De comienzo en comienzoElena Murillo

Vivir el Camino (III)

«Aprendí el verdadero significado de la metáfora que representa la vida, que el camino a veces te quita algo y otras te devuelve bastante más»

Actualizada 05:00

Cuando alguien me pregunta por el Camino de Santiago con inquietud por conocer e iniciarse en esta ruta milenaria, suelo recomendar el Camino portugués en territorio español. Alrededor de ciento veinte kilómetros que lo convierten en una senda bastante asequible, que está menos transitada que el tradicional Camino francés y que te sumerge en grandes bosques así como en aldeas que viven de sus cultivos tradicionales.
Han sido dos las veces que he recorrido el Camino portugués desde Tuy, una ciudad que emerge en la ribera del Miño. Dos oportunidades para alcanzar la misma meta con circunstancias diferentes y con compañeros de camino distintos, como ocurre en nuestro día a día. En ambas ocasiones, antes de comenzar el trayecto, he podido atravesar a pie el Puente Internacional para llegar hasta el pueblo fronterizo de Valença do Minho y estampar el primer sello en la credencial. Es un paseo agradable que te permite conocer la fortaleza con los distintos baluartes (del Carmen, de San Juan, del Socorro, de San Francisco…) que unen los lienzos de la muralla y percibir las costumbres del país vecino. A la vuelta, volver a cruzar la frontera y recrear la vista con la estampa que dibuja la catedral de Santa María sobre el río. De visita obligada, supone una delicia cenar en la misma plaza en la que se ubica por la panorámica que regala este entorno tan acogedor.
Mojón jacobeo

Mojón jacobeo

En la primera etapa reconforta el paso sobre el Louro, afluente del Miño, atravesando un puente con grandes losas. La llegada a Porriño resultó mucho más atractiva la segunda vez que la primera que la recorrí ya que es posible evitar el polígono industrial con un camino alternativo con espesa vegetación siguiendo el curso del ya nombrado Louro. Alcanzada la meta del primer día, es necesario destacar la Casa Consistorial hecha con granito de la zona o el excelente estado de conservación de la Capilla de las Angustias desde que se construyera en el siglo XVI.
El itinerario transcurre por vías antiguas como la vía romana XIX, lavaderos y un paisaje marcado por las plantaciones de maíz y multitud de parras que se convierten en cobijo en muchos tramos. Resulta maravilloso poder disfrutar el paso por cada aldea, los diferentes paisajes, pero no podría recogerlos todos en una simple columna. En cualquier caso, no olvido Redondela con sus viaductos y la playa de Cesantes, el tránsito formidable por Ponte Sampaio, una visita al convento de San Francisco y a la Virgen Peregrina en Pontevedra, los balnearios de Caldas de Reis, el pedrón en el que fue amarrada la barca con los restos del apóstol en la iglesia de Santiago y la casa de Rosalía de Castro en Padrón o en Iria Flavia la tumba del que fuera Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela. Son tantos los puntos de interés y la gran cantidad de recuerdos entrañables…
Catedral de Tuy

Catedral de Tuy

De mi paso por esta calzada saqué numerosas enseñanzas. Aprendí el verdadero significado de la metáfora que representa la vida, que el camino a veces te quita algo y otras te devuelve bastante más, pero sobre todo me quedó claro que la vida es un camino y que, pese a todo, cada cual elige con quién quiere caminar.
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