Fundado en 1910

Fotograma de 'La madre del novio'

La leyenda de la suegra malvada: ¿mito o realidad?

Es tarea del marido y de la mujer poner límites con sus propios padres, algo que no siempre es fácil «por la relación dependiente o porque se sienten culpables», afirma la psicóloga Cristina Noriega

Quién querría tener una suegra como Viola Fields (Jane Fonda en La madre del novio), que decide boicotear la relación de su hijo porque cree que ninguna mujer es suficientemente buena para él. En el cine abundan las madres políticas que tienen una relación tóxica con sus nueras, pero en la vida real no toda relación tiene por qué basarse en el refrán 'la suegra y el doctor, cuanto más lejos, mejor'.

¿Qué hay de verdad en la leyenda de que suegra-nuera/yerno nunca se van a llevar bien? A esta pregunta responde Cristina Noriega, psicóloga del Instituto de Estudios de la Familia de la Universidad CEU San Pablo. «Si hay unas relaciones sanas donde cada uno sabe el rol que debe ocupar, unos límites bien establecidos y una comunicación clara, no debería haber problemas», dice.

No todas las suegras son tan malas como las pintan y no todo el rechazo o las críticas vienen siempre de ellas: «En toda familia hay un equilibrio establecido y cuando entra alguien nuevo, ya sea la nuera o el yerno, se rompe la estabilidad que había», explica la psicóloga, que apunta que esto es algo que puede generar resistencias en todos los miembros del hogar de origen.

La hasta ahora madre, recién convertida en suegra, cuando su hijo o su hija formaliza su relación de pareja, se ve ante la tarea de dar un paso atrás: «Tiene que dejar un espacio a la pareja y que ellos puedan crear su propia familia», afirma Noriega.

Pero no siempre es para ellas una tarea sencilla, sobre todo cuanta mayor dependencia hay ente madre e hijo. En palabras de la psicóloga: «Sí que encontramos a veces este patrón de que la suegra intenta controlar al hijo, que es un poco intrusiva, que tiene dificultades para poner límites».

Algunas líneas rojas

En esto de poner sobre la mesa ciertas líneas que no han de ser cruzadas ha de ser tarea de los hijos, algo que no siempre es fácil «por la relación dependiente o porque se siente culpable», analiza Noriega. El marido o la mujer ha de ser el encargado de establecer límites con sus padres y hay algunos que no han de ser cruzados bajo ninguna circunstancia: faltas de respeto, luchas de poder o exigencias o críticas que no corresponden.

El Papa Francisco ya lo alertó: «A vosotras, suegras, os digo: tened cuidado con vuestras lenguas. Es uno de vuestros pecados», al tiempo que pedía que se las tratase mejor. Cada pareja necesita una buena dosis de comunicación, primero interna y luego hacia el exterior, para dejar claras las barreras que han construido a su alrededor para crear su propia familia, sin dejar de lado a sus familiar de origen.