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01 de mayo de 2024

Un niño durmiendo en clase

Un niño durmiendo en claseGtres

Sueño y rendimiento escolar

Uno de cada cuatro niños va al colegio sin haber dormido suficiente

Al cumplir dos años, un niño debería haber pasado 13 de sus 24 meses de vida durmiendo

El descanso es fundamental para el desarrollo neurocognitivo de los niños. El déficit crónico de sueño dejan huella en los menores de cara al futuro. Explica Gonzalo Pin, pediatra y vocal de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES), que se sabe que «muchos de los problemas de origen metabólico que se diagnostican en la edad adulta empiezan a gestarse en la infancia».
Según datos de un estudio realizado en la Comunidad Valenciana y cuyos resultados podrían ser extensibles al resto del territorio español, se estima que casi uno de cada cuatro niños en edad escolar van a clase habiendo dormido menos horas de las recomendadas para su edad. «La infancia se encuentra en una situación crónica de déficit de sueño y de jet lag escolar. Es un problema de salud pública que deja huella en el desarrollo de los menores», sostiene el doctor Pin.
Explica el pediatra que el sueño forma parte de una relación bio-psico-social y ambiental y que en el caso de los niños existen dos factores que influyen sobre manera en ese déficit de descanso. Por un lado, los horarios escolares y extraescolares, que condicionan en gran medida el desarrollo del día a día de los alumnos. «Muchos niños están sometidos a una gran sobrecarga horaria y llegan hacer jornadas de más de 40 horas semanales», señala el pediatra.
Por otro lado, el horario de prime time de muchos programas televisivos, que arranca a horas (22:30-23:00) en las que los menores ya deberían estar dormidos. «El problema no es solo el tiempo de sueño que les quita, sino también el mensaje que se les traslada. Se transmite un mensaje social de que el sueño no es importante, de que siempre hay mejores cosas que hacer», denuncia el experto en medicina del sueño.
Los principales trastornos del sueño en la infancia serían el ronquido habitual, que afecta a un 10 % de los menores (y que en un 2 % de los casos es síntoma del síndrome de apnea obstructiva del sueño) y el síndrome de piernas inquietas, que dificulta el inicio del sueño a un 2 % de la población infantil. Sin embargo, añade Pin, uno de los grandes problemas que cada vez están viendo más en consulta son los trastornos del ritmo circadiano, derivados de la incompatibilidad de los ritmos sociales con los ritmos biológicos de los menores. «Cada vez vemos a más niños que tienen un retraso del inicio de la secreción nocturna de melatonina o, por el contrario, un inicio precoz de esta secreción», afirma.
Al cumplir los dos años, un niño debería haber pasado 13 de sus 24 meses de vida durmiendo y al llegar a la adolescencia, el 50 % de su vida debería haber sido sueño. Este, junto a la nutrición y el ejercicio físico, «es uno de los tres pilares de una vida saludable», argumenta el vocal de FESMES, que añade que el descanso «es fundamental para el desarrollo neurocognitivo del niño». Y afecta de manera decisiva en el rendimiento escolar: «están íntimamente ligados», apunta el pediatra, que señala también que el déficit de sueño condiciona la capacidad de aprendizaje tanto durante el día como durante la noche, cuando se fija la memoria y se consolida todo lo aprendido.
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