Una madre con su hija
«Cuando tu bebé... ya va a la Universidad»: cuatro claves para ayudar a las madres cuando los hijos crecen
La pedagoga (y madre) Cyndi Barber ofrece pistas concretas para que las madres puedan acompañar el paso a la independencia de sus hijos
La escena es universal: llaves propias, planes por separado, primeras decisiones, mochilas más grandes, viajes con amigos... El natural desarrollo de los hijos causa en los padres, y sobre todo en las madres, una especie de desgarro emocional.
«Desde el día en que nacen nuestros hijos, están en un viaje hacia la independencia. Cada paso que dan lo sentimos como un paso más lejos de nosotros... y eso duele», explica Cyndi Barber, docente, mediadora familiar, madre de familia, abuela joven y autora del portal especializado iMOM.
Uno de esos momentos icónicos –lo que los jóvenes de la Generación Z llaman un «evento canónico»– es el paso a la Universidad. Sobre todo, cuando los hijos tienen que irse a vivir fuera de casa, a un piso compartido o a una residencia de estudiantes.
Justo lo que la propia Barber vivió hace unos años cuando una de sus tres hijas tuvo que trasladarse a 800 kilómetros de su hogar, en Nevada, para comenzar su carrera universitaria. Ahora, gracias a esa experiencia y al acompañamiento a otras familias que lleva haciendo desde hace casi dos décadas, ha publicado varios consejos para madres de hijos mayores que quieren «cortar el cordón umbilical» de la mejor manera posible.
Porque, como ella misma dice, «ya sea que tu bebé esté dejando de usar la silla del coche, vaya a un campamento de verano por primera vez o prepare sus maletas para la universidad, no tienes por qué estar triste. Tu relación cambia con cada paso, pero puede mejorar».
Y da cuatro pautas concretas para «cuando tu bebé... ya no sea un bebé».
1º) Te seguirán necesitando
La independencia no borra la necesidad de mamá o papá, sólo la redefine. Barber enumera preguntas reales que siguen sonando al teléfono: «Mamá. ¿Cómo hago tu chili?; Me han pedido un comprobante de domicilio, ¿Qué es eso?’; Mi bebé tiene un sarpullido. ¿Qué le pongo?...»
Y reconoce: «Las peticiones de consejo nunca han cesado. Algunos los sigue y otros no. Pero sobre todo, busca mi aprobación y tranquilidad, así que intento impregnar la mayoría de las conversaciones con palabras que les recuerden que creo en ellas. Saber eso le da confianza».
2º) La relación se profundiza
Cuando el rol de «policía» deja paso al de compañera de camino, surgen conversaciones nuevas entre madres e hijos. Barber lo resume sin dramatismo: «A medida que nuestros hijos maduran, sus emociones se desarrollan y se estabilizan. Tienen más capacidad para conectar contigo y se comprenden mejor a sí mismos. Conforme empiezan a tomar decisiones más responsables, los dos podéis ser más abiertos, ya que tu rol principal ya no es el de disciplinar».
Así que, «aunque sea triste que tu bebé ya no sea un bebé, es una oportunidad para cultivar el respeto mutuo, los intereses compartidos y las conversaciones sinceras», indica.
3º) Recordarán lo que les has enseñado
Aunque durante un tiempo parezca que viven de espaldas a los valores que se les han transmitido, con el tiempo, la semilla prende. «Tu influencia en tus hijos es profunda. Han adoptado tus valores fundamentales incluso cuando parece que se resisten a ellos. Puede que tropiecen un poco los primeros años al probar su nueva independencia, pero se asentarán en los cimientos que les has ayudado a construir».
De hecho, ella misma reconoce cómo ha visto a su propia hija «convertirse en una madre maravillosa para sus propios hijos» y constata cómo «nuestros valores familiares están plasmados en su trabajo y en su matrimonio».
4º) Crecerán gracias a sus errores
Soltar no es desentenderse, ni cuidar es sobreproteger; es dejar practicar sin inmiscuirse en la vida de un hijo adulto. «Los errores pueden dejar golpes y moratones, pero son de los mejores maestros». Por eso, dice Barber, «no tengas miedo a dar un paso atrás y dejar que fallen». Igual que un artesano gana destreza usando sus herramientas, «nuestros hijos necesitan practicar lo que les hemos enseñado. Crecerán, y te asombrarán. Y en muchos sentidos, te superarán», recuerda.
Barber cierra con un mensaje de esperanza para todas las madres: «El cambio es difícil y dejarles ir no es fácil, pero los mejores años con tus hijos están por venir».