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El miedo a la oscuridad es uno de los tres temores más comunes en la infancia

El miedo a la oscuridad es uno de los tres temores más comunes en la infanciaPexels

Por qué los niños tienen miedo a la oscuridad y cómo ayudarles a superarlo

Los psicólogos explican que es uno de los tres temores más comunes entre los pequeños, aunque con unas técnicas muy sencillas los padres pueden ayudarles a vencerlo

El miedo a la oscuridad es uno de los tres temores más comunes entre los niños, junto al temor a los perros y a lanzarse al agua. No haría falta ningún estudio científico para constatarlo, ni siquiera tener niños cerca: basta recordar la propia infancia para caer en la cuenta de lo que se experimenta ante una habitación a oscuras o un ruido en plena noche. Y, sin embargo, diferentes estudios científicos explican por qué se trata de una etapa natural del desarrollo infantil y dan las claves para que los padres puedan ayudarles a superarlo.

Un temor normal... pero ojo a las fobias

No hay nada de extraño en que los niños tengan miedo a la oscuridad, especialmente entre los 3 y 7 años. Según el Child Mind Institute, este miedo forma parte del desarrollo normal y suele disminuir con la edad.

Sin embargo, en algunos casos, puede persistir y llegar a convertirse en una fobia conocida como nyctophobia. Varios estudios, como uno publicado en Hanspringhealth, cifran en torno al 2 % los niños que experimentan esta fobia de manera persistente, y sugieren acudir a especialistas para tratarla y así evitar que se instale de manera definitiva.

Un factor determinante para esquivar la nyctophobia es que los padres no propicien de manera intencional que el niño pase tiempo a oscuras, como una especie de «terapia de choque» que propicie la reciedumbre de los niños. Una práctica no tan infrecuente como podría parecer.

Causas genéticas, culturales y cognitivas

Las causas del miedo a la oscuridad son multifactoriales. Se trata de un miedo atávico, que podría estar inscrito en nuestra naturaleza desde antes incluso de la invención del fuego y haber pervivido a través de los resortes de la psicología evolutiva, y que asocia la falta de luz a posibles riesgos para la vida. Varias investigaciones sugieren, además, que algunos factores genéticos y ambientales podrían contribuir al desarrollo de la nyctophobia.

Además, la imaginación activa de los niños y su limitada comprensión del mundo pueden intensificar este miedo. Según un estudio cualitativo de la Universidad de Nuevo México, realizado con niños rusos de 4 a 5 años, reveló que la inmadurez de su desarrollo cerebral incide en la capacidad cognitiva de los pequeños, y les hace más proclives a asociar la oscuridad a amenazas imaginarias, en muchas ocasiones imposibles y abstractas o indeterminadas.

Comprender estas causas resulta esencial para que los padres puedan ayudar a los niños a superar sus temores con empatía y cariño, sin culpabilizarlos ni forzarles a llevar a cabo acciones para las que no están preparados.

Impacto en el bienestar infantil

Dada la lógica asociación entre la oscuridad y la noche, el miedo a la oscuridad, incluso aunque discurra en los términos normales del desarrollo de los niños, puede tener un impacto muy negativo en el bienestar infantil.

Así, el miedo persistente a la oscuridad puede afectar el sueño y, por tanto, a la salud física y emocional de los niños. Varias investigaciones, como la recientemente publicada por un equipo de la canadiense Universidad de McGill, en Montreal, han demostrado que este temor está asociado con problemas somáticos (dolores de cabeza, problemas estomacales o afecciones inflamatorias), así como con trastornos del sueño, ansiedad, irritabilidad y dificultades en la regulación emocional. Unos problemas que pueden aparecer en horario escolar, pasando más desapercibidos para los padres pero que inciden negativamente en el rendimiento académico de los niños.

Cinco estrategias de ayuda

Para ayudar a los niños a superar el miedo a la oscuridad, los expertos del Instituto de Salud Mental Infantil de Estados Unidos coinciden en recomendar varias estrategias:

• Validar sus sentimientos y evitar minimizar o ridiculizar su miedo.

• Establecer una rutina de sueño constante y relajante: irse a la cama a la misma hora, bajar la luz de forma progresiva, incluir alguna lectura tranquila antes de dormir, o rezar para pedir calma y sentir la protección divina cuidando el sueño.

• Utilizar, si es necesario, una luz nocturna suave e indirecta para proporcionar seguridad. Y mejor si se sitúa en el pasillo o fuera de la habitación para propiciar un mejor descanso y la generación natural de melanina.

• Enseñar a los niños técnicas concretas de afrontamiento en caso de crisis ansiosa por el miedo. Es especialmente útil enseñarles a practicar la respiración profunda y pausada o repetirse a sí mismos frases como «no estoy solo en casa», «papá y mamá están conmigo», «tranquilo», «no pasa nada malo», «no tengo por qué tener miedo».

Evitar mostrarles contenidos que puedan intensificar el miedo o irritar sus sentidos, como la exposición a las pantallas, videos muy agitados, música agresiva, cuentos con imágenes monstruosas o películas de terror.

Estas estrategias han demostrado su eficacia para ayudar a los niños a desarrollar la tranquilidad y confianza necesarias para manejar sus temores nocturnos de manera efectiva. Porque, comprender las causas y consecuencias del miedo a la oscuridad en los más pequeños permite a los padres y cuidadores brindarles el apoyo necesario para que superen su temor y desarrollen una mayor seguridad emocional.

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