Esther Doña y Joao, su pareja
La nueva vida de Esther Doña, viuda del marqués de Griñón, en Portugal con su novio
La malagueña vive hoy un capítulo distinto: más sereno, pero igualmente bañado en lujo, con un nuevo amor que prefiere el silencio a los flashes
En la biografía sentimental de Esther Doña hay capítulos escritos con pluma dorada y otros con tinta de melancolía. Viuda del recordado Carlos Falcó, marqués de Griñón y figura emblemática de la alta sociedad española, la vida de la malagueña ha cambiado por completo en apenas un lustro. Del recogimiento solemne en su residencia señorial, rodeada de viñedos y silencios, a la luminosa costa del Algarve, donde hoy comparte jornadas de mar y puertos exclusivos junto a Joao, un empresario portugués que le ha devuelto la ilusión.
La historia con Falcó fue breve pero intensa, de esas que, aunque duren poco, dejan una huella indeleble. Se casaron en 2017 en una ceremonia muy íntima, celebrada en la capilla del Palacio El Rincón, con solo dos testigos. El V marqués de Griñón era un aristócrata de linaje ilustre, un refinado embajador del vino español y un rostro habitual en los salones más selectos de Europa. Antes de conocer a Esther, estuvo casado con Isabel Preysler entre 1980 y 1985, unión de la que nació Tamara Falcó, actual marquesa de Griñón, heredera del título.
Sin embargo, la pandemia truncó aquella etapa. En marzo de 2020, Carlos falleció en la Fundación Jiménez Díaz, dejando a Esther viuda apenas tres años después de su boda. Fue un golpe personal y mediático. Tras un tiempo de discreción en la finca familiar, regresó a Madrid y, con ello, a una vida más social. Primero llegó su relación con el juez Santiago Pedraz, con quien incluso anunció compromiso; después, el amor tomó otro rumbo con Joao, más joven que ella, portugués, padre de dos hijas y decidido a vivir al margen del escaparate mediático.
Fue en septiembre de 2024 cuando Esther lo presentó oficialmente en redes, tras un primer verano juntos. Desde entonces, su historia ha avanzado con calma: ya han conocido a las familias del otro y han compartido celebraciones como la boda de unos amigos. Ella respeta la discreción de su pareja y solo muestra en Instagram pinceladas de su vida en común: una playa luminosa, la cubierta de un barco, una sonrisa que dice más de lo que parece.
Este agosto ha dejado ver su refugio veraniego: un yate de la firma italiana Azimut Yacht, atracado en la Marina de Vilamoura, epicentro de sus días en el Algarve. Con 825 amarres, este puerto deportivo —el mayor de Portugal— combina tiendas selectas, restaurantes, hoteles y playas de postal. Entre sus visitantes se cuentan figuras como el futbolista Luís Figo, que allí regenta un bar.
Su día a día transcurre ahora entre Lisboa y escapadas a este rincón atlántico, sin perder el toque cosmopolita: Turquía ha sido otro de sus destinos recientes. Alejada de la exposición constante, ha optado por un perfil más sereno, aunque no exento de glamour. En cada imagen, entre brisas marinas y cielos despejados, parece dibujarse la misma idea: la de una mujer que, tras capítulos intensos y a veces dolorosos, ha encontrado un nuevo equilibrio entre la intimidad y el placer de saborear la vida.