Alarma negra zaína
«Dentro de nada tendremos manifestaciones tras los muertos por golpe de calor»
En los últimos días, se publicaba y republicaba por doquier en las redes sociales un registro de temperaturas máximas en España del periodo 1901-1930. Se trataba de información contenida en el llamado ‘Calendario meteoro-fenológico’ del entonces denominado Servicio Meteorológico Nacional. En este documento se podían comprobar datos como los 44 y 43,6 que Córdoba tuvo de máxima en los meses de julio y agosto. Como parte de la sartén de Andalucía ni siquiera consiguió el récord. Sevilla, con 46,6 se alzó con la medalla de... mercurio. Badajoz, Cáceres, Ciudad Real, Orense, Zaragoza... muchas otras ciudades contaban con altísimas temperaturas máximas. Igualmente, iban siendo bastante altas en el caso de Córdoba ya desde marzo, cuando superaban los treinta, y hasta octubre, con 36,2. Un análisis rápido reflejaba un panorama bastante parecido al actual. Sin embargo parece ser que nos encontramos en pleno apocalipsis, con muertos con golpe de calor en cualquier lugar:
«Informan las autoridades de la muerte por golpe de calor de un hombre de 77 años mientras paseaba por la calle.
En este caso, contaba con factores de riesgo, como hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca crónica, artrosis, osteoporosis, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), incipiente enfermedad de Alzheimer, cataratas, degeneración macular asociada a la edad e insuficiencia renal. Además, estaba en periodo de tratamiento por cáncer de colon una vez se había recuperado de un reciente ictus.
Las autoridades creen que estas circunstancias podrían haber contribuido a agravar el golpe de calor al sumarse al navajazo recibido durante el atraco».
Al margen del uso de fallecidos de los que no sabemos nada, y que ya tratamos recientemente en el artículo ‘El golpe de calor’, y del empleo de colores con pantones psicodélicos en los mapas del tiempo -esos rojos que mezclan la lava volcánica con la perpetua costra de sangre en la rodilla de un niño ochentero-, la Aemet y sus adláteres, es decir, muchos medios de comunicación de toda índole, nacionales o locales, se dedican a la avalancha estadística.
¿Qué es la avalancha estadística? Aquellos que sigan el baloncesto la conocerán de sobra por la NBA. Consiste, sencillamente, en abrir parcelas arbitrarias para medir determinados récords. Por ejemplo: palmeos conseguidos por un pívot a domicilio en el último minuto del último cuarto en la final de conferencia oeste de un play-off en año bisiesto. Esa liga está repleta de cuestiones así. También ese abuso ha llegado a la meteorología, con mediciones estrambóticas e interesadas, al estilo: máximas temperaturas mínimas obtenidas en la tercera semana de julio junto a los tres primeros días de la cuarta semana. Y aquí no hay play-off, sino la coletilla «desde que hay registros».
Ese «desde que hay registros» resulta vital para entender el alcance ideológico de la Aemet. Actualmente, el organismo funciona igual que otras instituciones «woke». Y al estilo de las políticas de identidad, el feminismo o el franquismo extemporáneo, crea un pasado falso. En este caso no hay patriarcados opresores ni viles fascistas, sino antepasados que no sabían manejar los termómetros. Daban el tiempo MAL. A partir de ahí se añade el consabido maniqueísmo. Si usted acepta lo que dice la Aemet es un buen ciudadano democrático, si lo critica es negacionista. Se repiten los parámetros ya mil veces vistos, todos ellos potenciados machaconamente por la propaganda mediática.
Y continúa, por efecto de la desinformación y la alarma, la negación de la realidad. Vemos, como cada vez hay más personas que manifiestan con todo descaro que, por ejemplo, en Córdoba, hacía mucho menos calor antes, y que incluso eran raros los días por encima de 40 grados. A partir de ahí, la población está ya hipnotizada, como en los mencionados campos del franquismo o feminismo. El último añadido son los muertos por golpe de calor, conteo similar al de las víctimas por violencia doméstica. Adelanto, y no por dotes de pitoniso, sino porque todo esto canta la Traviatta, que dentro de nada tendremos manifestaciones tras los muertos por golpe de calor. Esto está a la vuelta de la esquina. Saludo desde aquí a los sindicatos mayoritarios que se ocuparan de encauzar este aspecto junto a asociaciones especializadas de nuevo cuño.
Ante la situación, las alarmas amarilla, naranja y roja se quedan ya cortas. El cuerpo pide ya la caoba, la borgoña e incluso la negra zaína, que es cuando la temperatura embiste como un miura.