El rodadero de los lobosJesús Cabrera

La Cata (nueva era)

«Al final se ha dado la vuelta al calcetín y ha sido el propio sector el que ha puesto los cimientos para casi levantar desde cero un nuevo modelo»

Actualizada 04:30

Muchos pensaban que la suspensión del año pasado de la Cata del Vino iba a propiciar un cambio más suave en su organización. Algo así como un nuevo recinto capaz y, a lo mejor, recortar algo el horario nocturno, pero poco más. El modelo vigente hasta ahora estaba agotado y en su fórmula atraía un público que, precisamente, no era el buscado por el Consejo Regulador. Hacer una buena caja durante cuatro días no solucionaba nada si luego estos caldos no se consumían durante el resto del año.

Ahora se ha optado por un cambio radical. Para empezar, el recinto estará en la avenida del Alcázar, lo que ha dejado con la boca abierta a más de uno, y para terminar, a las 20:00 se echan las persianas y cada mochuelo a su olivo. Entre medias, anuncian diversas actividades formativas y promocionales, que contarán con los grandes expertos en la materia y que aún no se han desvelado.

Efectivamente, hacía falta acabar con las solaneras del mediodía, ya fuese en la plaza de toros o en el solar de la Diputación, que no había toldo que las mitigara, lo que retraía a un sector del público que tampoco encontraba su acomodo en la noche, con largas colas de zangolotinos buscando un botellón distinto con caldos de la tierra, aunque fuese una vez al año.

Efectivamente, la fórmula estaba agotada y había que cambiar. Aún se recuerdan los comentarios que surgieron el año pasado con argumentos variados para justificar el paréntesis más allá de la versión oficial. Al final se ha dado la vuelta al calcetín y ha sido el propio sector el que ha puesto los cimientos para casi levantar desde cero un nuevo modelo de Cata del Vino (y del Vinagre, como insiste Javier Martín) con vocación de perdurar en el tiempo.

Como explicó el presidente del Consejo Regulador, este modelo es el fruto de una comisión de trabajo que se puso manos a la obra nada más suspenderse la edición del pasado año. Antes del verano estaba finalizada la propuesta y aprobada en el mes de julio; es decir, ha sido el propio sector el que ha decidido lo que se va a hacer a partir de ahora.

El objetivo que a nadie se le oculta es que la Cata del Vino surgió hace casi cuatro décadas con la intención de sanar su talón de Aquiles, que no es otro que la comercialización exterior, porque cualquiera sabe de la dificultad de encontar un Montilla Moriles en la carta de un bar o restaurante fuera de Córdoba.

Esas largas colas que daban la vuelta al aparcamiento de la Diputación y llegaban hasta el Centro de Salud de la avenida de America no facilitaban que nuestros vinos salieran de Córdoba, ni mucho menos, ni que las bodegas y cooperativas tuvieran más fácil poner sus productor en el mercado exterior.

Ahora, con el cambio radical de modelo, se pretende que la Cata del Vino sea precisamente eso, la ocasión para difundir la calidad de un producto excepcional y la oportunidad para que los cordobeses disfruten -hasta las 20:00, eso sí- de unos caldos por los que hay que sacar pecho.

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