Por derechoLuis Marín Sicilia

El puchero y la cuchara

Un puchero es una vajilla que contiene el alimento diario de una población o de una familia. Sus ingredientes son de lo más variado y de la sagacidad de algunos comensales pueden producirse benéficos dietéticos para los que mejor habilidad acrediten a la hora de utilizar la cuchara.

La España sanchista se ha convertido en un puchero donde unos pocos listillos sacan provecho a costa del silencio cómplice, cuando no de la desvergüenza, de una pandilla de indeseables. Eso de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, el respeto a la legalidad vigente y a las resoluciones judiciales se ha convertido en una tomadura de pelo en la que unos pocos sin principios, herederos legítimos del caciquismo feudal, se están enseñoreando de todas las instituciones que los españoles nos dimos para acabar con todo tipo de privilegios.

Que la mujer del presidente haga negocios desde la sede oficial, que su hermano ocupe un puesto bien remunerado sin saber ni su cometido ni su ubicación, que el que lo enchufó burle la ley y se acoja a un aforamiento que su jefe prometió que acabaría con todos ellos, que se indulte a quien le preste sus votos y se amnistie a quien le permite seguir en el poder, que todos los que buscaron con él los votos para hacerse con el PSOE estén bajo sospecha, que los trenes se paren y la luz se apague por largos periodos sin explicar las causas, que el dinero se disponga alegremente sin control ante la ausencia de presupuestos, y que los puestos de responsabilidad se ocupen por indoctos enchufados, no son sino síntomas de la degradación y deterioro de un país en manos de una ralea de indocumentados y ambiciosos sin escrúpulos. Y además, no deben preocuparse: si no da tiempo a politizar más la fiscalía y a ocupar el poder judicial, estén tranquilos los que resulten condenados: el autócrata los indultará, ciscándose en la enfermiza dignidad de los españoles.

Y mientras el desorden, la confusión y la calidad de las personas han convertido a España en un puerto de arrebatacapas, los andaluces debemos vigilar atentamente cómo la cuchara de unos pocos está limpiando nuestro puchero. Ya no se trata solo del abandono del mantenimiento de nuestra líneas de alta velocidad, en las que ocurren todas las incidencias. Ni de que nos asignen 800 menas acogidos y solo 26 a Cataluña. O de que la ayuda a la dependencia en Andalucía sea del 30 % y la del País Vasco del 50%. O de que se pierdan reservas hidráulicas por falta de infraestructuras o se envíen solo 10 jueces a Andalucía, mientras a Cataluña se envían 63.

Lo peor de todo es que la izquierda andaluza es cómplice del castigo a nuestra tierra, quizá porque no perdonan que el pueblo andaluz les ha dado la espalda. Y ustedes me dirán si no tiene motivos para ello: 1272 euros se dedican a cada parado catalán, por 675 para cada parado andaluz. Y encima la vice Yolanda nos sitúa fuera de Europa, ignorando, pese a todas las zancadillas de su Gobierno, que Andalucía ha crecido hasta el 3,1 % en el primer trimestre del años, 3 décimas por encima de la media nacional, lidera el descenso interanual del paro, incrementa ampliamente el número de cotizantes a la seguridad social, es la segunda comunidad en creación de empresas activas con cerca de 620.000, lidera el número de autónomos, es la tercera en inversión en I+D+i y cuenta con el mayor parque de generación eléctrica limpia.

¿Y saben cual es la preocupación del Gobierno sanchista? Facilitar que otras cucharas sigan arrebañando el puchero de todos los españoles. A la cuchara de los vascos quieren añadir la de los catalanes. El profesor de la Universidad de Pensilvania, Jesús Fernandez Villaverde, ha documentado cómo gracias a los fueros vasco y navarro, estos ciudadanos disponen por persona de unos 3.000 euros más que el resto de españoles. ¿Por qué? Porque el cupo, cada vez más reducido por la venta de sus votos, les permite que su déficit enorme en pensiones se lo financien el resto de españoles. ¿Cómo se financia ese déficit? Con la caja común del Estado, toda vez que el IRPF que pagan vascos y navarros se queda para ellos, pero ellos no contribuyen a la caja común que es la que paga las pensiones.

En unos días se reúne la Conferencia de presidentes, que Sánchez quiere que omita el tema del cupo catalán. Confiamos en que los presidentes autonómicos se planten de una vez. Porque los españoles estamos algo más que cansados de que la cuchara de algunos arrample con el puchero de todos.

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