El Príncipe Harry y Meghan Markle, a su salida de la misa en la catedral de San Pablo de Londres el pasado sábado
Crónica
El Rey Carlos despide a Harry y Meghan
«Expreso mi amor por Enrique y Meghan, mientras continúan construyendo sus vidas al otro lado del océano». Esto viene a ser como un: «Hasta luego, hijo»
Cuatro años tardó la Reina Isabel II en hacer príncipe de Gales y conde de Chester a su hijo Carlos, era 1958 y el primogénito tenía nueve años. Pero tardó once años en ser investido como tal por la Reina. Concretamente el 1 de julio de 1969 en una colorida y tradicional ceremonia en el castillo de Caernarfon, en Gales.
Isabel con Carlos se tomó mucho tiempo. Carlos III con su hijo Guillermo no lo ha demorado y en su primer discurso público a la nación ya se ha referido a su primogénito como príncipe de Gales. Sin duda porque su reinado será más corto que el de su madre y no hay tiempo que perder. Ha esperado demasiadas décadas y tiene prisa.
Su hermano pequeño, Eduardo y su esposa Sofía han pasado de condes a duques de Edimburgo. Andrés, por razones obvias se queda como está y también –de momento– Ana, porque así como está relegada al último escalafón de la línea sucesoria por detrás de sus hermanos, parece estar satisfecha. Un error que Guillermo ha corregido, ya que su hija está en el puesto sucesorio que por edad y no por sexo, le corresponde.
Cuando Isabel II sube inesperadamente al trono, no tenía oposición y la opinión pública era afín a la institución. Setenta años más tarde y con mucha vida y declaraciones incómodas a sus espaldas, Carlos lo tiene más complicado. No goza de la misma popularidad que su hijo Guillermo y las redes sociales ejercen la soberanía popular descarnadamente, a eso se une Irlanda del Norte, Escocia, la inflación, algunos conatos separatistas en la Mancomunidad y el Brexit. Carlos es Rey por la gracia de Dios y lleva setenta años preparándose, pero no comienza con el pie derecho y más cuando su propio hijo, Harry, también le pone zancadillas.
Con él, con el díscolo benjamín que le acusó de racista, ha terminado nada más comenzar su reinado. «Expreso mi amor por Enrique y Meghan, mientras continúan construyendo sus vidas al otro lado del océano». Esto viene a ser como un: «Hasta luego, hijo». Aunque se mantenga en el puesto quinto en la línea de sucesión al trono británico. Harry lanzó un órdago y ya se ha visto que la institución funciona sin sentimientos. Decidió salir y ahora no cuentan con él. Fue el primero en abandonar el castillo de Balmoral y no esperaron a que llegase para anunciar la muerte de la Reina porque la maquinaria monárquica se pone en marcha y no espera a los que se han apeado de la locomotora.
Una vez repartidos los títulos que llevaba el Rey Carlos III, como heredero, queda por asignar nuevo patrón o presidente de las más de 400 organizaciones que ostentaba como príncipe Carlos. Alguna de esas organizaciones culturales o humanitarias, a lo largo de los años, ha recibido generosas contribuciones de algún empresario español, que a cambio tenía la oportunidad de pasar una velada en palacio con amigos y disfrutar de la compañía del príncipe Carlos.
Desde el jueves 8 de septiembre el heredero pasa a ser Su Alteza Real, el príncipe Guillermo, príncipe de Gales, duque de Cornualles, de Cambridge y duque de Rothesay (solo en Escocia), entre otros títulos. Se da la paradoja de que su esposa Kate, será también princesa de Gales, lo que la Reina consorte, Camila, no pudo.
Y en la lista de miembros de la Familia Real es previsible que haya algunos nominados para salir y otros para entrar, dado que el titular ha cambiado.
Poco a poco cambiarán las monedas, los billetes y los signos exteriores irán mutando de la ER, Elizabeth Regina a CR, Charles Rex. Hasta el himno nacional pasará del «Dios salve a la Reina», al «Dios salve al Rey». Los sellos de los membretes y documentos oficiales, así como las etiquetas alimentarias de muchos productos o los souvenirs de las tiendas reales oficiales. La 'Q' irá desapareciendo y la 'K' ganará puestos.
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