El último toro de Osbrone del País Vasco derribado
El último toro de Osborne vasco cae a manos de un joven grupo radical abertzale
El símbolo, ubicado en la localidad alavesa de Rivabellosa, fue cortado de sus soportes metálicos y derribado con cuerdas, según imágenes publicadas por los radicales en sus redes sociales
El grupo radical abretzale Ernai anunció la pasada madrugada que ha derribado el último Toro de Osborne que permanecía en pie en el País Vasco. En un comunicado, han justificado la acción al considerar la figura como «un símbolo españolista que no debe tener cabida en la comunidad autónoma». Según el grupo, su objetivo es erradicar vestigios de lo que consideran imposición identitaria.
Este derribo se produce pocos días después de que Ernai llevara a cabo otros actos de protesta: entre ellos, un ataque con pintura a la sede del Partido Popular en Bilbao y la retirada de una bandera de España de la sede de la Tesorería de la Seguridad Social en Vitoria. Según el grupo radical, todas esas acciones forman parte de una campaña más amplia a favor de la independencia vasca y en contra del «españolismo».
No es la primera vez que Ernai realiza una operación de este tipo: en octubre de 2024 derribó el último Toro de Osborne que quedaba en Navarra, en la localidad de Tudela. Ahora, con la eliminación del de Rivabellosa, la silueta del toro convertida décadas atrás en icono publicitario y cultural desaparece por completo del paisaje vasco.
Por su parte, las fuerzas de seguridad autonómicas acudieron al lugar tras el derribo, inspeccionaron la zona y se llevaron muestras de la estructura caída. Hasta el momento, no han abierto diligencias penales, a la espera de que se presente una denuncia formal.
La ofensiva ha generado rechazo por parte de algunos representantes políticos. El diputado general de Álava, Ramiro González (PNV), ha exigido a EH Bildu que expulse de sus filas a Ernai, denunciando «una cultura de la violencia» que, según él, está resurgiendo en Euskadi.
El derribo del último Toro de Osborne vasco marca un episodio significativo en la pugna simbólica por la identidad en la región. Para muchos, el toro era un emblema de la autopista, de la tauromaquia y de una España unida.
