Darío Reina

Darío ReinaRG

Darío Reina, director de Cáritas Diocesana de Córdoba

«La Providencia muchas veces nos sorprende»

En la semana del Corpus Christi el director de la asociación eclesial atiende a La Voz de Córdoba para hablar de generosidad y esperanza

El calor ya se siente a esa hora de la mañana en las instalaciones del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (IFAPA), en la Alameda del Obispo. Antes de la entrevista Darío Reina (Granada, 1971) nos acerca hasta el restaurado jardín laberinto, construido en 1770, y único en Andalucía. Es una de las joyas que alberga la que fuera residencia de verano de los obispos cordobeses y lugar de caza para sus invitados hace siglos, y posteriormente Granja del Estado, denominación que permanece aún en la memoria de muchos cordobeses.

Si estamos en el ámbito profesional de nuestro entrevistado, director del IFAPA, pronto pasaremos a la otra faceta de Reina no menos importante solo cruzando la puerta de su despacho, para que nos atienda unos minutos en lo que parece una jornada tranquila. Cumple un año al frente de Cáritas Diocesana de Córdoba en este 2025, en el que la entidad conmemora un 60 aniversario de generosidad y entrega.

Esta semana han presentado la memoria de 2024, coincidiendo con la festividad del Corpus Christi, y han salido a la calle a realizar su tradicional cuestación. Han sido unos años difíciles para Cáritas en Córdoba, en los que han tenido que hacer renuncias y reestructuraciones. Pero aquí siguen, agarrados a la esperanza, trabajando por la dignidad, plantándole cara a una pobreza que, como el jardín centenario que antes hemos visto, puede convertirse en un laberinto del que cuesta mucho salir.

Darío Reina

Darío ReinaCarmen del Río

- Uno de los datos más relevantes de la memoria de 2024 es que ha sido un año económicamente duro. ¿Cree que esa es también, en cierto modo, la radiografía general de la sociedad, no solo cordobesa, sino española?

- Sí, yo creo que sí, que puede ser un buen resumen. Las entidades de acción social, al final, somos también un reflejo de nuestro entorno; es decir, nuestra situación depende de lo que nos encontramos alrededor. En la medida en que la sociedad goza de bonanza, evidentemente puede ser más sensible o disponer de más recursos para hacer frente a otras necesidades, si somos solidarios. Pero es cierto que, cuando llegan las crisis, muchas veces lo primero que se recorta es aquello que, entre comillas, se considera prescindible: lo que no afecta a mis necesidades básicas, sino a las de los demás. En ese sentido, venimos percibiendo que las necesidades siguen siendo importantes. Nosotros, en Cáritas —y seguro que también el resto de organizaciones—, no llegamos a cubrir todas las demandas existentes, pero los recursos son limitados. Así que vivimos esa situación de forma compleja, pero como podemos.

- Esa situación económica también ha afectado a Cáritas Córdoba, que se ha visto obligada a aplicar una cierta reestructuración en muchos de los programas que venía ofreciendo.

- Efectivamente. En los últimos años, sobre todo después del final de la pandemia, veníamos arrastrando un desajuste muy importante en las cuentas anuales de Cáritas. Esto ha sido provocado, por un lado, por el descenso de las ayudas y donaciones, debido a la situación económica general, y, por otro, porque las necesidades de atención que seguimos prestando no han disminuido. Ese desequilibrio entre ingresos y gastos ha ido lastrando la tesorería y la situación económica de la entidad. En 2024 ya era necesario tomar cartas en el asunto y aplicar recortes que, aunque a nadie le gustan, son imprescindibles si queremos ser sostenibles y responsables.

Lo que se ha hecho, básicamente, ha sido reestructurar aquellos programas para los que no contábamos con financiación o que podían ser cubiertos por otros medios. Por ejemplo, teníamos una línea muy importante de ayuda a domicilio que, gracias a la Ley de Dependencia, ya está cubierta en buena parte. No tenía sentido seguir manteniendo a más de treinta auxiliares como tuvimos en su momento.

El recorte en proyectos, en 2024 respecto a 2023, ha sido del 18 %. El ajuste más relevante ha sido en servicios generales: se ha reducido en casi un 20 % la plantilla de Cáritas y se han recortado en un 25 % los gastos generales que dan servicio al resto de áreas. En los centros residenciales también se ha optimizado tanto el personal como los recursos, con el objetivo de seguir prestando el servicio de la forma más eficiente y económica posible.

- Hacer frente a la pobreza desde la austeridad parece, en cierto modo, algo milagroso.

- Bueno, como se suele decir, somos cristianos y tenemos que confiar en la Providencia. Y creo que la Providencia muchas veces nos sorprende. Surgen necesidades de un día para otro y pensamos: «Señor, tú sabrás». Y, de pronto, llega un legado, una herencia, una donación, una subvención… algo que lo cubre. Confiamos en eso. Y no solo lo vivimos nosotros, sino que es algo general. Cuando hablas con los voluntarios, con las Cáritas parroquiales, te cuentan que, cuando alguien acude pidiendo ayuda, hay veces que pueden ofrecer algo: alimentos, una ayuda puntual... pero muchas otras veces no tienen con qué ayudar.

Entonces, también estamos para eso: para acoger. Para que esa persona sepa que nos tiene aquí, que estamos para lo que necesite y podamos ofrecerle. Y si no podemos, pues lloraremos con ella. Esa también es parte de nuestra misión.

Es duro ver tantas situaciones —porque son miles— que no somos capaces de atender. Piensa, por ejemplo, en tantas personas que hoy viven en pisos patera, compartiendo una habitación entre familias, varias familias en un mismo piso. No tenemos recursos habitacionales para hacer frente a todo eso. Y es así, esa es la realidad.

Intentamos ayudar en la medida de nuestras posibilidades, y cuanto más personas se solidaricen y se vinculen con el proyecto de Cáritas, a más personas podremos llegar.

- Esta semana, el obispo de Córdoba hablaba de las distintas caras que tiene la pobreza, y da la impresión de que Cáritas está conociendo también un nuevo perfil de personas empobrecidas. Antes se asociaba la pobreza al desempleo, al origen familiar o a la estructura social. Pero ahora vemos a personas pobres que, pese a todo, tienen incluso trabajo. ¿Se puede hablar de una clase trabajadora empobrecida?

- Totalmente. Yo creo que esa situación es cada vez más evidente. Antes asociábamos la pobreza directamente con la exclusión social: con personas identificadas como pobres estructurales, que vivían en determinadas zonas, en situaciones muy concretas, a menudo vinculadas a la inmigración, a la trata o a contextos muy marginales. Esa pobreza sigue existiendo, y de forma muy preocupante, en todos los ámbitos.

Pero además, hoy nos encontramos con personas que llevan una vida normalizada: tienen un trabajo estable, una vivienda, hijos... y, sin embargo, sabemos —nos consta— que no llegan a fin de mes. Es que, mes tras mes, no sabes cómo sobreviven. Cuando analizas sus cuentas, te das cuenta de que, aunque tengan algún tipo de ayuda o ingreso complementario, si lo que perciben son, por ejemplo, 300 euros de una fuente, o lo que sea que consiguen reunir, al pagar la vivienda —tal como están los precios— y los suministros —que están también disparados—, simplemente no llegan.

Y entonces tienen que hacer malabares todos los días, no ya para ahorrar, sino para ver cómo consiguen comer hasta el último día del mes.

Darío Reina

Darío ReinaCarmen del Río

- Sin embargo, llama mucho la atención que, cuando uno escucha el discurso político, sobre todo el del Gobierno, se nos ofrece otra realidad muy distinta.

- Totalmente. Estoy expectante, porque Cáritas, a través de su fundación FOESSA, publica cada cuatro años un estudio científico con datos objetivos, encuestas e información muy relevante, que se ha convertido en una referencia en este ámbito. A finales de este año se publicará el nuevo informe FOESSA sobre la situación de la pobreza en España, además desglosado por comunidades autónomas, lo que creo que nos va a aportar mucha luz sobre cuál es la realidad verdadera.

Ya en el informe anterior, hace cuatro años, muchos se dieron cuenta de que los datos que manejaban no cuadraban con el discurso oficial: las cifras macroeconómicas, el paro, el crecimiento… no se correspondían con lo que veíamos todos en el día a día. Con lo que vemos en nuestras familias, en nuestro entorno, en las entidades bancarias, donde cada mes hay personas que solicitan anticipos, préstamos, ayudas para cubrir necesidades básicas.

Creo que ese informe va a arrojar claridad sobre la realidad que vivimos y sobre la que nos quieren hacer creer.

Nos encontramos con personas que llevan una vida normalizada: tienen un trabajo estable, una vivienda, hijos... y, sin embargo, sabemos que no llegan a fin de mes.

- Hemos hablado antes de reestructuración y de austeridad, pero entiendo que, durante el último año, también ha sido necesario reforzar determinadas líneas de ayuda de Cáritas. ¿Cuáles han sido esos refuerzos y de qué se siente más satisfecho?

- Sí. Bueno, yo creo que uno se siente satisfecho con cualquiera de los proyectos que lleva adelante Cáritas. Simplemente con hacerte presente y ver a las personas que se han podido ayudar, eso ya conmueve.

Mira, te pongo un ejemplo. Ayer estuvimos en la casa de acogida. Allí se encuentra un señor en situación de calle que había sido operado de una hernia. Resultó que esa hernia estaba provocada por un cáncer no detectado que, al crecer, presionaba los órganos internos y le provocaba esa salida. Le operaron del cáncer y, una vez pasó el tiempo de recuperación, tuvo que salir porque el hospital ya no podía seguir atendiéndolo. Imagínate: un hombre sin hogar, con una herida aún sin cicatrizar, con su bolsa colgando… ¿cómo puede estar en la calle en esas condiciones? Por supuesto, lo acogimos en la casa.

Pero esa situación refleja cómo, a veces, la sociedad dice: «No es mi problema». Y en realidad sí lo es. A lo mejor los recursos no alcanzan, pero cuando yo vi a ese hombre, se me saltaban las lágrimas. Porque si con este proyecto Cáritas es capaz de darle a esa persona el tiempo necesario para sanar, para curarse, para salir adelante… solo por eso ya merece la pena.

Creo que, en este momento, desde Cáritas nos estamos volcando especialmente en reforzar nuestra red de Cáritas parroquiales. Ese es nuestro verdadero tesoro: una red de 167 Cáritas parroquiales repartidas por toda la geografía diocesana, incluso en el último rincón, donde voluntarios —mil, dos mil, quién sabe cuántos— se convierten en referencia para quien atraviesa una situación de necesidad.

Hoy cualquiera puede encontrarse en una situación así. Y cuando sucede, sabes que puedes mirar al campanario de tu parroquia y decir: «Allí me pueden ayudar». Hay un sacerdote que te va a recibir, que te va a derivar a un equipo de voluntarios que van a valorar tus necesidades, que van a acompañarte y ver cómo ayudarte. Esa es una referencia concreta y cercana.

Desde Cáritas Diocesana, nuestro mayor empeño ahora es apoyar al máximo esa labor: a través de nuestros trabajadores sociales, del Fondo Diocesano —que se nutre de esta colecta— o de cualquier otra vía posible.

Sabes que puedes mirar al campanario de tu parroquia y decir: «Allí me pueden ayudar»

Y, por supuesto, seguimos atendiendo otros frentes: las personas mayores, por ejemplo. ¿No es importante atenderlas cuando cada vez hay más en situación de soledad no deseada? Personas que no pueden ni hacer la compra.

Son muchas las necesidades. Muchos los frentes abiertos. Pero no podemos agobiarnos ni desesperarnos. Tenemos que seguir adelante, con esperanza, luchando contra esta realidad.

- ¿Le ha marcado algún tipo de nueva directriz o le ha hecho algún encargo específico el nuevo obispo?

- No, qué va. Él escucha mucho y creo que, en este momento, lo que quiere es conocernos y conocer bien la realidad. Se está haciendo presente en todas las actividades que organizamos, y su actitud es, sobre todo, de acompañamiento.

Está muy sensibilizado; su lema episcopal, «Evangelizando a los pobres», ya refleja esa sensibilidad especial que tiene. Creo que va a ser un apoyo importante. Don Demetrio también lo fue, por supuesto, pero pienso que él va a ser un respaldo significativo para la labor que Cáritas desarrolla en nuestra diócesis.

Darío Reina

Darío ReinaRG

- En una semana como esta, además de la colecta, lo importante también es volver a llamar a la acción, al voluntariado que puede involucrarse de muchas maneras.

- Cáritas, creo, tiene dos misiones fundamentales. Por un lado, ayudar y promover a las personas que lo necesitan. Pero también tiene una misión que podríamos llamar profética o de sensibilización: ser capaz de mostrar a la sociedad una realidad que muchas veces no se quiere ver.

No se quiere mostrar porque no interesa. Vivimos en una sociedad en la que parece que solo importa vender, consumir… y esa otra cara más dura, más incómoda, no encaja en ese discurso. Por eso, en la medida en que todos seamos capaces de implicarnos —cada uno según sus posibilidades— y de mirar con atención esa realidad que está a nuestro alrededor, aunque a veces permanezca oculta, estaremos ayudando no solo a las personas concretas, sino también al conjunto de la sociedad.

Ayer mismo estuvimos en la casa de acogida. Y lo digo con sinceridad: cuando participas en una noche con la UVI Social, una de esas salidas nocturnas, te cambia la perspectiva. Cuando vuelves a pasar por ese mismo sitio, ya no puedes dejar de pensar en lo que hay debajo de ese puente, donde seis personas viven entre ratas. Es descorazonador. Y cambia completamente tu mirada.

Cuando te sientas a hablar con alguien que pasa el día entero en un banco y te dice: «Hoy es otro día y nadie me ha dirigido la palabra», te das cuenta de lo que significa la soledad y la invisibilidad.

Por supuesto que la ayuda económica es importante. Es fundamental, especialmente si es comprometida y constante, porque nos permite planificar, tener una base presupuestaria y dar continuidad a los proyectos.

Pero también es importante el tiempo. No solo por lo que uno da, sino por lo que recibe y por lo que puede transmitir al resto de la sociedad. El voluntariado transforma.

comentarios
tracking