La experta en Educación Infantil y formación docente, Andrea Mallo
Día de la Salud Mental
Andrea Mallo, docente de Infantil: «Mojar la cama o no poder dormir pueden ser signos de otros problemas»
Uno de cada siete menores tiene problemas de salud mental, y el 70 % de los casos surge en los primeros años de vida, cuando pueden detectarse y tratarse a tiempo a partir de señales como la ira, la tristeza o el miedo.
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El dato es preocupante... y cada vez va a más. Según la Asociación Española de Pediatría, uno de cada siete menores en nuestro país sufre algún tipo de trastorno mental. Y no hablamos sólo de adolescentes: el 70 % de estos problemas tienen su origen en los primeros años de vida, cuando los niños son aún pequeños.
Una cifra que da pie a otra mucho más preocupante, y que da la voz de alarma ante el Día de la Salud Mental que se celebra el próximo 10 de octubre: el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte entre jóvenes de 12 a 29 años en España, con un aumento de casos desde la pandemia.
Con este telón de fondo, detectar a tiempo posibles patologías y trastornos que impacten en la salud mental de los niños es el modo más eficaz de intervenir antes de que las dificultades se descontrolen.
Señales incluso a los seis años
Como explica Andrea Mallo, maestra de Educación Infantil y formadora de docentes en la academia Flou, «aunque hablemos de niños de corta edad, los menores de seis años pueden mostrar signos de ansiedad, tristeza o miedos que les impiden un desarrollo evolutivo normativo».
De ahí que saber reconocer las señales de alarma para «detectarlo a tiempo, de la mano de psicólogos y equipos de orientación, es clave para que estos problemas no se establezcan en el tiempo», indica.
Pero, ¿cuáles son los síntomas a los que deben estar atentos los padres, e incluso los profesores, para llevar a cabo una detección temprana que permita atajar cuanto antes los problemas? Porque rara vez las crisis de salud mental aparecen de un día para otro.
Signos de alerta
Pues, según esta experta, algunas de las señales de advertencia pueden incluir «volver a mojar la cama, no hablar en ciertas situaciones, tener problemas para dormir, jugar siempre solo, estar muy irritable o negarse de repente a ir al colegio». Y no del modo esporádico en que cualquiera de estas situaciones pueden ocurrirle a cualquier niño, sino con una recurrencia que escama a los propios padres o llama la atención del personal del colegio.
Porque, precisamente, el centro escolar puede ser uno de los ámbitos privilegiados para detectar este tipo de situaciones. «En el aula, el cuerpo a veces dice lo que el menor no es capaz de transmitir con palabras», explica Mallo.
Y por ese motivo, «los maestros necesitamos más formación para detectar y acompañar estas situaciones, porque muchas veces somos la primera línea de observación», recalca.
Lo que marca la diferencia
Según esta especialista en Educación Infantil, en toda ocasión, pero sobre todo cuando se intuye que puede haber un problema de salud mental en un niño pequeño, además de dar aviso a la familia «los maestros debemos crear un entorno seguro y reforzar la autoestima del niño mientras los especialistas valoran la situación».
Así, algo tan sencillo como «las palabras bonitas y los espacios para expresar emociones pueden marcar una gran diferencia», concluye Mallo.