Gabriel González de Gregorio Álvarez de Toledo
Gabriel González de Gregorio: «La duquesa roja era influyente, pero antisistema»
El hijo más extravagante de la duquesa roja se pronuncia sobre los diferentes frentes familiares que tiene abiertos
Gabriel González de Gregorio Álvarez de Toledo, 64 años, vive en Madrid retirado y olvidado. Estos días los pasa en el palacio de su madre, la duquesa roja, en Sanlúcar de Barrameda. Ahora el hogar de su madrastra, Lilian y del hermano mayor Leoncio, actual duque de Medina Sidonia. Allí se aloja en la Hospedería de su palacio ducal como cualquier turista. Hoy le han asignado la Montalto room con vistas al huerto y por la que pagará 85 euros por noche.
Gabriel patina por el Retiro, nada en el club Canoe y pasea con su pareja y los pocos amigos que conserva. Es un personaje extravagante e incómodo para muchos. Con un árbol familiar que se remonta a la Edad Media y que ha sido desposeído de su patrimonio, mal administrado por una madre que se ganó el título de duquesa roja.
Además, por parte de padre, tienen otro frente abierto; el de Rosario Bermudo, una posible nueva hermana que reclama su parte de la herencia paterna. Este asunto legal está recurrido porque el procedimiento de filiación se basó en pruebas de ADN ilícitas. Un caso similar al de Julio Iglesias, un detective obtuvo la saliva de su hijo mayor, Julio José Iglesias, de una botella de agua que había estado bebiendo el joven. Lo mismo que hizo el detective puesto por el abogado de Rosario Bermudo para obtener saliva del hijo mayor del finado para la prueba de ADN.
En este caso Pilar como heredera universal de su padre tiene la voz cantante y Gabriel poco que decir y más porque esa supuesta hermana la habría tenido su padre cuando aún no estaba casado con la duquesa de Medina sidonia.
Según la leyenda, Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius y la duquesa de Medina Sidonia, madre de Gabriel, constituyeron Comisiones Obreras de Andalucía en uno de los salones del palacio de Sanlúcar del que la Justicia española hizo copropietarios a Gabriel y a sus hermanos Leoncio y Pilar después de un pleito que comenzó hace unos diez años y cuyo final se atisba complejo.
Gabriel fue el cabecilla de la rebelión de los tres hijos de la difunta duquesa roja, quien, según sentencia, «defraudó sus derechos hereditarios donándolos a la Fundación Medina Sidonia en 1990».
Según Gabriel son la típica familia de la nobleza descolocada por los nuevos aires que introducían los nuevos tiempos, por ejemplo, el matrimonio homosexual. Precisamente, la duquesa roja se casó en articulo mortis con Lilian Dahlmnan actual presidenta de la Fundación Medina Sidonia y madrastra de los tres herederos.
Gregorio
–¿Por qué está tan callado?
–Porque me han puesto dos querellas por hablar. Hablo demasiado. En ambas me pedían indemnizaciones millonarias y en una de ellas varios años de cárcel. Se me han quitado las ganas de hablar. No vaya a ser que a la tercera me condenen y siga la tradición familiar.
–¿Algún político se ha interesado por su caso?
–Ni Nicolás Sartorius que debió tener cierta amistad con nuestra madre, ni nuestra pariente Cayetana Álvarez de Toledo, se han interesado. Los políticos que tenemos parece que desprecian aprender de la desgracia de sus conciudadanos ya sean parientes o no.
A la derecha no le interesa defender derechos de propiedad hereditarios. A la izquierda no le interesa que se sepa que en España hay ciudadanos que, en la práctica, sufrimos un expolio similar al que se puede sufrir en Venezuela o, en su día, se sufrió en Cuba.
–Pero la Justicia les ha dado la razón.
–Hay diferencia entre la Justicia del magistrado de Primera Instancia que pasó un mes con nosotros y buscó una solución dentro de la Ley que nos permitiera vivir con cierta dignidad lo que nos restaba de vida en 2015 y que se molestó en entender la inquina familiar y cómo, en una familia con derecho a 26 títulos nobiliarios, se habían perdido 21, prefiriendo que Pilar y yo no tuviéramos ninguno. Es un poco lo del agua del Ebro, mejor que se pierda a que la aprovechen los del Sur. El juez entendió que, en este tipo de familias, los hijos no tenemos derecho a nada y que la legítima nos sea, incluso, escamoteada.
Sin embargo, la «justicia» de la Audiencia de Cádiz desatendió los argumentos del magistrado de Primera Instancia y nos aplicó la Ley un poco a lo bruto. Ahora estamos todos en la misma casa, aunque yo prefiera pagar por alojarme en este palacio. Tenemos que hacer un esfuerzo por llevarnos bien: hay trabajadores y otros intereses. Tratar de sacar esto adelante sin resentimientos, lo que no es fácil pues en esta familia nos pierde la soberbia. Acudir a una justicia que resuelve de esta manera los problemas de los ciudadanos no tiene sentido. Algunos no obtenemos nada.
–No le entiendo
–La sentencia nos hizo a todos copropietarios de lo que era Fundación, pero solo nuestro hermano mayor ha sido invitado a residir en Palacio. Pilar y yo no. Siendo mi hermana y yo quienes iniciamos la revuelta en 1989 contra las pretensiones de nuestra madre. Pareciera que, con la sentencia, se nos quisiese castigar por subvertir el orden y rebelarnos contra la autoridad materna. He de puntualizar que mi hermano reside en habitaciones del palacio, no de la Hospedería.
Gabriel González de Gregorio Álvarez de Toledo
–¿Ha sentido miedo durante el litigio?
–El miedo es muy jodido. Paraliza al individuo. Toda la vida he sentido miedo a la sinrazón, a la arbitrariedad. Desde los tiempos de Franco y los juicios contra nuestra madre, cuyas consecuencias sufrimos nosotros. En este juicio también he sentido cierto temor. Era consciente de que perderlo sería nuestro final y la ruina total. Y también de que lo podíamos perder. Los contrarios movilizaron a la opinión pública con sus populismos de trinchera: «el bien común y el interés general están con la Fundación etc. etc.» Hasta en el Senado con un presidente del PP se emitió un comunicado inamistoso cuando comenzaron las vistas. Y cuando llegamos a Sanlúcar, en el Ayuntamiento exhibían una pancarta contra nosotros y ahí permaneció durante todo el mes que duraron las vistas.
–Los Medinaceli rebeldes tienen un pleito similar y lo están ganando.
–Pues seré un gallina, pero no las tenía todas conmigo. Nuestra madre era influyente pero antisistema, muy rebelde y poco razonable. Sus actos irresponsables nos forzaron a demandarla en vida.
No nos daba las cuentas de la administración de los bienes heredados de nuestra bisabuela «cubana», y no reparaba unos edificios catalogados que había arruinado y cuya reparación nos caería como nudos propietarios, como así fue.
–¿Pero eso qué tiene que ver con el pleito por la herencia de su madre, la Fundación y el palacio Medina Sidonia?
–Porque esos pleitos se iniciaron antes de la constitución de la Fundación, nuestra madre «la duquesa roja» para desheredarnos metió nuestra herencia legítima en la Fundación. Mi madre murió sin haber pagado esos pleitos en su totalidad. Estas circunstancias nos pusieron de cara el pleito por el fraude de nuestros derechos hereditarios.
Así que, cuando la Junta de Andalucía, la Fundación y el Ayuntamiento, nos forzaron a un pleito «fácil» para nosotros… Me temí lo peor y eso que en 2014, ofrecí una solución similar a la que nos dio finalmente la Audiencia de Cádiz y lo rechazaron.
–¿Contra qué luchaban?
–Contra la corrupción con mayúsculas, aunque suene presuntuoso. Tal vez, desde nuestra experiencia, se podría explicar qué es «eso» o cómo funciona la corrupción. Por ejemplo, nuestra madre denunció, con gran valentía y nefastas consecuencias, cierta corrupción del régimen de Franco y del reinado de Juan Carlos I, pero no veía la suya propia: tres pleitos hemos tenido que ponerle y tres pleitos le ganamos con fuerte oposición por su parte y la de sus sucesores. Es decir: no olemos nuestro propio excremento. Además, la corrupción tiene mucho que ver con la desigualdad. Exacerba la desigualdad irracional, en términos de Piketty. Así que escribí un libro.
–¿Aún no entiendo cómo le pudieron quitar Fernandina a su hermana Pilar si se lo había dado su madre con el permiso de los dos hermanos varones?
–A Pilar le quitaron un título nobiliario que le correspondía y ella había rehabilitado con mucho esfuerzo. ¿Algún hijo de duquesa fue a visitar a su madre presa por delito de opinión? ¿O estuvo varios años sin poder verla por los procesos que forzaron su exilio? ¿Qué consecuencias tuvo todo eso para nosotros?. Ni mi hermano, ni su hijo, ni el Tribunal Supremo, ni el Consejo de Estado han visto los méritos de Pilar. Sin embargo, sí han visto los méritos del hijo de mi hermano. Con la Ley de Memoria Histórica vigente en 2018, los méritos de Pilar eran obvios. Creo, francamente, que Felipe VI se ha equivocado en este punto, tenían que haber devuelto el título a Pilar.
–La ley es la ley y si el mejor derecho correspondía al hijo de vuestro hermano, ¿no entiendo que esto sea corrupción?
–Eso mismo. La «razón» estaba con Pilar y la Ley también. No se le aplicó ni una ni otra. La Ley es la Ley y la ley de sucesión del ducado de Fernandina era la de la Pragmática de Carlos V de 1534 que cambió el orden de suceder de los grandes Estados nobiliarios, (no confundir con Grandeza de España que todo el mundo confunde). Y esto lo recoge el Mayorazgo de ese título. Los grandes Estados nobiliarios no se podían agregar por matrimonio. De unirse por falta de hijos suficientes, debían separase siempre que fuese posible. Fernandina es un título que se «unió» a Medina Sidonia consecuencia de un matrimonio celebrado en 1713… en las capitulaciones matrimoniales y en el Mayorazgo de Fernandina aparecía esa obligación de separación siempre que fuese posible. Por tanto, de no renunciar la rama de Leoncio (el primogénito) a Medina Sidonia, Fernandina debía separarse en la rama de Pilar.
–¿Cómo es que Pilar perdió ese pleito?
–La solución del caso era sencilla: pasaba por leer la norma de sucesión del título y conocer la Ley de 1534 que está en vigor y no va contra la igualdad de género. Que Pilar perdiese Fernandina por peor derecho cuando la norma de Sucesión de ese título le daba, precisamente, mejor derecho en nuestras circunstancias, es un magnífico ejemplo de inseguridad jurídica. Era muy fácil resolver el caso y más cuando hablamos de una familia que ha conservado el mayor archivo histórico, dicen, de Europa desde el que se puede comprender esta separación de las Casas que se juntaron en nuestros antepasados por matrimonio. De nuestros veintiséis títulos quedan cinco en manos de la rama primogénita, cero en la de Pilar y cero en la mía. Es la máxima desigualdad simbólica.
Además, se nos dejaba sin legítima. Estas situaciones dan pie a que aparezcan los peores instintos. Son las criaturas que acompañan a la corrupción y al fracaso de la Justicia. Se activa la Zona Gris que diría Primo Levi, actitudes que nos deshumanizaron. Es lo que trato de explicar en mi libro dedicado a mis familiares