Una mujer embarazada muestra la ecografía de su bebé
Se desmonta otro mito abortista: la mortalidad materna cae un 17 % en Estados Unidos tras limitar el aborto
Las legislaciones provida aprobadas en varios estados salvan tanto a los bebés como a sus madres porque van acompañadas de mejoras en la atención sanitaria a las mujeres gestantes
Uno de los argumentos más esgrimidos por los promotores del aborto es que toda limitación legal al infanticidio intrauterino, especialmente su prohibición, provocaría un incremento de las muertes entre las mujeres embarazadas.
Sin embargo, la realidad vuelve a desmontar las mentiras de la retórica abortista. El dato más reciente llega desde Estados Unidos, donde las muertes maternas han descendido un 17 % después de que algunos estados limitaran el aborto tras la histórica anulación de la sentencia Roe vs. Wade.
Según los datos del sistema de salud norteamericano, de los que se hace eco la web especializada lifenews, en 2023, Estados Unidos registró 669 muertes maternas; es decir, una tasa de 18,6 por cada 100.000 nacidos vivos. Esto representa una disminución del 17 % con respecto a 2022, y del 43 % con respecto al pico de la pandemia de 32,9 en 2021.
«Estas cifras reflejan vidas reales salvadas. Y contradicen rotundamente las reiteradas advertencias de que las leyes provida, que protegen la vida, desencadenarían una crisis de salud materna», explica en Lifenews Raimundo Rojas, director de difusión del Comité Nacional por el Derecho a la Vida de Estados Unidos, y representante de este organismo ante las Naciones Unidas.
Las leyes provida salvan las dos vidas
Como apunta Rojas, «durante décadas, los activistas proaborto insistieron en que proteger a los fetos pondría inevitablemente en peligro a sus madres, pero los datos muestran una historia diferente».
Y en efecto, desde la anulación del caso Roe contra Wade en junio de 2022, que promovió la limitación del aborto en varios estados y supuso por primera vez un paso atrás legislativo en el ámbito internacional abortista, la mortalidad materna no sólo no ha aumentado, sino que ha disminuido de forma drástica y constante.
«Esto no es una narrativa, sino un resultado medible», apunta Rojas. Porque «lo que importa aquí es lo que no ocurrió. Las muertes maternas no aumentaron tras la promulgación de leyes provida protectoras. De hecho, disminuyeron. Y esa tendencia ha continuado hasta principios de 2024, con datos provisionales que muestran tasas cercanas al 18 por 100.000, similares a los niveles prepandémicos», añade.
Las mentiras abortistas
Este descenso en la mortalidad materna es importante, en primer lugar, por la cantidad de vidas de mujeres que se han salvado. Pero también, como indica Rojas, «porque los grupos de defensa del aborto, quienes se aprovechan del aborto, los comentaristas de los medios de comunicación e incluso algunos funcionarios de salud pública advirtieron de que las leyes provida devastarían la salud de las mujeres».
Como ocurre también en España, los promotores del abortismo global «afirmaron que restringir el aborto inundaría los hospitales con embarazos de alto riesgo, retrasaría la atención de emergencia y obligaría a las mujeres a recurrir a alternativas peligrosas», explica Rojas. Sin embargo, «estas predicciones, hechas con absoluta certeza, no se han visto confirmadas por los hechos».
Las causas reales de la muerte materna
Las principales causas de muerte materna, según los datos que presenta el propio sistema de salud norteamericano, están bien documentadas y representan casi el 80% de los casos: enfermedades cardiovasculares, hipertensión, crisis de salud mental, hemorragias e infecciones.
Por eso, «las herramientas más eficaces para reducir la mortalidad materna no están vinculadas al acceso al aborto. Se basan en el acceso a atención de calidad antes, durante y después del parto. Esto incluye visitas prenatales oportunas, evaluaciones de riesgo, seguimiento posparto y atención obstétrica de emergencia», indica el experto.
Además, Rojas aboga por «la ampliación de la cobertura posparto e iniciativas de calidad perinatal, e incluye el apoyo a las madres negras e indígenas, cuyas tasas de mortalidad siguen siendo dos o tres veces mayores que las de sus pares blancas». Pero, en definitiva, «nada de eso requiere terminar con la vida en el útero. Todo exige un compromiso serio con la vida fuera de él».
Ampliar la cobertura sanitaria materna
Además, el representante ante la ONU del Comité Nacional por el Derecho a la Vida de Estados Unidos denuncia que quienes trataron de presentar las leyes provida como causa del incremento de la mortalidad materna lo hicieron de forma torticera, achacando a la legislación provida las muertes de madres contagiadas de COVID-19.
«Lo que sí demuestran los datos nacionales es lo siguiente: la mortalidad materna está disminuyendo. Y esa disminución no coincide con la ampliación del acceso al aborto, sino con mejoras específicas en los sistemas de salud materna».
Porque, en efecto, los estados que ampliaron la cobertura posparto, invirtieron en programas de colaboración perinatal y apoyaron los centros de salud comunitarios son aquellos en los que se han experimentado algunas de las caídas más pronunciadas.
Y concluye: «El movimiento provida no puede permitirse ganar la batalla legal y perder la batalla de la salud pública. Proteger a los niños no nacidos significa también salvaguardar a sus madres. La mortalidad materna es una tragedia nacional que trasciende la ideología. Si queremos reivindicar la seriedad moral, debemos ir más allá de los eslóganes. Debemos demostrar con hechos, no solo con argumentos, que una nación que valora la vida no nacida también protege a las mujeres que la gestan».