Abordar y prevenir la violencia escolar, incluido el acoso, es una meta específica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030

La violencia escolar, incluido el acoso, es una meta específica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030GTRES

Día Internacional Contra la Violencia y el Acoso Escolar

Cuatro de cada diez andaluces ha sufrido violencia en su etapa educativa

El 90% de ellos indica que esta situación tuvo consecuencia a lo largo de su vida. Entre ellas, depresión, baja autoestima o ansiedad.

Hoy se celebra el Día Internacional contra la violencia y el acoso escolar, incluido el ciberacoso. en un momento en el que la sociedad está experimentando un crecimiento exponencial de las cifras de agresión en las aulas. Que, incluso, según los expertos, como Pilar Jurado Ortiz, psicóloga especialista en neurodesarrollo infantojuvenil, podrían ser mucho más altas debido a «las situaciones silenciosas». Casos que no salen a la luz por creencias erróneas, «situaciones que se han dado toda la vida» o, simplemente, por tapar una agresión.
Actualmente, padres, profesores, centros educativos y entidades públicas se deben enfrentar a datos y consecuencias arrolladoras. Según los adultos que fueron niños acosados, cifran en un 70% haber sufrido acoso psicológico, 46% acoso verbal, 39% víctimas de acoso social y un 26% agresiones físicas.
Hoy en día, los jóvenes y niños afrontan de otra forma la violencia en las aulas ya que, tal y como indica Pilar, «tienen más recursos a la hora de enfrentarse, estamos haciendo niños más resolutivos. Lo principal es el modelo, educamos por acción y por modelado, hay muchas personas no son consciente de que ellos son modelos de conducta ansiosa o agresiva. Todos nos tenemos que mirar nuestro propio ombligo si queremos prevenir que nuestros hijos sean agresores o víctimas»

No es cosa de niños

«Es un juego», «no lo dirá en serio», «anda, no le hagas caso» «tú pasa». Estas pueden ser algunas de las frases o, casi costumbres, que se pueden oír en los entornos familiares o educativos cuando ocurre un acoso, ya sea verbal o físico. Y es que, este «juego de niños», como lo llamarían algunos, ha hecho que 9 de cada 10 andaluces que sufrieron bullying durante su etapa escolar hayan sufrido consecuencias a lo largo de toda su vida. Y es que, el 24% de ellos reconoce que esa experiencia le marcó para siempre, el 40% que daño su autoestima, el 31% que le hizo mas introvertido y el 17% que le generó ansiedad o depresión (9%).
Con estas cifras tan imponentes, es mandatorio alzar la voz y poner nombre a cada pieza de esta ecuación. La directora de la clínica Aprender Pensando, nos explica las dos partes bien diferenciadas «está el rol del acosador, el que marca las directrices que inciden negativamente sobre la víctima, con un perfil agresivo. Son personas que se mueven en la ira y a nivel de escala de valores son poco respetuosos, poco tolerantes». Por otro lado, encontramos «el perfil de una víctima, con interacción pasiva. Se trata de personas inseguras, dependientes, con poca confianza en ellas mismas». Sin olvidar, otros agentes como los que siguen al acosador, haciéndole coro o los que observan y callan por miedo. En general, «este es el escenario» que se estaría dando en las escuelas cordobesas y andaluzas.
Además, uno de los principales errores es llamar víctima sólo al acosado. La psicóloga, afirma que «Todos son víctimas. El agresor también tiene problemas. La persona que agrede tiene un déficit de habilidades sociales. Tanto en la casa del agresor, como de la víctima hay un problema». Haciendo una llamada de atención a, no sólo poner el foco en los niños o niñas que son insultados, sino en la causa o dificultades que llevan al agresor a esa situación.

Acoso 24 horas

Las redes sociales, las aplicaciones de mensajería y la inteligencia artificial no dejan ni un minuto de descanso a los agredidos. 2 de cada 10 andaluces escolarizados ha sido víctima de burlas en redes y el 16% ha sido insultado o criticado en redes sociales. El bullying no finaliza cuando las aulas cierran, sino que se mantiene a lo largo del día, el fin de semana y hasta en vacaciones.
La especialista, enfatiza en que la gran diferencia entre el acoso de hace décadas y el de ahora es «el acceso a la tecnología, a internet, donde se puede decir de todo sin que nada te frene». Ya sea un comentario ante una cuenta de millones de seguidores, una persona anónima o a compañeros de instituto. E insiste en que la solución al uso de internet por parte de los hijos «no es prohibir. Los padres tenemos que saber cómo usar las redes, su funcionamiento, sus riesgos, para poder educar a nuestros hijos en un uso responsable de las mismas».
Internet abre una enorme ventana de posibilidades para aumentar el acoso escolar y, sobre todo, llevarlo a otra dimensión. Desde memes, vídeos o fotografías falseadas o campañas de descredito. Una vulneración de los derechos a todos los niveles que, por desgracia, no acaba al sonar el timbre. De hecho, el inadecuado uso de la inteligencia artificial se erige como una de las principales causas del ciberacoso, situado en un 13% en Andalucía. Mirar hacia otro lado o dejar que jóvenes sean quienes se autorregulen parece un error.

Nuevos modelos sociales

Cantantes que blasfeman ante miles de personas en un concierto, famosos que agreden verbalmente a otros o campañas malsonantes. Los iconos para los jóvenes han cambiado, ahora llenan estadios, hablan de acoso sexual, promueven la violencia y ganan millones. La sociedad premia a los agresores y castiga a las víctimas.
Cuentan los likes, los seguidores y su impacto social en clave negativa. Cuanto mayor sea el golpe, la polémica o el reto… ¡Enhorabuena! El algoritmo te ha premiado. Se torna indiferente la gramática, el mensaje, la finalidad y, sobre todo el medio, la viralización es el objetivo.
¿Y que le ocurre a la sociedad? Pilar, afirma que «se ha normalizado la interacción agresiva. En las series que ven nuestros hijos los personajes se tratan mal, sus trazos y rasgos no son cándidos… y son valores que están aprendiendo desde pequeños». Además, «la escala de valores es más difusa. Hemos interpretado mal el término tolerancia y se permite demasiado, le restamos importancia a las equivocaciones, a los errores, y en ello también, tiene cabida cuando hacemos daño a alguien».
Los perfiles de las víctimas también se modifican, según la sociedad y los cánones establecidos en ese momento. El acoso puede comenzar por un aspecto físico, intelectual o de gustos, e ir cambiando con el paso de los años a lo que se le denomina, el grupo normativo. Tal y como explica la psicóloga, el detonante ocurre cuando el individuo «se sale de la norma». Cuando no van peinados como el futbolista del momento, por ejemplo, no visten de la marca de referencia o, simplemente, les gusta estudiar.

Educar es la respuesta

El 50% de los adultos reconoce que no le contó a nadie durante su infancia que estaba siendo acosado. Un dato que casa a la perfección con el mutismo y hermetismo que causa en la sociedad los casos de bullying. ¿El problema? En palabras de la psicóloga , «tendemos a valorar negativamente el colegio que destapa una situación de acoso, cuando debería de ser todo lo contrario. Tendríamos que darle una medalla». De hecho, siguiendo con las cifras oficiales, el 77% de los padres cree que los centros educativos suelen ocultar los casos de acoso para evitar una imagen negativa.
Para revertir el acoso y la forma en la que la sociedad, y las entidades, se enfrentan a ello, la experta propone «hacer una revisión de lo que estamos construyendo entre todos. Es un problema de modelo. El colegio que abre un protocolo de acoso, es un colegio que usa los recursos que la administración pone a su disposición. Hay que esforzarse y valorar positivamente a los colegios que dan un paso adelante frente al acoso».
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