Santiago Jiménez, durante un testimonio de fe a los alumnos de su colegio
El conmovedor mensaje del hijo de Santi, el profesor que se desplomó en clase y ha generado una ola de fe
Santiago Jiménez era un destacado dirigente del movimiento de Cursillos de Cristiandad en Madrid y uno de los profesores más queridos en el colegio San Ignacio de Loyola de Torrelodones
La noticia corrió como la pólvora hace unos días, entre el estupor y el dolor de las cientos de personas que la compartían en sus grupos de WhatsApp: Santiago Jiménez –Santi, como todo el mundo le llamaba–, un carismático dirigente del movimiento de Cursillos de Cristiandad y uno de los referentes en el colegio San Ignacio de Loyola, de Torrelodones, se había desplomado en clase a primera hora de la mañana y se debatía entre la vida y la muerte.
Conforme avanzaban las horas, las noticias se hacían más confusas. Mientras unos confirmaban su fallecimiento, otros aseguraban que seguía con vida. Y en la mente de todos estaba el menor de sus tres hijos, que aún cursa Bachillerato en el centro.
La verdad es que ambas noticias, por sorprendente que parezca, eran ciertas.
La notificación de la muerte
Según confirma a El Debate el entorno de Santiago, a las pocas horas de empezar su jornada en el colegio –donde impartía Matemáticas, Ciencias y Tecnología–, Santi había interrumpido bruscamente un chascarrillo sobre extraterrestres, con un escueto «me estoy mareando». Y se desplomó hacia atrás.
Sus alumnos de 3º de la ESO pensaron que era una broma, una especie de performance que daría paso a una enseñanza mayor. Algo más que verosímil dado el extraordinario buen humor y la capacidad de encontrar imágenes evocadoras para dar mensajes de calado que tenía su profesor, uno de los más queridos del claustro.
Pronto se dieron cuenta de lo que ocurría en realidad, y corrieron a dar la voz de alarma con extraordinaria eficacia.
Los ejercicios de reanimación que otro compañero le estuvo practicando hasta que llegaron los sanitarios sólo lograron retrasar el diagnóstico que parecía definitivo: un fallo múltiple y repentino había acabado con la vida de Santi.
Incluso la psicóloga que acompañaba al equipo de emergencias notificó la muerte a su esposa, para que lo comunicase a sus hijos y al resto de su familia.
«Algo pasó»
Se procedió a trasladar a Santi hasta el hospital a toda prisa ante la posibilidad de proceder a la donación de sus órganos. Era viable que, incluso tras la muerte, Santiago siguiese siendo fecundo.
«Pero no contaban con el poder de la oración», explica para El Debate uno de los profesores del colegio.
Porque, desde el mismo momento en que se dio la voz de alarma, el colegio entero, y la comunidad de Cursillos de Cristiandad de Madrid, de la que Santiago era un destacado y muy querido dirigente desde hacía décadas, se habían movilizado.
Sus alumnos de 3º de la ESO habían acudido a la capilla para interceder por su maestro, con el rezo ininterrumpido del rosario. Poco más tarde, todo el centro se sumaba para celebrar la Eucaristía pidiendo por él. De manera simultánea, los miembros del movimiento de Cursillos de Cristiandad comenzaron una cadena de oración.
Y cuando todos daban a Santiago por fallecido, «algo pasó».
Caudal de oración
Contra todo pronóstico, Santiago llegó al hospital con el pulso recuperado y un hálito de vida, que lo llevó directamente a la UCI. Mientras su familia lo creía ya muerto y comenzaban a reunirse en casa, una de sus hermanas se acercó al hospital y allí recibió la esperanzadora noticia: Santi estaba vivo.
Desde ese momento, y a lo largo de varios días, la sala de espera de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Puerta de Hierro ha sido un caudal de personas que acudían a rezar por Santiago.
Cada día se celebraba una adoración eucarística en la capilla del hospital para pedir por su sanación, e incluso se celebró una Hora Santa a la que asistió un centenar de personas. Durante más de una hora, tres sacerdotes estuvieron confesando sin parar a jóvenes y adultos, algunos de los cuales hacía mucho tiempo que no se acercaban al sacramento de la Reconciliación.
Las cadenas de oración cubrían incluso las horas de la madrugada, y cada noche, decenas de personas se unían a través de internet para rezar juntas el rosario a las 2 a.m.
Buena parte de ellos eran jóvenes y antiguos alumnos del colegio, a los que Santiago había evangelizado desde su actividad cotidiana. Otros muchos eran vecinos, amigos, compañeros de trabajo o familiares en quienes Santiago había propiciado un auténtico cambio de vida tras invitarles a convivencias, cursillos de cristiandad o grupos eclesiales, y acompañándolos después en su camino de fe.
Impactante testimonio de fe
Las redes sociales del colegio, de muchos cursillistas y del grupo de música del que Santiago formaba parte –Los Porfolios–, se han desbordado con mensajes de apoyo, peticiones de oración y hasta estampas pidiendo la intercesión de uno de los iniciadores de Cursillos, Sebastián Gayá, cuya causa de canonización está abierta y de quien Santiago fue muy cercano.
Otros tantos han compartido videos con mensajes del propio Santi, como un discurso motivacional que dio a los alumnos de Bachillerato, o el impactante testimonio de fe y confianza en Dios que compartió tras la muerte de Elena, su primera esposa y madre de sus hijos.
Becas para evangelizar, mejor que flores
Finalmente, el pasado miércoles Santiago fallecía, arropado por su esposa Mercedes –con quien se casó hace poco más de seis meses–, sus hijos y el resto de su familia, además de algunos de sus íntimos amigos, entre ellos varios sacerdotes.
La conmoción y el dolor ante la muerte se veía, a primera hora de este jueves, matizada por un emotivo mensaje que compartía su hijo Pablo.
Un mensaje que llegaba poco antes de que Mercedes y ellos mismos sugiriesen, con una sorprendente entereza y un notable testimonio de fe en la vida eterna, que el dinero de las coronas de flores se emplease para ofrecer «becas» a quienes no pudiesen pagar el exiguo coste de un Cursillo de Cristiandad o de una convivencia de Adviento o Pascua, «para que nadie deje de acercarse a Dios».
«El objetivo es la vida eterna»
Por la tarde del jueves 6, cerca de 500 personas asistían a la misa funeral que se celebró en la parroquia de Santa María de Majadahonda, desbordada hasta la calle a pesar de su gran capacidad.
Y muchos de ellos comentaban, a la salida, el mensaje del hijo de Santiago Jiménez, que resumía el sentir de sus otros dos hermanos y del resto de su familia.
Mensaje que dice así: «Muchas gracias a todos por vuestra oración y por haber venido aquí. Sois los mejores y no tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy con vosotros y con Dios. Al final mi padre se ha tenido que marchar pero no por ello es que no se haya producido un milagro. El milagro ya está hecho. El milagro es poder llevar esto con paz, sabiendo que la vida simplemente es un paso para llegar al verdadero objetivo, la vida eterna».
Y concluía: «Realmente, tengo que estar agradecido. Por la familia que tengo, por mis padres que me protegen desde el cielo, por mi madre de la tierra que es Mercedes, por los grandes amigos que tengo, y por toda la gente que se preocupa por nosotros».