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06 de mayo de 2024

Carmen Duerto
Carmen Duerto

Sandokan, Mariló Montero y Preysler, ¿alguien da más?

Cuesta reconocer ahora al Tigre de Bengala, pero he de afirmar que exhala espiritualidad por los cinco costados

Actualizada 10:32

sandokan

De izquierda a derecha, el embajador de la India en España y Kabir Bedi con su mujer

La que iba a ser una reunión de moda para ver la edición limitada de trajes de Alta Costura a partir de tejidos y saris de seda diseñados por Marta Rota, en la Embajada de la India en Madrid, acabó en momento fan cuando todas quisimos hacernos fotos con Kabir Bedi. Costaba reconocer a Sandokan y de ahí que nos limitásemos a pedirle selfies y evitar lo del hijo.
El actor llegaba, de dar una charla en Valladolid, directo a la casa del embajador de la India en Madrid. Una residencia en Puerta de Hierro, puerta con puerta con la de Isabel Preysler, a la que no vimos a pesar de tener muy buena relación con la anfitriona, Marta Rota de Tot-Hom. La diseñadora presentaba una colección cápsula de saris trabajados en la India por mujeres de Benares.
Kabir Bedi, Sandokan, el hombre que pudo tener más hijos que un jeque árabe, en los años 70 cuando venía a España las mujeres le gritaban «Sandokan queremos un hijo tuyo», estará diez días en Madrid para promocionar las 300 páginas de su libro de memorias Historias que debo contar.
El propio actor me enseña en su teléfono la portada del libro y veo que además de tener 4 G, lleva la hora de la India. Su actual mujer, Parveen Dusanj, que es productora y le acompaña en la gira de promoción europea, saca su móvil del bolso y me enseña el excel con la agenda y admiro que, con sus 77 años algo customizados, tenga esa energía porque atenderá a medio kiosko y el martes 5 le pondrá la guinda en El Hormiguero antes de regresar a Bombai.
Bedi vive en la ciudad donde se ubica la potente industrial cinematográfica de Bollywood, donde sigue trabajando. Me dice que lleva más de 70 películas rodadas. Ha amado y se ha casado tres veces, ha sufrido con un hijo esquizofrénico y ha conciliado su popularidad. «Una montaña rusa de emociones» que ha vivido y de todas sus experiencias se queda con lo bueno que la gente le ha aportado.
Cuesta reconocer ahora al Tigre de Bengala, pero he de afirmar que exhala espiritualidad por los cinco costados. Me dice que su padre creó el sijismo, su madre británica fue una monja de alto rango en el budismo. En vez de actor pudo haber sido monje budista porque como tal se educó cuando era joven y de haber sido así, la República italiana se habría perdido a uno de sus Cavaliere más espirituales y auténticos.
Lo de ser Caballero italiano le enorgullece porque me lo dice varias veces. Ama Italia. El pirata que arrasaba en TVE, cuando no había más tele que la pública, ha sido la sensación de la reunión en la Residencia del embajador de la India. Un diplomático culto, empático y que habla nueve idiomas. Estuvo disertando con Mariló Montero sobre política, hasta que la presentadora supo que Sandokan, la estrella de su niñez, respiraba el mismo aire que ella.
Ahí se acabó la política y entró el mundo selfie. «La primera vez que vi la televisión fue a Sandokan. Mi madre no me dejaba ver la tele y yo tenía mi cuarto, gracias a los póster de la Super Pop, forrados con las fotos del actor indio. Una noche Iñigo en TVE entrevistaba a Kabir Bedi y mi madre me levantó de la cama para verle. Ahora lo tengo aquí a mi lado y en un selfie en mi móvil». Anochecía sobre el jardín y Preysler no apareció.
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