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28 de marzo de 2024

Isabel Preysler, en Madrid

Isabel Preysler, en MadridGTRES

La amiga de Isabel Preysler testigo de los celos de Vargas Llosa

Una bronca entre la pareja, después de que ella regresase de una fiesta dinamitó el noviazgo de ocho años

Muchas han sido las teorías que han visto la luz en los últimos días acerca de los motivos por los que Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler han decidido poner punto final a su relación. Sin embargo, hay una que resuena con fuerza en la crónica social y esa es la de los celos infundados del Premios Nobel.
Después de destaparse que han sido varias las veces en las que el escritor se ha mostrado rabioso e incluso temeroso de que la socialité le fuese desleal, en las últimas horas han trascendido los detalles del capítulo que sirvió a la filipina para decirle a su entonces pareja: «hasta aquí hemos llegado».
Tal y como ha desvelado Beatriz Cortázar en EsRadio, la gota que colmó el vaso fue una bronca entre la pareja que, además, presenció accidentalmente una amiga de Isabel. Un altercado que Mario ha preferido no comentar, recurriendo a su lado más hermético al ser preguntado por él, y rompiendo su silencio solo para advertir a la prensa: «No voy a hacer ninguna declaración. Feliz Año», ha asegurado esta misma mañana a su llegada a casa.
Según la periodista, la famosa discusión de la que todo el mundo habla tuvo lugar en la noche del miércoles 30 de noviembre, cuando la madre de Tamara Falcó regresó a casa de la tradicional fiesta de Navidad de un champán francés que se celebró en el Palacio de Correos de Madrid. Nada más llegar a su hogar, la socialité se metió en el baño para desmaquillarse, al mismo tiempo que mantenía una conversación telefónica con una buena amiga con el altavoz activado.
Fue entonces cuando Mario, que llevaba ya varias horas dormido, se despertó y entró al baño para recriminarle a Isabel determinadas actitudes, que a su amiga le permitieron ser testigo de los celos que a día de hoy rodean al escritor. Una escena que sirvió a la filipina para expresarle al peruano su deseo de terminar su historia de amor, tras escuchar comentarios como: «qué horas son estas», «esto es intolerable», o «te estás tomando muchas libertades».
Al día siguiente, Mario abandonó el domicilio de la socialité para acudir a una cita de trabajo. Todos creían que el autor volvería al término de la misma, pero no fue así. El escritor seguía enfadado, y por ello decidió pasar esa noche en su piso del centro de Madrid. Una vez se calmaron las cosas, el Premio Nobel reflexionó y, dispuesto a ganarse el perdón de Isabel, le hizo llegar el original de su próxima novela. Lo que él nunca llegó a imaginar era que esta le respondería con una carta en la que le comunicaba que su relación había llegado a su fin y en la que le pedía que recogiera sus cosas de su casa, a la mayor brevedad, pero así fue. Su historia de amor se dinamitó y la filipina le hizo saber que ya no había vuelta atrás.
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