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Dimitri Ivanovich Mendeleev

Dimitri Ivanovich Mendeleev

Picotazos de historia

Los sacrificios de la madre del mejor científico ruso de la historia

El principal logro de Dimitri fue el establecimiento del llamado sistema periódico de los elementos químicos, o tabla periódica y abrió el paso a los grandes avances experimentados por la química en el siglo XX

María nació en 1793 en la pequeña ciudad siberiana de Tobolsk, hija de un próspero comerciante de la localidad. Como era tradicional recibió solo una educación básica, pero su curiosidad la llevó a leer todo libro que caía en sus manos. Este amor a la lectura lo supo transmitir a sus hijos.

Con el tiempo conoció a un joven profesor, Iván, que trabajaba en el Gimnasio Clásico de Tobolsk –el Gimnasio era el equivalente a la escuela superior previa a la universidad– con el que contraería matrimonio en 1809. Fue un matrimonio feliz y María dio a luz entre catorce y diecisiete hijos, las biografías no se ponen de acuerdo en la cifra, lo que está claro es que no todos ellos llegaron a la edad adulta. En 1834 nació un niño al que bautizaron como Dimitri. Ese mismo año Iván, que para entonces era el director del Gimnasio, empezó a sufrir de cataratas que le llevaron a la ceguera y a la perdida de su empleo. Reducidos los ingresos a la magra pensión de su marido, María invirtió los pocos ahorros que tenían en reabrir una pequeña fabrica de cristal que había sido de su padre y que estaba a unos veintisiete kilómetros de Tobolsk. Todos los días María iba a la fabrica y gestionaba la producción, suministro, pagos, etc, mientras Iván se ocupaba de la instrucción, en casa, de los hijos más pequeños, entre ellos el joven Dimitri. Pero la salud de Iván fue decayendo y murió en 1847.

Para entonces la mayoría de los hijos se habían independizado y vivían lejos, pero los pequeños, Dimitri e Isabel, seguían con su madre. El siguiente año también fue aciago, un incendio destruyó completamente la pequeña fabrica dejando a la familia en la ruina, pero María se fijó el empeño de que Dimitri, quien no había mostrado un gran interés por los estudios, ingresara en la universidad de Moscú.

Un viaje de más de dos mil doscientos kilómetros en la Rusia anterior al ferrocarril, con muy escasos medios económicos, era una prueba muy dura. María empaquetó lo necesario, vendió el resto y se puso en camino llevando a Dimitri, que entonces contaba quince años de edad, y a la pequeña Isabel. Sobre el viaje se a romantizado mucho, sin lugar a dudas fue difícil, pero en Moscú vivía un hermano de María en donde podía contar con cobijo. Al llegar a Moscú se encontró con la negativa de la universidad en aceptar a un estudiante que no hubiera pasado, previamente, por la universidad de la región a la que pertenecía. El hermano de María intentó mover voluntades pero la universidad se mostró inflexible. La siguiente opción era la universidad de San Petersburgo y eso suponía otro viaje de setecientos kilómetros y más gastos.

En San Petersburgo se encontró con una nueva decepción: la universidad también se negaba a aceptar el ingreso de Dimitri. Desesperada, decidió probar suerte en el Instituto Pedagógico Principal de San Petersburgo, donde había estudiado su marido Iván. Allí la recepción fue mucho más comprensiva. Además –le hicieron ver– el Instituto formaba científicos en diversas ramas y era parte de las instituciones asociadas a la universidad. Dimitri fue inscrito en el área de Física y Matemática e ingresó en 1850.

María lo había conseguido, pero los últimos tres años habían sido de gran dureza y se cobraron su tributo sobre un organismo ya debilitado por la enfermedad: tenía tuberculosis y, además, se lo había contagiado a la pequeña Isabel. María murió en septiembre de ese año, Isabel al año siguiente.

Dimitri Ivanovich Mendeleev, pues tal era su nombre completo, fue el creador de la Tabla Periódica de los Elementos y se le considera el más grande científico ruso de la historia ( además refinó el vodka a la forma que bebemos hoy en día). Estoy seguro que su madre se sentiría orgullosa de él, desde luego Dimitri siempre se emocionaba al recordarla y el terrible viaje desde Toblosk.

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