Rosalía Mera falleció el 15 de agosto de 2013, pero dejó en marcha una fundación para honrar a su hijo Marcos
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El gran legado de Rosalía Mera, exmujer de Amancio Ortega, en honor a su hijo
Cofundadora de Zara y figura clave en los inicios de Inditex, la empresaria gallega cambió los escaparates por las causas sociales cuando la vida le dio un golpe personal
Detrás del gigante textil Inditex, del emporio de Zara y de la fortuna de Amancio Ortega, hay una historia menos conocida, más íntima y profundamente humana. La protagoniza Rosalía Mera, la que fue su primera esposa, una mujer que comenzó cosiendo batas en casa y terminó convertida en la mujer más rica de España… sin dejar nunca de mirar hacia quienes más lo necesitaban.
Nacida con las manos puestas en el trabajo, aprendió a coser desde muy joven y, junto a su entonces marido, fundó la primera tienda de Zara en 1975. Lo que comenzó como un pequeño proyecto en A Coruña se transformó, en apenas unas décadas, en uno de los imperios textiles más grandes del mundo: Inditex.
Pero la historia que compartieron no fue solo empresarial. Se casaron en 1966, tuvieron dos hijos —Sandra y Marcos Ortega Mera— y compartieron 20 años de matrimonio, hasta su separación en 1986. Sandra, la mayor, es hoy una de las mujeres más ricas de Europa y la presidenta de la Fundación Paideia Galiza. Marcos, nacido en 1971 con una grave parálisis cerebral, fue el motivo que llevó a su madre a volcarse de lleno en el activismo social y en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad.
Aunque en un principio tuvo un papel activo dentro de la empresa, comenzó a retirarse progresivamente para dedicarse plenamente al cuidado de su hijo. Con ello nació una nueva vocación: la de cambiar la vida de otros que, como él, enfrentaban obstáculos invisibles para muchos.
De esa necesidad vital surgió la Fundación Paideia Galiza, creada a mediados de los años 80 con un objetivo claro y ambicioso: fomentar la inclusión social, educativa y laboral de personas con discapacidad o en situación de vulnerabilidad. La iniciativa, lejos de ser un gesto puntual, se convirtió en su causa personal y legado en vida.
Hoy, la fundación continúa su actividad con sede en Padrón, en un edificio del siglo XVIII rehabilitado, donde se celebran seminarios, jornadas de formación y encuentros culturales. Desde allí se gestan proyectos piloto internacionales, colaboraciones con entidades europeas, iniciativas de investigación en innovación social y programas tan actuales como los celebrados en 2024 y 2025 sobre vínculos humanos en la era digital o sostenibilidad emocional.
Ahora es su hija Sandra Ortega quien está a cargo de la Fundación Paideia Galiza
Entre sus actividades más recientes destacan encuentros como Vidas (des)vinculadas: la proximidad en un mundo hiperconectado, con expertos en filosofía, sociología y cultura, o sesiones sobre sostenibilidad medioambiental con enfoques interdisciplinares. Este mes de julio, por ejemplo, la fundación acogerá en A Coruña un seminario informativo sobre voluntariado europeo, dirigido especialmente a jóvenes y agentes de cooperación internacional.
Actualmente, es Sandra Ortega Mera quien ha tomado el relevo. Fiel al espíritu de su madre, mantiene un perfil extremadamente discreto: no aparece en redes sociales, no concede entrevistas y no utiliza su imagen para promocionar ninguna de las entidades en las que participa. Sin embargo, su influencia es palpable: controla una parte significativa del capital de Inditex y continúa impulsando la acción social y educativa tanto en Galicia como en el resto de Europa.
En paralelo, la Fundación Amancio Ortega, presidida por la actual esposa del empresario, Flora Pérez, también ha canalizado importantes recursos hacia causas sociales. Una de las más destacadas fue la donación de 19 millones de euros para la construcción de un centro especializado en parálisis cerebral en Guadalajara. Un gesto que vuelve a situar a Marcos —aunque alejado del foco— en el corazón simbólico de una red de solidaridad silenciosa.
La muerte de Rosalía Mera
En 2013, durante unas vacaciones en Menorca, sufrió un derrame cerebral. Fue trasladada de urgencia a A Coruña, pero no logró recuperarse. Tenía 69 años. En el momento de su muerte, su fortuna estaba valorada en 4.700 millones de euros, lo que la situaba como la 66ª persona más rica del mundo, según Forbes. Pero su verdadero legado no se mide en cifras.
Su partida dejó un vacío palpable, no solo en el tejido empresarial gallego, sino también en el compromiso con una sociedad más justa e inclusiva. Fue una mujer que levantó una fortuna desde una máquina de coser, que nunca renunció a su sensibilidad, ni siquiera cuando tuvo el mundo a sus pies. Que supo retirarse a tiempo para cuidar, crear, impulsar y acompañar. Y que entendió, antes que muchos, que la verdadera riqueza se transforma cuando se convierte en oportunidades para otros.