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Mario Vargas Llosa, junto a una de sus nietas, Josefina

Mario Vargas Llosa, junto a una de sus nietas, Josefina

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La nieta de Vargas Llosa se despide en una emotiva carta: «La vida nunca volverá a ser igual sin ti»

La joven rinde homenaje no solo al escritor universal, sino al entrañable abuelo que la ha acompañado siempre

En un conmovedor gesto de amor y gratitud, la nieta del escritor Mario Vargas Llosa ha compartido una carta de despedida que ha tocado las fibras más sensibles del mundo hispanohablante. A través de palabras sencillas, pero profundamente emotivas, la joven rinde homenaje no solo al escritor universal, sino al abuelo entrañable, al hombre de carne y hueso que acompañó su vida durante tres décadas.

«Con el corazón roto y la tristeza más profunda que he sentido en mi vida», comienza la carta, que ha circulado como un susurro de ternura en redes sociales y medios de todo el mundo. «Antes que nada, quiero agradecerte, porque fuiste mucho más que mi abuelo: un segundo papá que me regaló la vida y me acompañó durante treinta años. Gracias por estar siempre presente en todos los momentos importantes, por tu cariño, tu generosidad y tus lecciones de vida».

No es una elegía literaria, sino algo más íntimo: un testimonio que va más allá de la fama, los premios y la historia. Es el retrato de un amor familiar inquebrantable, de la complicidad forjada en almuerzos con huevos rotos en Casa Lucio, de las carcajadas compartidas y las lecciones de vida que nunca se olvidan. Me entristece pensar que no podré tener momentos así otra vez y que no conocerás a mis hijos, pero ellos crecerán sabiendo que su bisabuelo fue un genio absoluto.

La carta habla de un Vargas Llosa no como Nobel de Literatura, sino como abuelo, como segundo padre. Un hombre que vivió —como ella dice— la vida que quiso: escribiendo todos los días, soñando con otros mundos, denunciando injusticias desde la trinchera de la palabra. «Tus palabras cambiaron el mundo», escribe con orgullo su nieta, recordando no solo al artista, sino al luchador incansable por la libertad y los derechos humanos.

Hay también una ternura especial en la evocación de Patricia Llosa, compañera de más de 60 años, con quien el escritor compartió la vida «y el amor», y cuya presencia sigue siendo un ancla en el relato familiar.

Tus palabras cambiaron el mundo, y lo seguirán haciendo en las generaciones por venir. Dado tu espíritu rebelde, tenías que escribir: para imaginar otras realidades y crear posibilidades de lo que podría ser. Utilizaste tu obra literaria no solo para entretener, sino también para condenar la tiranía, promover la democracia y defender la libertad y los derechos humanos. Siempre te negaste a permanecer pasivo ante la injusticia.

La carta no es solo una despedida. Es una celebración, una promesa y un consuelo. Es también un recordatorio de que la muerte no alcanza a quienes, como Vargas Llosa, han trascendido en la memoria colectiva. ««No tienes que preocuparte por la abuela ni por tus hijos, porque tus nietos nos quedamos para cuidar de ellos», promete la joven, como si las generaciones que siguen supieran que la herencia de Vargas Llosa no está solo en sus libros, sino también en ese amor cotidiano que dejó sembrado. Te lo prometo. Gracias por luchar tantos años con tanta valentía contra tu enfermedad para darnos más tiempo contigo. Me consuela saber que las leyendas nunca mueren. Siempre ha sido, es y será el privilegio y orgullo de mi vida ser tu nieta», concluye, dándole a su adiós un tono eterno.

Hoy, el mundo recuerda al autor de La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral, pero también al abuelo que dejaba enseñanzas en cada sobremesa. En medio del duelo, la carta de su nieta ha logrado lo que siempre logró su literatura: conectar con lo más humano. «Hasta que nos volvamos a encontrar», cierra ella. Y con esa frase, nos deja a todos con un nudo en la garganta y la certeza de que, mientras haya quien lea sus palabras, Vargas Llosa seguirá vivo.

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