El desgaste del matrimonio viene por las pequeñas cosas
Consultorio Familiar
Llevo 12 años casado y el desgaste de la vida me resulta aburrido: ¿Puedo devolver la ilusión a mi matrimonio?
El orientador, conferenciante, escritor y mediador familiar José María Contreras Luzón responde a las preguntas de los lectores de El Debate, en este caso, sobre cómo devolver la ilusión al matrimonio
Llevo casado 12 años y la vida se ha convertido en una monotonía y en un aburrimiento grande. Me gustaría saber que tendría que hacer para cambiar la dinámica de nuestro matrimonio y recuperar la ilusión, porque el desgaste de la vida nos está pasando factura.
A lo largo de los años se han acumulado frases para justificar las separaciones y los divorcios. Así se han dicho, sucesivamente, algunas como «No puedo dejar pasar el último tren de mi vida»; «No puedo hacer comedia»; y, más recientemente, eso de que «lo que les ha ocurrido ha sido el desgaste».
Pero que nadie se engañe: el desgaste es no cuidar el amor.
Normalmente, la gente no se separa por grandes cosas que se hacen mal, sino por pequeñas cosas que se dejan de hacer. Y en todos los amores pasa igual.
Faltas de delicadeza. No saber convivir ni sacrificarse en la convivencia. No saber amar, no saber para qué se ha casado uno. Querer, en el fondo, seguir viviendo como cuando uno estaba soltero...
La comunicación se convierte con frecuencia en pequeñas faltas de educación continuadas. Voces, reproches, malos gestos, no dar explicaciones, no tener en cuenta al otro, exigir con dureza, humillar, incapacidad para pedir perdón, querer llevar razón siempre, orgullo y soberbia que salen a relucir a la menor ocasión...
A todo esto es a lo que se le llama «desgaste» pero, en el fondo, es no querer amar. Se van paliando los sentimientos positivos y se revela uno de la forma anteriormente dicha o de manera parecida.
El amor no sale solo, con cierta frecuencia exige sacrificio. Y muchas veces prefiere uno de los dos vivir en un ambiente rudo y desagradable, antes de «humillarse», de sacrificarse, de pedir perdón o perdonar.
La comunicación en familia no es fácil y cuando nace del amor lleva consigo, algunas veces, el silencio ante las acusaciones que no son importantes, incluso cuando son claramente injustas. Ya se retomará el tema después, pero hace falta ejercer el autocontrol para no decir lo que uno no quiere, o de lo que se puede arrepentir.
A veces es mejor dar la razón al otro en cosas que no tienen importancia, que enzarzarse en discusiones. «Prefiero tener paz a tener razón», me decía un amigo.
Cuando tener razón se pone por delante del amor, como una cosa vital, al cabo del tiempo suele hacer que nos arrepintamos, porque nos damos cuenta de que no era una cosa que mereciera la pena. Y sin embargo, el daño ya está hecho.
Pedir perdón y perdonar es una cosa de dioses, y sabemos que es algo bueno. Y aún así, uno prefiere tener razón y callar, para no «mostrar debilidad» pidiendo perdón. ¡Cuando en realidad el que pide perdón no muestra debilidad, sino que demuestra que es una personalidad madura!
También daña mucho eso de tener la sensación de que mi cónyuge no me valora. No valorar la opinión del otro, no tener en cuenta sus necesidades, no darse cuenta de que tu mujer, aunque tengan noventa años, necesita besos y achuchoncitos, olvidar que el deseo de gustar no caduca nunca –sobre todo en la mujer, pero también en el hombre–, y que el deseo de sentirse valorado –en el hombre, sobre todo en lo profesional–tampoco caduca... todo eso daña.
También hay otro factor a tener en cuenta. Muchos problemas provienen por causa de que, en la sexualidad, a la mujer no le llama la atención tener relaciones porque, en el fondo, no se siente querida, ni siente que gusta, ni que hay compromiso, sino que su marido sólo está satisfaciendo un deseo y en el momento que lo sacie se olvida de ella.
¿En qué pienso cuando no pienso en nada? Porque ahí están nuestros intereses. ¿Y cuántas veces aparece en nuestro pensamiento cómo mejorar la relación? Ponerse manos a la obra es más útil que buscar culpables.
Ayuda preguntarse: ¿En qué pienso cuando no pienso en nada? Porque ahí están nuestros intereses. ¿Y cuántas veces aparece en nuestro pensamiento cómo mejorar la relación? Apuntar en el calendario para acordarse de fechas importantes, preocuparse por el estado de ánimo y el cansancio del otro; o hacerle las preguntas que el otro espera y necesita que se le haga son claves que ayudan mucho a recuperar la ilusión.
Ponerse manos a la obra es mucho más útil que buscar culpables o discutir.
Porque el desgaste también es no saber discutir. Hay personas que olvidan que, en un matrimonio, está uno discutiendo con alguien con quien se tiene que reconciliar. Por tanto, un matrimonio que discute debería de hacerlo con el freno de mano echado. Lo que se dice se clava en el corazón. Y esa herida no se cura con un razonamiento, sino con sentimientos positivos. «¡Con lo que nos hemos dicho!» es esa frase frecuente, que demuestra un arrepentimiento por lo que se dijo y por la manera en que se dijo, después de ver que ahora va a costar trabajo y tiempo que las cosas sean como antes.
Insisto: muchas veces la falta de control al hablar puede romper la relación. Lo que ve uno clarísimo... no siempre hay que decirlo. Muchas de las grandes barbaridades que pasan en una familia se dicen porque uno «ve clarísimo» algo... y luego se da cuenta de que las cosas eran de otra manera.
En el matrimonio, el que primero pide perdón es el que gana.
El desgaste al que usted tiene miedo se quita queriendo y empezando uno a amar, aunque ello suponga una aparente humillación. Cuantos matrimonios se rompen porque queremos que el primer paso lo dé el otro, y al final no lo da nadie.
Cuando hay preocupación por el otro, uno lo está amando y, si además hay buena comunicación, antes o después es correspondido.
El famoso desgaste es no haberse preocupado por amar en las pequeñas cosas del día a día. Y no sólo se puede prevenir: también se puede curar.
José María Contreras Luzón es escritor, conferenciante y asesor personal y familiar. Su email para consultas de pareja y familia es: conluz2000@gmail.com