El amuleto más lujoso de Carlos Alcaraz

Carlos Alcaraz no solo ha conquistado la cima del tenis mundial con su talento, también ha empezado a dejar una huella reconocible por su estilo, en el que los relojes de lujo juegan un papel destacado. En la final de Roland Garros 2025, donde protagonizó una remontada histórica frente a Jannik Sinner, el murciano volvió a exhibir un detalle que no pasó desapercibido para los aficionados más observadores: su ya característico Rolex Cosmograph Daytona Tiffany. Esta pieza no es un simple complemento, sino que se ha convertido, según él mismo ha reconocido en alguna ocasión, en una especie de amuleto.

El reloj en cuestión está fabricado con materiales únicos. Su esfera está elaborada con fragmentos auténticos de meteorito, lo que garantiza que cada unidad sea completamente irrepetible. La caja, de oro amarillo de 18 quilates, y la correa Oysterflex negra –una mezcla de metal y elastómero que combina comodidad y durabilidad– le otorgan un aire deportivo sin perder el lujo que caracteriza a Rolex. Es un reloj que ronda los 37.000 euros en la casa oficial, pero en el mercado secundario los distribuidores lo llegan a vender por 158.000 €, lo que refuerza su estatus como pieza exclusiva entre coleccionistas y celebridades.

Desde que se convirtió en embajador oficial de Rolex en 2022, Alcaraz ha lucido diferentes modelos de la firma suiza, especialmente en actos públicos o en ceremonias. Pero hay algo especial en este Daytona con esfera de meteorito: lo llevó en una versión más lujosa todavía en la final de Wimbledon 2023, que también ganó, y en eventos importantes como los Premios Laureus, donde fue galardonado como revelación del año. La repetición de este modelo en sus momentos más exitosos ha reforzado la percepción de que se trata de su reloj de la suerte.

La escena tras la victoria en París fue elocuente: camiseta sudada, sonrisa enorme y el Rolex dorado con esfera en el tono azul turquesa vibrante que caracteriza a la conocida firma de joyería reluciendo en su muñeca izquierda mientras alzaba la Copa de los Mosqueteros. En un mundo tan visual como el del deporte actual, cada detalle comunica, y Alcaraz ha entendido bien cómo aprovecharlo. El reloj no solo acompaña al campeón en la gloria, también simboliza una transición hacia una imagen más madura y cuidada, sin perder la frescura y naturalidad que tanto lo caracterizan.

En la ceremonia posterior a su triunfo en París, mientras levantaba el trofeo de campeón y sonreía a las cámaras, el reloj destacaba entre los aplausos. Su presencia no es anecdótica: representa una faceta más madura y sofisticada del joven tenista, que a sus 22 años parece tener ya un sentido claro de imagen y marca personal. En un deporte donde el patrocinio y la visibilidad tienen un peso enorme, este tipo de detalles no son secundarios.

Fuera de la pista, Alcaraz también ha optado por otras versiones del icónico Daytona, que no solo demuestra su afinidad con el lujo, sino también un gusto definido por piezas atrevidas, técnicas y modernas, en consonancia con su estilo de juego agresivo, pero elegante.

La alianza entre Rolex y Alcaraz parece consolidarse con cada torneo. Más allá del patrocinio evidente, hay un vínculo simbólico: la marca representa precisión, resistencia y legado, cualidades que también describen al tenista murciano. Cada vez que aparece en público con uno de estos relojes, está enviando un mensaje más allá del tiempo. Se trata de presencia, de personalidad y de éxito medido no solo en títulos, sino en detalles que lo colocan entre los grandes dentro y fuera del tenis.