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28 de marzo de 2024

El triunfo de la Santa Cruz en la batalla de las Navas de Tolos, óleo de Marceliano

El triunfo de la Santa Cruz en la batalla de las Navas de Tolos, óleo de Marceliano Santa María SedanoMuseo del Prado

Pelayo Pérez Correa, el protagonista de la batalla en la que se detuvo el día

El gran maestre de la Orden de Santiago durante la batalla de Sierra Morrena elevó al Creador la solicitud: «Ten tu día». Cuenta la leyenda que se obró el milagro y el sol tardó en ponerse

En el siglo XIII y en el sur de Extremadura, la historia muchas veces se confunde con el mito porque hay muchas lagunas en las fuentes, zonas sin conocer de la sucesión de hechos, y porque la habitaban personajes extraordinarios. Uno de ellos fue Pelayo Pérez Correa, freire soldado, hombre de guerra en nombre de Dios, cuyos hechos ciertos se confunden con la leyenda, pero que es un nombre señero de lo que fue la lucha entre musulmanes y cristianos en la península.
Pelayo Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago

Pelayo Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago

La Orden del Temple y de Santiago

En la tierra de frontera que era el suroeste de la provincia de Badajoz, en lucha contra los reinos árabes en el camino hacia Sevilla, los Reyes guerreros de Castilla tenían que aliarse con señores y órdenes militares para completar sus fuerzas. Las tierras conquistadas fueron el pago a la ayuda. Y en aquella comarca el Temple, por un lado, y la Orden de Santiago por el otro, se habían hecho poderosas. Los primeros poseían Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra, Alconchel, Burguillos y, más al norte, Olivenza y Barcarrota –los castillos que aún se conservan muestran el poder militar de la orden– y lindando estaban las posesiones santiaguistas que los Reyes castellano-leoneses les iban concediendo: Montemolín, Calera, Segura o Fuentes a las que le añadieron de León y, al sur Llerena y las alcazabas de Reina y Constantina. Un siglo después, tras la desaparición de la Orden del Temple, los caballeros de Santiago aumentaron sus posesiones extremeñas a costa de aquellos y casi cuatro quintas partes de lo que es hoy la provincia de Badajoz quedó bajo su jurisdicción.
En el camino del Rey Fernando III, ya Rey de Castilla y León, hacia Sevilla se sucedieron las conquistas, pero con la prudencia necesaria para no dejar debilidades en la retaguardia. El Rey se apoyaba en las órdenes y es aquí donde aparece la figura de Pelay Pérez Correa, maestre de Santiago, cuya intervención en la conquista de Sevilla fue providencial y uno de esos personajes de la España medieval que merecen unas líneas. Hay mucho en blanco en su biografía que quizás nunca se llene y algo de leyenda por sus hechos extraordinarios. Es más conocido a partir de una biografía completa: Pelayo Pérez Correa: historia y leyenda de un maestre santiaguista (Badajoz 2010) de Manuel López Fernández.

Pelayo Pérez Correa

No hay duda de que se trataba de un portugués que fue elegido maestre de la Orden en Capítulo de 1242, en Uclés donde ya era comendador. Tuvo la habilidad de situarse en el enclave de poder en el momento adecuado y no le debió faltar personalidad y capacidad de convencimiento. Se trataba de un hombre hábil en política, siempre próximos a los reyes. Era un líder: «El más ilustre Maestre de la Orden en aquel siglo y el que daría cima a la reconquista de la actual comunidad», en palabras de Bullón de Mendoza. Al frente de tropas santiaguistas, no muy numerosas, conquistó Llerena, Usagre, Segura de León, Montemolín y Azuaga. En el siglo XII los Reyes potenciaron las órdenes militares para no depender de los grandes señores, un siglo después la de Santiago era la más poderosa.

El maestre, convencido de su destino, se dedicó a engrandecer las posesiones cristianas alejadas de los principales concejos

Pelay o Pelayo Pérez Correa tenía la misión de conquistar las zonas de sierra del sur de Extremadura y mantenerlas bajo su dominio antes de acometer la toma de Sevilla. Y así lo hizo. Había conseguido que la orden saliera de Portugal para extenderse por el sur de España, ampliando sus dominios en el oeste peninsular. Fernando III era un Rey conquistador, había ampliado León y Castilla con territorios inmensos por el reino de Toledo y Murcia. Le quedaba su ambición última: Sevilla. Tomó Córdoba y Jaén, y en estos frentes estuvo activo el maestre Pelay. Pero el Rey prefería tener a la Orden de Santiago alejada de las grandes ciudades y lo mandó al sur extremeño, otorgándole la alcazaba de Reina en la frontera. El maestre, convencido de su destino, se dedicó a engrandecer las posesiones cristianas alejadas de los principales concejos. No obstante, participó en el cerco y toma de Sevilla con la conquista previa del castillo de Montemolín en 1247, que quedó en poder de la Orden.

La reconquista del sur de Extremadura

En ese territorio montañoso, estribaciones de Sierra Morena, el maestre residiría el resto de sus días. Allí fundó o mejoró algunos de los lugares más interesantes de Badajoz, una de las mejores rutas turísticas del interior de la España desconocida. El castillo de Segura de León, donde residió en alguna etapa de su vida. A esa localidad y a Usagre otorgaría importantes fueros. Más tarde se edificaría el conventual y colegio de Calera de León, ejemplo magnífico de la arquitectura santiaguista que Pelay Pérez no conoció pero que, indudablemente, le debe su ubicación al poder del maestre y su radicación en la zona.

La figura histórica se vuelve legendaria, sin restar por eso un ápice de mérito a protagonista

El personaje novelesco que fue el maestre tiene también su mito. La última gran batalla de Sierra Morena se produjo en un lugar próximo a Monesterio. Aunque fue atacado por un enemigo mucho más numeroso, consiguió darle la vuelta a la situación, pero necesitaba tiempo para derrotar al contrario. La noche se echaba encima y elevó al Creador la solicitud: «Ten tu día». Cuenta la leyenda que se obró el milagro y el sol tardó en ponerse. Lo real se mezcla con lo imaginario, lo bélico con lo sobrenatural. La figura histórica se vuelve legendaria, sin restar por eso un ápice de mérito a protagonista. Porque la Edad Media, con la mezcla de lo que se sabe y lo que se supone, es una época propicia para imaginar situaciones y circunstancias. En el sitio se edificó un eremitorio llamado, en honor al hecho, Tentudía. Allí reposan sus restos aunque murió en 1275 posiblemente en Uclés y fue enterrado en Talavera de la Reina, los Reyes Católicos, que asumieron el maestrazgo de la Orden, decidieron trasladarlo a Tentudía cuando ya era el monasterio que hoy se conserva en buen estado. La visita sorprende con un espectacular retablo de azulejos de Nicolás Pisano.
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