Manuel Díaz 'El Cordobes', ante las puertas que dan paso a su maravillosa finca sevillana
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Así es la finca Cerro Negro, la joya inmobiliaria de 'El Cordobés' en Andalucía
Cada rincón refleja a la perfección el carácter de sus propietarios y la arquitectura de los cortijos de la zona
El pasado mes de junio, Manuel Díaz El Cordobés cumplía 57 años y lo hacía en un momento «bonito y pleno». No solo porque la reconciliación con su padre se efectuó en los mejores términos y ahora goza de una buena relación con su progenitor. También porque ve que la benjamina de la casa, Triana, se hace cada vez más mayor. Acaba de graduarse y ya ha cumplido los 18 años. Lo hizo en octubre con una celebración organizada por su madre, Virginia Troconis.
Fue ella misma la que confesó a través de redes sociales que no quería la típica fiesta de puesta de largo, sino «una fiesta como las que tú haces, con flamenco, en el campo y modo feria». Y ningún escenario mejor para llevarla a cabo que la finca andaluza en la que la familia lleva viviendo desde hace décadas.
Ubicada en el termino municipal de Guillena, a tan solo 30 minutos de Sevilla, Cerro Negro se ha convertido en una de las joyas inmobiliarias del diestro. La adquirió en 1993, pero se enamoró de ella años antes. Es curioso pensar que su anterior propietario fuera José Luis Martín Berrocal, padre de la que fuera su mujer, Vicky Martín Berrocal, su exsuegro y quien decidió vendérsela por una suma considerable que nunca ha salido a la luz.
«En la finca El Cerro Negro vivía antes mi madre con mi padre... y luego era de mi abuelo de madre, de José Luis», explica la hija de ambos, Alba, en el documental Las Berrocal. «Para mí es como si fuera un santuario, tiene la energía de mi abuelo, la de mi padre y la de mi madre en los momentos más felices», añadió ante la cámara. «Es tu sitio preferido. Es clave, ¿a que sí?», pregunta el matador de toros a su hija en otro momento de la serie. "Este es mi sitio, tengo pocos sitios así como claves.
La vivienda principal de la propiedad
En un área de 150 hectáreas, la vivienda principal refleja a la perfección el carácter de sus propietarios y la arquitectura de los cortijos de la zona. La fachada encalada típicamente andaluza contrasta con los detalles en madera oscura que domina, en el interior, en techos, puertas y mobiliario, aportando un aire rústico que recuerda a las casas señoriales. Que la mayor parte de las estancias opten por tonos claros en sus paredes hacen que se refleje la luz natural y se suavice el conjunto, logrando estancias luminosas y acogedoras.
Las amables temperaturas del Sur convierten, además, al porche principal, amplio y lleno de vegetación, en un salón exterior durante buena parte del año. Mesas bajas, sillones, plantas y un ambiente distendido lo convierten en el rincón preferido para reuniones familiares, comidas al aire libre o sencillamente contemplar el atardecer.
Virginia Troconis, en el porche principal de la vivienda
El resto de la finca mantiene su esencia campesina: caminos de tierra, cercados, establos y espacios donde la naturaleza convive con la actividad cotidiana. La finca ha incorporado además sistemas sostenibles, como placas solares, que permiten reducir la dependencia energética y reforzar la autonomía del conjunto. Por supuesto, también cuentan con una piscina con la que hacer frente a los estragos del calor sevillano.