El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

Demetrio Fernández, a contramundo

Actualizada 10:31

Desde hace años, existe en Córdoba un género que se puede definir algo así como anti-literatura chabacana. Consiste en la recopilación de contestaciones en las redes sociales a las cartas u homilías del obispo de la diócesis, Demetrio Fernández. Basta que el obispo opine sobre un asunto en la línea de la doctrina tradicional católica para que una jauría de personas se lance contra él, de forma directa y vulgar, con respuestas tan malsonantes y groseras que se asemejan a la de animales rabiosos. En ocasiones he tenido la curiosidad de comprobar quiénes eran los más furibundos, y se podía comprobar que gente de todo tipo, abundando, por cierto, los profesores, lo cual redoblaba la sorpresa. Si el perro de Pavlov salivaba al toque de la campanilla, muchos cordobeses echan espumarajos por la boca, ¿u hocico?, cuando se exponen cuestiones fundamentales de fe y moral de forma razonada. Ante la posibilidad de debate se alza el ladrido descontrolado.

Si en los últimos cincuenta años de rodillo anti-católico no se ha producido en España una apostasía general, convirtiéndose en el primer país sin religión o nihilista del mundo, se debe a varios factores. En primer lugar a la inercia del régimen franquista, que creó una influencia beneficiosa en la democracia durante un tiempo prolongado. También a la religiosidad popular de Andalucía, Castilla o Extremadura. Indudablemente a la organización de determinados colegios concertados y a la fuerza que aún mantiene el Opus Dei con su red de centros educativos y universidades. No hay que olvidar a los casi heroicos reductos tradicionalistas. Y mucho menos a un sinfín de religiosos y sacerdotes, desde las parroquias a miembros de la jerarquía eclesiástica, como Demetrio Fernández, que no claudicaron ante ciertas corrientes generadas en el Concilio Vaticano II. Desde entonces, la Iglesia parece decidida a sabotearse a sí misma.

De esta forma, el contenido de sus cartas u homilías han supuesto, a lo largo de los años, una forma no ya de ir a contracorriente, aún más, de ir a contramundo en un ambiente abiertamente anticristiano que se dirige, poco a poco, hacia nuevas formas de persecución religiosa. Ya cuenta el fenómeno, de hecho, con diversas formas de profanación, sea de los cadáveres de determinadas personas o la acción depravada constante en los cementerios católicos con la excusa de la ley de memoria histórica. Y así, esa obra constante del obispo, se alza como uno de los últimos bastiones del espíritu en un contexto general de absoluta decadencia, asumida por gran parte de la población como algo normal debido a la intensa propagación de todo tipo de anti-valores por parte de la mayoría de medios, instituciones e industria del espectáculo.

En el tiempo en que el Obispo Osio será considerado santo, se nos va Demetrio Fernández, leal a su vocación e impertérrito ante los continuos ataques recibidos. ¿A contracorriente? Siempre se mantuvo firme y a contramundo en los temas fundamentales, del aborto al matrimonio, de la reproducción asistida a las leyes feministas o de contenido sexual, de la agenda 2030 a la familia. Tras una gran labor que deben reconocer todos los fieles, confiamos en que el próximo obispo siga generando tan coléricas reacciones entre el respetable... poco respetable, y prolifere, para solaz del íntegro, esa anti-literatura chabacana, señal indudable de que se hacen bien las cosas.

comentarios

Más de Córdoba - Opinión

tracking