Lalla Asma de Marruecos
Los 60 años de Lalla Asma, la hermana más discreta de Mohammed VI, en 5 claves
Discreta, estable y comprometida, ha sabido compaginar su papel en la corte marroquí con una vida personal sin sobresaltos, un sólido compromiso social y un olfato natural para los negocios
Cumplir 60 años dentro de una de las monarquías más herméticas del mundo no pasa desapercibido, aunque la protagonista prefiera la discreción. El pasado 29 de septiembre, la Princesa Lalla Asma, hija del Rey Hassan II y de Lalla Latifa Hammou, y hermana del actual soberano Mohammed VI, soplaba velas rodeada de la calma que ha marcado toda su vida. La tercera de los cinco hijos del difunto monarca ha sabido combinar la elegancia con un perfil bajo, y a lo largo de estas seis décadas ha construido una trayectoria personal marcada por la estabilidad familiar, el compromiso social y un fino instinto para los negocios.
En Marruecos no hay primera dama oficial desde la desaparición pública de Lalla Salma, y en ese vacío simbólico han sido las tres hermanas del Rey —Lalla Meryem, Lalla Hasna y Lalla Asma— quienes han asumido, en mayor o menor medida, ese papel de acompañamiento institucional. Siempre discretas, pero presentes en momentos clave de la vida del soberano, han representado una especie de soporte silencioso en la corte.
Asma vino al mundo en Rabat en 1965 y creció en el palacio Dar al-Makhzin junto a sus hermanos, entre ellos el futuro rey. Educada por institutrices europeas —muchas de ellas españolas—, dominó pronto nuestro idioma y recibió una formación cosmopolita que la convirtió en una mujer culta y abierta, aunque siempre fiel a sus raíces. Esa cercanía a la familia la ha hecho protagonista en momentos especialmente delicados, como en 2018, cuando viajó con sus hermanas a París para acompañar al monarca durante su operación de corazón en la clínica Ambroise Paré. Y también en citas internacionales recientes, como la primavera de 2024, cuando fue ella quien recibió en Rabat a Brigitte Macron, la primera dama francesa, consolidando así su papel como una de las mujeres de mayor confianza de Mohammed VI.
Brigitte Macron con las hermanas del Rey de Marruecos en 2024
Cinco claves
1. Discreción como sello de identidad
Mientras sus hermanas han ocupado titulares en momentos concretos, Asma ha preferido mantenerse alejada del foco mediático. Apenas aparece en público y nunca concede entrevistas. Esa actitud, cultivada desde muy joven, la ha convertido en la hermana más reservada de Mohammed VI.
2. Una vida personal estable
Con 22 años se casó con Khalid Bouchentouf, hijo del entonces alcalde de Casablanca y miembro de una de las familias más ricas del país. Empresario como su padre, siempre se ha mantenido en un segundo plano, al igual que ella. El matrimonio, lejos de escándalos, ha formado una familia sólida con dos hijos, Yazid y Nouhaïla, y ya disfrutan de dos nietas. En un entorno en el que los divorcios no han sido ajenos a la corte, es la única de sus hermanas que sigue casada, reforzando su imagen de estabilidad.
3. Compromiso social auténtico
Más allá de los muros palaciegos, se ha hecho un nombre propio gracias a su labor filantrópica. Desde 1988 preside la Sociedad para la Protección de los Animales y la Naturaleza, y en 1995 creó la fundación que lleva su nombre, dedicada a la integración de niños sordos y con discapacidad auditiva. Por ello, muchos la llaman la «princesa de los desamparados».
4. Princesa y empresaria
Aunque su perfil es discreto, Lalla Asma también ha sabido desenvolverse en el mundo de los negocios. Según la prensa marroquí, ha invertido con éxito en el sector inmobiliario, reforzando su independencia económica y ofreciendo la imagen de una mujer moderna, pragmática y con visión de futuro.
5. Tradición y relevo generacional
Nacida hija de Rey, se convirtió en hermana del monarca en 1999 tras la muerte de Hassan II. Hoy, con la nueva generación tomando protagonismo —el príncipe heredero Moulay Hassan y la joven Lalla Khadija—, su presencia ha ido perdiendo peso en la vida pública. Sin embargo, su discreción, su trabajo social y su constancia la mantienen como una figura querida y respetada dentro y fuera de Marruecos.