigue a todas partes, como el alumbrado, que ilumina tus pupilas aunque estés encerrado a oscuras en tu madriguera—, pero esta semana ya me he tropezado con el antivillancico de los Pogues en un par de tiendas coruñesas. Nada me puede hacer más feliz. Como soy un navideño convicto y confeso, admito que me encanta escuchar la voz desdentada de MacGowan entre el Tamborilero de Raphael y las felicitaciones anuales de Mariah Carey y los Wham.
Mercadillo Navideño en La Coruña
La mejor versión de Fairytale of New York no la canta su vocalista, Shane MacGowan, sino que suena en su funeral, con el bueno de Shane de cuerpo presente dentro de un ataúd de mimbre cubierto de rosas rojas. No se pierdan el vídeo. Sucedió el 8 de diciembre de 2023 —sin duda la fecha elegida fue una última provocación del católico irlandés a sus vecinos ingleses— en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en Nenagh (condado de Tipperary). Como homenaje al difunto, Glen Hansard y Lisa O’Neill interpretaron el cuento de hadas de Shane con tanto entusiasmo que, hacia el final del tema, media iglesia se puso en pie para bailar. Solo los Pogues pueden hacer de un antivillancico el mejor villancico. Y solo los irlandeses pueden convertir un funeral en una gran boda gitana.
Cómo le habría gustado esa escena a mi querido y añorado Nacho Mirás, que se nos murió hace ya diez años. Adoraba la música —era un gaitero notable— y escribió la mejor crónica de una boda gitana que yo recuerde. Claro que escribió las mejores crónicas que yo recuerde sobre casi todo, y que ahora pueden leer en un recopilatorio que se ha publicado estos días (Xornalismo gaiteiro). A Nacho le habría encantado ver a un puñado de irlandeses locos bailando y cantando en medio de esas honras fúnebres salidas de madre. En Galicia algo sabemos de eso: ¿a qué gallego no se le ha ido de las manos alguna vez un velatorio?
Me acuerdo estos días de Nacho Mirás, de Shane MacGowan y de las hadas de ese cuento de Navidad sin hadas que nos dejaron los Pogues. Y pienso que a ese territorio donde habitan los duendes, las ninfas y los espíritus del bosque —ubicado a miles de años luz de los protagonistas de la canción— siempre lo hemos llamado el país o el reino de las hadas. A nadie, en ningún idioma, se le ha ocurrido jamás referirse a ese otro mundo como la nación de las hadas. ¿Quién querría un Estado de las hadas? ¿O una mancomunidad de municipios de las hadas? Dejemos que los políticos se entretengan con sus palabrerías. Al común de los mortales nos iluminan por dentro cosas mucho más sencillas e importantes. Por algo será que, al contrario que esas naciones de juguete que aparecen y desaparecen de los mapas, la amistad y las hadas son eternas.