Monumento a Séneca

Monumento a SénecaLa Voz

Los 60: la década de los monumentos

El escultor Amadeo Ruiz Olmos realizó casi todas las estatuas de este periodo

La ciudad de Córdoba cruzó el ecuador del siglo XX sin apenas monumentos civiles en sus espacios públicos. Hasta ese momento sólo contaba en sus calles con la extensa nóminas de triunfos a San Rafael iniciada a mediados de siglo XVII y el Cristo de los Faroles, de 1794.
Hasta ese momento se creía que los jardines de la Agricultura eran el lugar propicio para dedicar estos homenajes a los hijos ilustres. Así, en 1925 se levantó el monumento al compositor Cipriano Martínez Rücker, antes de cumplirse el año de su fallecimiento.Todo un hito. También estuvo por allí el busto de Lucano antes de trasladarse acertadamente a la plaza de Jerónimo Páez y en esos jardines se levantó en 1918 el magnífico monumento a Antonio Barroso y Castillo, realizado por Mateo Inurria y destrozado al año siguiente por una manifestación obrera.
Monumento a Antonio Barroso y Castillo en los jardines de la Agricultura

Monumento a Antonio Barroso y Castillo en los jardines de la AgriculturaLa Voz

Otra costumbre muy cordobesa de esta época es la de los monumentos a puerta cerrada; es decir, en recintos ajenos al espacio público. En esta lista está el dedicado a Carlos Carbonell y Morand, también de 1918 y también de Inurria, que se instaló en el patio de la casa Carbonell, actual sede de Vimcorsa, y que ahora luce en las Ollerías, ante el chimeneón. También se pueden incluir los que homenajean a Juan Valera y a Rafael Romero Barros en el patio del Museo de Bellas Artes o el dedicado al Corazón de María, obra de Jacinto Higueras, en el compás de la iglesia de San Pablo, entre otros.
Cuando Córdoba llega a la década de los 60, por tanto, sólo se contaba con dos monumentos civiles en la vía pública. El del duque de Rivas, obra de Mariano Benlliure de 1929, y el de Julio Romero de Torres, realizado por Juan Cristóbal, inaugurado en 1940 en los jardines de la Agricultura. Quedaban más hijos ilustres a los que reconocer sus méritos con una escultura en la vía pública y el Ayuntamiento se puso manos a la obra para saldar estas cuentas pendientes con su propia historia.
Esta proliferación de monumentos que se dieron en estos años tienen el protagonismo de dos nombres propios. Por una parte, el alcalde de la época, Antonio Guzmán Reina, y por otra, el escultor Amadeo Ruiz Olmos, un valenciano que supo integrar su obra en la estética contenida de la ciudad y que se hizo con estos encargos muchas veces ganados en reñidos concursos.

Aben Hazam

Monumento a Aben Hazam

Monumento a Aben HazamJesús D. Caparrós

Así, el primero se inauguró fue el de Aben Hazam en 1963, con motivo de su centenario. El 12 de mayo de ese año se descorrió la cortina que ocultaba la escultura situada en la Puerta de Sevilla, que en los años precedentes había sido recuperada, y en parte reconstruida por el Ayuntamiento. Ese día, precisamente, se inauguraba en Córdoba la denominada Fiesta Mundial de la Poesía Árabe, que durante esa semana trajo a la ciudad a destacadas personalidades líricas en dicha lengua.

Emilio Luque

Monumento al doctor Emilio Luque

Monumento al doctor Emilio LuqueLa Voz

El 16 de febrero de 1964 se descubría otro monumento, en este caso costeado por suscripción popular, dedicado al doctor Emilio Luque en la plaza de su nombre. Hubo actuación de la banda municipal, ofrenda de flores a cargo de jovenes representantes de todos los barrios de Córdoba y palabras del alcalde al homenajeado, «un ejemplo de servicio a los demás, de competencia profesional y de esa difícil dimensión humana que sólo los pueblos con auténtica solera saben dar a sus hijos».

Maimónides

Monumento a Maimónides

Monumento a MaimónidesJesús D. Caparrós

Sólo tres meses más tarde se descubría otro nuevo monumento en Córdoba. Fue el 7 de junio de 1964, en la placita de Tiberiades, y se trata del dedicado a Maimónides. La silueta de este bronce, también de Ruiz Olmos, se ha convertido con el paso de los años y por méritos propios en todo un icono de la Córdoba judía.
Esta inauguración se hizo coincidir con una semana de actividades relacionadas con los sefardíes y que contó con la presencia de expertos en la obra de Maimónides, como Baruj Uslet, David Gonzalo Maesse o Sergio Rabada, entre otros, así como la cantante sefardí Sofía Noel.

Séneca

Monumento a Séneca

Monumento a SénecaJesús D. Caparrós

Al año siguiente acogió Córdoba el Congreso Internacional de Filosofía. El Ayuntamiento se volcó en su organización y pensó que ya era hora de erigir un monumento a Séneca en su XIX centenario en un espacio público, ya que el grupo escultórico con Nerón, que era de yeso, acumulaba polvo en el vestíbulo del viejo Ayuntamiento. El alcalde logró que la escultura fuese pagada nada menos que por Manuel Benítez ‘El Cordobés’, pero por esas cosas que suelen pasar no llegó a tiempo el bronce y la inauguración, el 12 de septiembre de 1965, se hizo con el original en yeso al que se le había dado una mano de pintura.

Ramón Medina

Inauguración del monumento a Ramón Medina

Inauguración del monumento a Ramón MedinaLa Voz

En mayo de 1966 le tocó el turno al músico Ramón Medina, fallecido en noviembre de 1964. Una comisión de amigos se encargó de recaudar los fondos para el busto, también obra de Ruiz Olmos, y de organizar los actos que comenzaron el día 19 con una misa en San Agustín, después se descubrió el busto con actuación de la banda municipal y, por último, ya de noche hubo una serenata a cargo de la Peña El Limón.

Luis de Góngora

La duquesa de Rivas descubre el monumento a Góngora

La duquesa de Rivas descubre el monumento a GóngoraLa Voz

Le tocaba ya el turno a Luis de Góngora y lo tuvo en 1967. El 23 de mayo, en el aniversario de su fallecimiento se descubrió la escultura de Ruiz Olmos que ganó el concurso municipal en la plaza de la Trinidad, a unos metros de la casa en la que murió el poeta y que poco después sería destruida. La duquesa de Rivas, María Ramírez de Saavedra, fue la encargada de descubrir el monumento y no faltó la preceptiva ofrenda floral antes de dirigirse todos los asistentes al salón de los Mosaicos del Alcázar para una lectura poética.

Averroes

Monumento a Averroes

Monumento a AverroesJesús D. Caparrós

Un mes más tarde, en junio de 1967, otra nueva escultura vendría a embellecer otro espacio urbano de Córdoba. Fue el monumento a Averroes, obra en este caso de Pablo Yusti, y se situó al final de la calle Cairuán, que también había sido recuperada y embellecida por el Ayuntamiento.

Fray Albino

Monumento a fray Albino

Monumento a fray AlbinoLa Voz

La década de los monumentos se cierra en 1969 con el homenaje que la ciudad rindió a la figura de fray Albino, fallecido una década antes. En este caso la voz cantante la llevó la Asociación de Vecinos Cabezas de Familia de las barriadas del Campo de la Verdad y de Fray Albino, promotores de este reconocimiento, plasmado en la escultura de Manuel Cabello Pastor situada ante la parroquia de San José y Espíritu Santo.
El sucesor de fray Albino, el obispo Manuel Fernández-Conde, cerró el acto con un discurso en el que no pasó por alto el esfuerzo del prelado dominico por construir miles de viviendas en tiempos más que difíciles: «La realización de su propósito le costará trabajos sin cuento, tendrá que vencer innumerables dificultades, sangrará su corazón y estarán amenazados sus proyectos, pero nada le arredrará».
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