Los seis motivos definitivos para no regalar un móvil en la Primera Comunión
Los expertos recomiendan que un dispositivo se entregue como cesión con condiciones y nunca como un regalo
Con tan solo 10 años, uno de cada cuatro niños tiene un móvil propio. Este dato sube hasta casi la mitad tan solo un año después, cuando tienen 11. Muchos de estos menores reciben su primer dispositivo como regalo con ocasión de la Primera Comunión. No obstante, según Pantallas Amigas, la plataforma para la promoción del uso seguro de internet, esto no es una buena idea y exponen seis contundentes razones que lo desaconsejan.
No es la edad adecuada
Aunque es indicativo y cada niño tiene un ritmo distinto, la edad es un dato importante en cuanto que refiere la madurez y las necesidades de uso previsibles de un móvil. No obstante, advierten que no es definitivo porque, además de otros factores relacionados con el menor, está el componente del acompañamiento parental. Así, no es la edad sino el momento en el que se creen las condiciones adecuadas para ese primer móvil.
Tomando en consideración estas variables, convienen que por debajo de los 12 años es, salvo en contadas excepciones de familias especialmente preparadas y dedicadas, una edad prematura para tener un móvil. Y si no es la edad adecuada, con este regalo podríamos estar haciendo daño o poniendo en riesgo a nuestro hijo, sobrina o nieto.
Hay otras opciones
La excusa de la Primera Comunión como detonante se suma a tres argumentaciones que manifiestan las familias para justificar su compra: poder comunicarse, poder geolocalizar y evitar el aislamiento de sus amistades que, supuestamente, ya tienen o tendrán móvil. No obstante, si se pasa un filtro de verdaderas necesidades, se verá que hay soluciones en el mercado que las atienden, alternativas a los smartphones como los relojes inteligentes o smartwatches infantiles. La presión social no debe ser tampoco un factor que influya, se trata de nuestros propios hijos, de su bienestar y de nuestra responsabilidad.
Dificulta su desarrollo pleno
Tener una adopción muy temprana del móvil no supone, salvo casos muy concretos, una ventaja vital fundamental ni una mayor adquisición de competencias digitales. A esas edades tan tempranas los aprendizajes fuera de la red son muy importantes y quizás irreemplazables. En otro orden de cosas, podríamos incluso hablar del compromiso de la salud visual y postural, además de que entregar un dispositivo a un joven supone facilitar su uso y abrir una puerta a su abuso.
No como un regalo
Si cuando facilitamos un móvil a un menor le indicamos que no es de su propiedad sino que se trata de una cesión y que es revocable, el clima y las condiciones de uso posteriores pueden ser más gestionables y favorables. Sin embargo, en la Primera Comunión se entregan regalos en propiedad, no en régimen de préstamo ni usufructo y, por lo tanto, va a ser algo más complicado adecuar su disfrute conforme a los criterios que quieran establecer los progenitores.
Más responsabilidades para los padres
Además de la responsabilidad que ya supone cómo afecta el smartphone al bienestar de un hijo, sus padres también adquieren la responsabilidad de lo que ellos puedan ocasionar a terceras personas. Es algo que con frecuencia se nos olvida pero pueden darse situaciones graves por ignorancia, negligencia… o también fruto de una casualidad, una situación extrema o de un impulso.
Y más trabajo
Habrá algún padre que sienta alivio cuando su hijo deje de pedirle insistentemente el móvil, no hay duda, pero tras este trabajo de resistencia que termina, comienza el de acompañamiento. Y si bien el de resistencia es duro pero lineal, el de acompañamiento debe ser más intenso cuanto menor es la edad de inicio, en guiarle y atenderle en el entorno digital.