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Una madre ayuda a su hija a hacer los deberes

Una madre ayuda a su hija a hacer los deberesGetty Images/iStockphoto

Si tu hijo olvida los deberes, ¿es mejor pedirlos por WhatsApp a otros padres, o que vaya al cole sin ellos?

La escena se repite en miles de hogares cada tarde: un niño olvida los deberes escolares en el colegio, o ha pasado por alto apuntarlos en la agenda escolar y al llegar a casa no sabe qué ejercicios tiene que hacer o qué temas le entran en el examen.

Hasta hace unos años, la única alternativa posible era que el pequeño apurase al día siguiente al llegar al centro para hacerlos antes de ser descubierto, sufrir la regañina del profesor –e incluso de sus padres–, o inventar alguna excusa, como el clásico «el perro se ha comido mis tareas».

Sin embargo, de unos años a esta parte, la salida suele ser muy diferente: el padre o la madre preguntan en el grupo de WhatsApp de la clase, y reciben de otros padres las fotos de la ficha o de las páginas del libro que los niños tienen que realizar o deben estudiar.

Y aunque muchas familias lo hacen para evitar que los niños sean descubiertos en su error por los profesores, otros siguen una lógica basada, a priori, en la exigencia y el esfuerzo: a cualquiera le puede ocurrir, y mejor pasar vergüenza pidiendo la tarea, que una tarde en blanco sin hacer nada.

Pero, ¿qué es realmente lo mejor para los niños cuando se ven en una situación así? Como explica Nani Conde, profesora de Primaria y psicopedagoga, «cuando los niños se olvidan los deberes o no los apuntan en la agenda no es recomendable que los padres pregunten en el chat del colegio para solucionarlo».

Lo que enseña olvidarse los deberes

Conde reconoce que es comprensible que, «como adultos, queremos evitarles un disgusto o que vayan al día siguiente sin la tarea, pero si lo hacemos constantemente, les quitamos la oportunidad de aprender de su error. Y si lo hacen de manera habitual, el niño aprende que no necesita estar pendiente porque sus padres lo resolverán por él».

Además, apunta que «olvidar los deberes es una experiencia que, bien acompañada, enseña más que mil recordatorios: si cada vez que se despistan alguien lo resuelve por ellos, el mensaje que reciben es: 'No hace falta que me esfuerce, otros lo harán por mí'».

En cambio, esta docente con experiencia en el trabajo escolar que se envía para hacer en casa (es también colaboradora de TusClasesParticulares), recuerda que, en realidad, «es más educativo dejar que viva las consecuencias de su despiste, como por ejemplo explicarle al profesor lo ocurrido o entregar el trabajo al día siguiente. Y de este modo, el niño comprende que sus actos tienen un resultado y empieza a desarrollar hábitos de organización y responsabilidad, aprende a planificarse y a anotar lo importante o a anticipar lo que necesita llevarse a casa, unas habilidades que se desarrollan con la práctica y los errores».

Cuatro estrategias para ayudarles

Eso sí, que los padres no pidan los deberes por WhatsApp «no significa desentenderse por completo».

Y propone, por ejemplo, «ayudarle con herramientas visuales (un calendario de tareas, una checklist o recordatorios en su agenda), pero siempre dejando que sea él quien se encargue de gestionar su propio trabajo y que la responsabilidad es suya». La clave, apunta Conde, «está en acompañar, no en sustituir».

Para fomentar la autonomía de los niños, esta psicopedagoga sugiere cuatro estrategias sencillas:

1. Revisar juntos la mochila y la agenda antes de salir del colegio o al llegar a casa, pero sin hacerlo por ellos.

2. Usar apoyos visuales, como un panel con los días de la semana y los materiales de cada asignatura.

3. Establecer rutinas fijas, por ejemplo, dedicar unos minutos cada tarde para revisar si queda algo pendiente.

4. Reforzar los logros, por pequeños que sean: «Hoy te has acordado de todo, ¡qué bien organizado estás!»

Equivocarse forma parte del proceso

«Aprender a planificarse, anotar lo importante y anticipar lo que necesita llevarse a casa es un tipo de aprendizaje que no se construye de un día para otro, requiere ensayo, error y acompañamiento emocional. Lo más importante es que sienta que confiamos en él y en su capacidad para hacerlo mejor la próxima vez», apunta.

Y concluye recordando que «es importante enseñarles que equivocarse forma parte del proceso. Las consecuencias naturales, si son proporcionadas, son grandes maestras. Los niños no aprenden por miedo al castigo, sino cuando sienten que pueden mejorar y que confiamos en ellos. Por eso, el mensaje debe ser siempre: Sé que puedes hacerlo mejor la próxima vez, y estaré aquí para ayudarte a conseguirlo».

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