Fundado en 1910
Virginia Giuffre

Virginia Giuffre, en una imagen publicada en sus memorias Nobody's GirlVirginia Roberts Giuffre

Las memorias de Virginia Giuffre, víctima de Epstein y el Príncipe Andrés: «Yo era la chica de todos y a la vez, de ninguno»

Las páginas de Nobody's Girl redoblan la presión sobre el hermano de Carlos III, quien ha renunciado a sus títulos

Se presentó con un top rosa que dejaba al descubierto su ombligo y unos vaqueros desgastados. Virginia Giuffre, de 17 años, era una joven que por aquel entonces admiraba a Britney Spears y Christina Aguilera y trataba de emular sus estilismos. Pero el atuendo no era el apropiado para cenar con el hijo favorito de la Reina Isabel II aquella noche en Londres. Ghislaine Maxwell quería que Giuffre llevara un vestido recatado. «Le dije a Maxwell que me sentía más a gusto conmigo así», puede leerse en sus memorias póstumas, Nobody's Girl: A Memoir Of Surviving Abuse And Fighting For Justice, publicadas este martes. La fotografía de la joven estadounidense con el Príncipe Andrés, por aquel entonces de 41 años, agarrándola por la cintura, propiciaría décadas después su caída y uno de los mayores escándalos de la Familia Real británica.

El libro se publica solo unos días después de que el Príncipe Andrés renunciara a sus títulos reales, en el marco del caso Epstein. Al reflexionar sobre el título de la biografía de 400 páginas, explica que había sido «la chica de todos» y, sin embargo, «la chica de nadie». Por ello, Giuffre eligió ese Nobody's Girl, como título de sus memorias, una referencia a la novela homónima del autor francés Héctor Malot sobre una huérfana adoptada por un abuelo adinerado.

Andrés de Inglaterra y Virginia Giuffre

Andrés de Inglaterra y Virginia GiuffreIG

Virginia Giuffre revela que en tres ocasiones mantuvo relaciones sexuales con el Príncipe Andrés, una de ellas cuando tenía tan solo 17 años. Andrés actuaba como «si creyera que tener sexo conmigo era su derecho de nacimiento», relata. Le presentaron al hijo de Isabel II en marzo de 2001 cuando se encontraba en Londres con Ghislaine Maxwell en el apartamento que Epstein tenía cerca de Hyde Park. Tras un primer encuentro, volvió a coincidir con el Príncipe Andrés en Nueva York y en una isla privada, en el archipiélago de las Virgin.

Virginia Giuffre demandó al príncipe Andrés en 2021. El tercer hijo de Isabel II siempre negó las acusaciones y evitó un juicio en Nueva York con el pago de varios millones de dólares para comprar su silencio. Nunca se hizo pública la cifra exacta y se habló de unos 14 millones de euros. El grueso lo sufragó la propia Isabel II. Tres años después, el 25 de abril de 2025, Giuffre se suicidó.

Virginia Roberts Giuffre en 2022

Virginia Roberts Giuffre en 2022GTRES

La víctima de esta historia creció en el humilde pueblo de Loxahatchee, en el condado de Palm Beach (Florida), siendo la hija mediana de Lynn y Sky Roberts. Su infancia estuvo marcada por la pobreza y los abusos de su padre. En su libro, dice que el abuso temprano en el seno de su propia familia la convirtió en la «víctima perfecta» de Jeffrey Epstein.

En el verano de 2000, su padre, en aquel entonces empleado de mantenimiento del Mar-a-Lago Club & Spa de Donald Trump, le consiguió un trabajo como encargada del vestuario por 9 dólares la hora. Una semana después, mientras leía un libro sobre masajes, entró Ghislaine Maxwell, una mujer de unos treinta años, con un marcado acento británico. Le preguntó a si estaría interesada en ganar dinero extra dando masajes a su amigo, «un hombre adinerado». Esa misma noche, su padre la llevó a la mansión del poderoso Jeffrey Epstein, quien la esperaba desnudo boca abajo en la camilla de una habitación. La acribilló a preguntas íntimas, como si tenía novio o tomaba anticonceptivos. Recuerda «sus cejas pobladas y su sonrisa de gato de Cheshire».

Maxwell se quitó la ropa antes de bajarle la cremallera a Giuffre y quitarle el polo blanco del uniforme de Mar-a-Lago. La madama le indicó que se sentara a horcajadas sobre Epstein mientras le pellizcaba los pezones antes de que la forzaran a hacer un trío. Empezó masajeando únicamente a Epstein, quien, según le dijeron, tenía una necesidad biológica de alcanzar el clímax tres veces al día. Giuffre debía estar disponible a cualquier hora del día y de la noche para «atender» al financiero.

La joven se convirtió en la «Número Uno» entre las mujeres y niñas que atendían a Epstein. Viajó por todo el mundo en su jet privado, apodado el Lolita Express, para satisfacer los deseos sexuales de hombres poderosos.

Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell en una imagen de archivo

Jeffrey Epstein y Ghislaine MaxwelGTRES

Aunque el nombre de Donald Trump aparece poco en el libro, su publicación puede reavivar las especulaciones sobre sus relaciones con Epstein, hallado muerto en su celda en 2019 antes de que comenzara el juicio en su contra por delitos sexuales. Amy Wallace, quien redactó sus memorias, dijo al diario Washington Post que Giuffre era «una gran fan de Trump».

«Había dos razones: la primera es que lo había conocido. Ella trabajó en Mar-a-lago. Su padre trabajó en Mar-a-Lago. Vio a Trump varias veces y él siempre fue amable con ella», indicó Wallace. «La segunda es que él dijo que iba a publicar los documentos del caso Epstein. Estaba de su parte. Es así como ella lo percibía», añadió.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas